Aplausos


Nada más alentador que un aplauso. Pero cuando se repiten por compromiso la vanidad de aquell@s que los reciben se convierte en un monstruo devastador.


María Gladys Estévez.

miércoles, 27 de mayo de 2020

La Esfera Cultural: Deletréame

La Esfera Cultural: Deletréame: Podría ser selectiva pero no es el caso. Yo me he ungido de ti con un Suntory entre mis piernas hasta que decidas. De modo que tienes el cam...

martes, 26 de mayo de 2020

Ondas







Y se habría despertado con el mismo sueño de siempre. Un piano en medio de aquella sala. Una habitación, ni tan grande, ni tan pequeña, con las cortinas púrpura ondeando por la brisa que con sus dedos no dejarían de acariciar el terciopelo.
El incesante ruido de la fuente en el patio, como un chisporroteo de luces que se mecen, una y otra vez, al fluir el agua, ese ahogo de bienestar, que se propaga alrededor de la casa. El chip, chip, de un acuoso mundo dentro de una pileta, tan bellamente expuesto en el terrazo.

Un sigiloso topo rasgaría las vestiduras de la tierra, donde los plantones de rosas esperaban resurgir, este hallaría el modo de atravesarla con una maestría, que sin duda alguna, obraría el milagro de la naturaleza. De modo, que amén de todo eso, el ulular del viento sería grato para los que, en la noche no pueden conciliar el sueño, o eso creen, por querer inspirarse al mirar por la ventana, y ver, los abatidos lirios, y aquel naranjo que en vaivén se inclina varias veces, luchando por quedarse inmóvil, plagado de fruta olorosa. Alrededor la calle vacía. Siquiera alguien que se dignara salir. De manera que, habría un silencio angustioso de pasos aquí y allá. Porque es justo la hora esa de la madrugada en que, la quietud de las personas pesan, porque dormitan como si una muerte súbita se los llevara por unos instantes, para luego volver.
Como quiera que las horas de la noche tienen el color gris adornando los tejados de las casas, sobreponiéndose a los rayos del sol, hay ondas que en todo momento sobrepasan el límite que ningún humano pueda percibir, siquiera ser conscientes del estado en que se podría revelar su materia, algo que de momento pueda ser tangible, pero que como una fusión, se pueda volver intangible.

Quiso hacer un café corto para poder seguir sintiendo todas esas sensaciones, esos ruidos de la naturaleza, la quietud que sentía en el pecho, sobreponerse ante tanta belleza nocturna. Siquiera se habría dado cuenta que sus pasos sonaban como cuando algo cae al corcho,o a algo mullido.
Pero se detuvo. Un sollozo en la antesala hizo que retrocediera. Salió de la cocina y se acercó sigilosa hacia la persona que lloraba tapando su boca con un pañuelo por no gritar. Se quedó sentada a su lado para consolarla, pero siquiera advirtió su presencia, siquiera dijo nada, un desconcierto grande le hizo reflexionar el porqué. Dado que enfrente, justo enfrente se hallaba un cirio y luego, otro, y otro y como la joven no dejaba de llorar; ni caso alguno al querer consolarla, se acercó más hacia el foco de luz de los cuatro cirios, pero sus ojos salieron de las órbitas, sus manos frías temblaron, y no pudo gritar, no pudo: ella, con un sudario y un rosario, en el sarcófago, plácidamente dormida esperando la desaparición de su cuerpo.













