Aplausos


Nada más alentador que un aplauso. Pero cuando se repiten por compromiso la vanidad de aquell@s que los reciben se convierte en un monstruo devastador.


María Gladys Estévez.

martes, 6 de abril de 2021

La silla de madera de roble tapizada de piel en color verde.

 


La silla de madera de roble tapizada de piel en color verde sigue ante el escritorio. Ya ni se sabe quién fue la persona que la obtuvo por primera vez. Quizás en una tienda de esas elegantes y muy caras. 

Abogados, escritores, guionistas: permanecieron largas horas en el confortable asiento. 

Noches enteras quizás preparando un juicio. Madrugadas de insomnio que, gracias a la silla dieron fruto: una novela, o un poemario. Cartas a amor, o al odio. 

Alguna película que tendría mucho éxito, o por ende fracaso, pero allí se hilaron las imágenes, las palabras. El trasfondo de un posible crimen.

También pudo haber sido creada una gran obra de teatro. 

Los personajes representando una maravillosa obra. El teatro lleno. Entre bambalinas se hallan con la ilusión, y los nervios los actores, cada cual recordando diálogos, y cómo moverse.


Pero ahí sigue como nueva. 


Hoy tengo que comenzar la novela, se dijo. Mientras tanto una gaviota en la ventana. Mientras tanto el sol acariciando las olas.


Tomaré café y un bollo de mantequilla, gracias.


¿Algo más?.


No, gracias.


Con la mirada perdida a través de los cristales, ahora la el hueco se hacía y la profundidad de observación fue maravillosa: ideas, recursos. Una ilusión.


   




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