lunes, 25 de mayo de 2020

La esquirla




El dolor me había despertado. La esquirla, clavada hasta el fondo, provocaba en mí  desasosiego, más que dolor, realmente podría describirlo como si la mordida de algo o de alguien, lejos de producirme daño, se había convertido  en un placer incauto, un placer indomable, porque la tuve toda la noche dentro.. 
En realidad fueron cuatro horas y media tendida en la cama. A veces cambiaba de postura: al lado izquierdo, al lado derecho; boca arriba, entre tanto alguna cabezada, entre tanto un sueño súbito, inesperado. Un sueño lleno de ojos, ojos que oteaban, ojos que miraban a un punto fijo. Ojos deseosos, ojos despistados, ojos, ojos, ojos...miles de ojos. El techo de la choza se convirtió en un lienzo lleno de conchas, conchas de colores, seguramente la esquirla que llevaba dentro, provocaba en mí por decirlo así, alucinaciones, pero era un sueño, o al menos eso pensé. Porque a veces la realidad se confunde con lo irreal, y por la cabeza pasan imágenes variopintas; surrealistas, imágenes juguetonas, o las peores pesadillas. La mente es maravillosa, verdad?.

El maldito oso hizo que corriera como una desalmada a la choza, hizo que mi corazón palpitara de tal modo que salía de mi pecho; de modo que siquiera advertí aquel duro trozo de astilla que ya llevaba en el muslo, cuando caí por aquel terraplén, el terreno venció y yo con el. Terminé arrodillada en  la acequia , con el barro hasta el cuello, porque llovía incesante, llovía latigazos de granizo, eso también provocó que mis nalgas se amorataran, me había quedado en purito arapo. A los vaqueros se le fueron los bolsillos traseros y con ellos, la tela, y debajo, mis nalgas desprotegidas. Castigadas por el azote de los granizos, que más bien parecían pelotas, en vez de granizos. Pues bien esos acontecimientos hicieron que entrara en la choza y me tumbara en el chamizo, y quedara inmóvil, y temblorosa, y con un susto en el cuerpo pensando que podría haber sido destripada por el oso, aquel oso pardo, peludo, inmenso: tenía hambre claro que la tenía, pero no iba a dejar que yo fuera su cena, de ninguna manera. De modo que el cansancio me había vencido, y siquiera tuve la precaución de intentar arrancármela, hubiera podido hacerlo, pero me dejé. 
Sentada en el chamizo observé que solo una pequeña punta asomaba, y tenía la pierna hinchada, y roja, y caliente; debió ser la fiebre, poca , pero fiebre. Me asusté un poco entonces. Como pude fui a un lado de la choza, donde tenía la mochila: unas galletas y una botella de agua era lo que llevaba, y desesperada bebí unos tragos; el resto del agua chorreó por el muslo, poco había servido, porque solo pude quitar algo de arenilla fina..

Pero pude sobrevivir, tuve la suerte inmensa de que un grupo de rescate pasara por aquel lugar, por casualidad, pero allí estaban. Como si en verdad supieran de mí, como si en verdad se hubieran apiadado de una mujer golpeada cruelmente por los chuzos de punta del granizo, unos chuzos, que dejaron unas nalgas doloridas, y una esquirla malvada, que solo pudieron sacarla de mi cuerpo en el puesto de socorro más cercano..










sábado, 23 de mayo de 2020

Algo



Soy vulnerable a muchas cosas y causas. Ayer anduve mal no tenía diazepam menos mal que the beatles se escuchó por toda la casa acaparan-- dome cuidadosamente. Fue un confort especial y dejé que los visillos ondearan a capricho, y me dije : ahora mismo me sirvo a mí misma una copa y lo hice.

Pero fueron dos o tres, o cuatro, qué más da si cuando una no pasa de la puerta porque está muy mal.

Luego escuché recitar a alguien un poema. 



"Es un verano atípico 

se escuchan llorar a los perros..

Alguien aplaude y alguien llora"

miércoles, 20 de mayo de 2020

Casa Azul




Maldijo mil veces mientras el cigarro se bamboleaba entre los labios, las medias tenían agujeros, uno, en la parte de la ingle y el otro a la altura del tobillo. El día anterior había preparado la maleta, pero tuvo tiempo para despedirse de los amigos, aquellos con los que vivió la adolescencia: guateques  a las seis de la tarde los sábados. Eran protagonistas de historias novelescas, algunos tomaban alcohol.

Había que esperar que echaran el vómito y luego alguien los acompañaba a casa, sanos y salvos. 
A veces eran activistas,  dependiendo del subidón de aquellos porros explosivos, hasta los gatos que andaban cerca se carcajeaban a su modo. El pelirrojo, nadie supo nunca su nombre, tenía una Montesa Cota, las chicas se repeinaban la melena, se ponían colorete, vaqueros y camiseta abotonada de flores para conseguir un paseo en aquel bólido de los demonios bien sujetas a la cintura del piloto. Eran las diosas del Olimpo.

Por entonces pasadas ya la treintena se produjo un acontecimiento inesperado porque lo que parecían protestas y movilizaciones reclamando derechos de la ciudadanía, se convirtió de la noche a la mañana en toque de queda.¡Toque de queda! Eso supuso un antes y un después. Muchos de los amigos ya tenían familia, costumbres que poco a poco se van arraigando, un sometimiento encubierto. El caso es que parecían felices, un trabajo, un piso, una televisión, hijos. Una vida plena en toda regla. Si un día amanecía nublado era que estaba nublado, y si amanecía con sol, soleado.

Unas cervezas con los amigos, reunión familiar los domingos, de vez en cuando a algún funeral, y alguna boda, con la seguridad de tener todo bajo control. El caso es que no parece mal, al contrario, es muy satisfactorio llegar a la treintena y presumir de todo eso. 

Es curioso cómo de repente cambia todo, te dicen que no puedes salir de tu propia casa a partir de una hora, te vigilan, te quitan el trabajo si es necesario, te embargan la cuenta, o simplemente se ríen en tu cara para que entiendas la supremacía, para que obedezcas.

El caso es que después de la despedida del día anterior, con la maleta preparada, y las medias rotas, se mudó al otro lado de las montañas a la Casa Azul.


martes, 19 de mayo de 2020

Bailar




En algún momento tuvo que entender qué pasaba. Las cosas se propician solas, pensó, porque era absurdo de lo contrario. 

¿La voluntad de una persona se puede anular?.


Supo que sí,  por aquel entonces estaba totalmente sometida, arrojada a los leones. "No". Era incapaz de decirlo porque el último bofetón hizo que brotara un morado y además de eso un desconcierto brutal, una onda expansiva que la llevó a otra galaxia. 


De modo que las cosas a veces no son lo que parecen y viceversa. 

Uno, dos, tres, ¡Despierta!

Circunstancias




El avión despegó dejando una estela de humo que se esparciría  por el cielo como cuando se deja caer una bolsa de papel con chucherías desde lo alto de una escalera. La señora Pastrana siempre se preguntó a dónde irían a parar las pequeñas partículas una vez desperdigadas, por eso los miércoles después del desayuno tomaba un taxi al aeropuerto. El mercado podría esperar, y la reunión con las amigas también. Los miércoles tampoco iría a misa, ya había hablado con el párroco y los pecados los dejaría para los sábados. Comulgaba y era como bañarse en un río, quedar completamente limpia.

Mientras tanto el trasiego de éstos y aquellos: aquella muchacha llevaba una mochila con asideros para las chanclas, el señor de enfrente lee la prensa, en la cafetería hay una fila de taburetes y tres mesas. Es lugar de expansión para tomar algo, un rato memorable, porque casi nunca las personas omiten eso, parar en la cafetería del aeropuerto.Probablemente sea por comodidad, o por curiosidad, el olor a café atrae y el de la bollería más.

La señora Pastrana observaba todo eso, además de la estela de los aviones. Era obsesivo, como cuando alguien  se lava las manos varias veces al día y el rostro, y vuelta a empezar.

En los alrededores habían unas casitas de colores de una sola planta, con un pequeño jardín. Todas del mismo color y de igual tamaño. Se preguntó oteando cómo podrían dormir con el estruendo de los aviones, se preguntó también si en los jardines habrían rosas, y jacintos, algo de verdura, o incluso un aguacatero, o eso le quiso parecer.






sábado, 16 de mayo de 2020

Lo oscuro







Chiqui dormía bajo mi pié izquierdo. La noche se había cernido sobre el tejado con un ademán de cinismo, porque a veces a una no le apetece eso, el querer que la noche ciegue los rayos de Sol, creo que las estadísticas no se equivocan; mejor dicho, las matemáticas no hierran. En cuanto en tanto sean más las posibilidades en acertar en que la mayoría de las personas prefieran más horas de luz que de lo oscuro sobre todo en el barrio de casas huesudas y poco favorecidas para protegerse del frío.

Es curioso ver cómo cambia de postura, mientras yo apuro el último sorbo de ron, y se recuesta al lado contrario de mí. Un surco diminuto resbala por mis labios, la lengua detiene esa pequeña hemorragia antes de que llegue a los pechos; pero hay algo más que inquieta aparte de la negrura y es el silencio, ese que se encarga de bramar para tentar al suicidio. Una no sabe bien porqué se quita de en medio la gente, en este caso apuesto por la espesa capa pretenciosa con setenta y ocho pulgadas presionado hacia dentro: el dormitorio, la sala, la cocina, el baño, cederían eso, setenta y ocho pulgadas de un techo prisionero, maltrecho. El ropero está para algo más que guardar ropa y gabardinas. En un baúl mediano tengo los discos de Chet Baker, daría todas las bragas rojas y el vestido maldito abullonado en los brazos, que un año no pude estrenar por pasar la adolescencia en un país aún adoctrinado por aves rapaces que castigaban a las rosas cuando se abrían a la vida, las cercenan y las dejaban en un bonito jarrón para que lucieran en una encimera cualquiera.



De modo, que Chet, me hizo compañía toda la noche hasta el amanecer, porque no pude pegar ojo. El sonido del piano que se escapaba del viejo disco seguía inmaculado, como cuando una se vuelve de repente y puede ver las montañas picudas barnizadas de verde con pinceladas ocres.

Es realmente bello verla dormida, roncando como una bendita de cuatro patitas,( sonreí).
Dos casas más allá en el bar de Chumi aún salía humo de la chimenea, seguramente preparando un potaje para la primera hora de la mañana, para los obreros que a estas horas trabajan perforando otra montaña, horadando como las ratas. Es tanto el tráfico que la tierra se siente dolida y ultrajada, pero nadie se resiste en poder ahorrarse dos horas de camino al otro lado de la isla para trabajar. (Queremos tiempo).

Chiqui despierta ladrando y corre al balcón, arrastro los pies igual que una vagabunda aburrida y me carcajeo al ver a Luna, la gata, paseando por los balaustres del jardín.

¿Tomas algo Chiqui?

No respondió, solo me miró atentamente a los ojos.





















viernes, 15 de mayo de 2020

En algún momento y más




En algún momento se perdió la cordura : templos erigidos,

con relucientes joyas de engaños. Y un recitar de heridas

ancladas al barro...

Úteros llenos de la desesperanza, no hay futuro,

amarga mermelada: las manos se alzan como cuellos de 

jirafas.

¿Dónde se esconde la gloria?. Cercenaron miles de glorias, 

¡Sangre, sangre!

miércoles, 13 de mayo de 2020

Barbitúricos



Sonaba Nirvana, mientras, la curva la había tomado bastante rápido, ciñendo hasta el milimetro su derecha "ras". el escupitajo salió disparado y despues un vomito, y luego una carcajada amplia como un cielo. El whisky había llegado a su fin. Frenó en seco y el vidrio paró dentro de una papelera para vidrios. Las bragas quedaron en Babilonia, y el retrato de él debajo del asiento. 

Cuando pudo despetar llamó a mamá, pero no estaba, llamó a Román y tampoco. Tocó una de sus tetas pero la mano se undió y traspasó la espalda y dío la vuelta al torso. 


En vez de un crucifijo dejaron el retrato de él en el centro de las dos.

domingo, 10 de mayo de 2020

Lo invisible








Lo que en realidad reflejaba el espejo era la esquina del ropero: una huella marrón al descubierto.
Pero, después de haberse percatado de ello, puesto que el ángulo desde donde se hallaba facilitó en gran modo el descubrimiento, aseguraría que los espejos eran grandes confidentes, reveladores de historias, acontecimientos que suceden a diario y que por alguna razón inexplicable, aún en su mayestática presencia proferirían en gran medida lo locuaz, o lo invisible a los ojos.
Habría decidido salir para tomar un café, aún con la inclemencia del tiempo por un viento alocado jugando con las hojas ocres que alfombraban el camino. El pañuelo voló apresurado buscando una rama, el pelo castaño en ondas se hizo un racimo de uvas, lo memorable no es la inclemencia del tiempo, se dijo, como cuando Román llegaba de cualquier lugar y se presentaba ante ella: un vaivén de cintas en las huertas repletas de ajos y cebollas, papas, y millo, realmente era eso Román.

Un estruendo surca el cielo, halo de humo desprende ese avión, dijo, un gesto poco agradable en las bocas de los jóvenes. Tápate los oídos dijo; cúbrete con la bufanda la cabeza, huye, corre por las veredas, siquiera mires atrás en este momento aciago y perturbador. Ahora el miedo abraza mi cuerpo y él sonríe, es un espejismo en los sueños de los niños cuando nos hacemos mayores, pero huye no te detengas, que el mirlo siquiera sepa que llegas, ni los estorninos ahora danzando al compás del viento.



















Enumerados



Surco los valles como águila vespertina,

y un mar ocre se deja caer en ellos.

Mirad sus ondas que son mieles que en el rocío

se expanden valle con árboles de grandes hojas,

allí habita la criatura hermosa (en la montañas Virunga)

Arpa celestial como ángeles su música al llover: Lunas y Soles.






Soy un mirlo blanco el calor que sofoca y la lluvia que abraza

batiendo alas en un baile gozoso entre picos de montañas

brota manantial, brota oasis. ¿Quién profanó la tierra?

Los hombres roto caparazones, han despoblado a la vida

Aquel barranco se ha secado. Se vislumbra la pérdida.




sábado, 9 de mayo de 2020

No quiero que te calles




No me gusta cuando callas,

porque se muere el olvido.

No  me gusta cuando callas,

porque no veo tu sonrisa...

No quiero que te calles,

quiero que grites al silencio,

que el abismo no sea más que una vista hermosa

No te calles nunca.

tú me dibujaste entre nanas

entre nanas, tarareo,

y sábanas blancas..

No te calles, nunca...




viernes, 8 de mayo de 2020

La palabra exacta


 La  poda habría de realizarse el sábado a las diez en punto de la mañana el atrezzo  esperaba justo en la entrada del zaguán, pertrechado por Bromelias y un Tronco de Brasil con un foco de luz enmarcado en la parte alta de la puerta: los rosales y una parra de unos cincuenta años fortalecida por si misma al querer tener el descaro de sobrevivir ocupaban un espacio generoso. Un huerto heredado merecido de ser cultivado porque los retratos sepias apoyados en la encimera no solo eran simples retratos, eran rostros que en cierto modo no habían fenecido por el modo en que miraban y según la perspectiva de si una entraba por el lado derecho o izquierdo de la habitación convertida en sala con dos sillones de rayas gruesas grises con fondo amarillo: dos sillones orejeros. Una mesa redonda con Venus recostada a lo largo de la madera como si después de una orgía hubiera  elegido tal sitio para dormir y dormir durante una semana. Dicen que la habían comprado en un mercadillo en uno de los viajes a Atenas. Era expectante verla. 

Un adjetivo anduvo toda la noche dando vueltas en la cabeza de Eleonora enfurruñada por el disloque al salir de camino a alguna sucursal bancaria porque le apeteció comprar aquellas medias de seda fría y un vestido para después de que el jardín resplandeciera como aquella luna enorme, invitara a unos conocidos muy afectuosos a una cena íntima,( habrían unos seis en total). Como la noche de ese día no respiraría ni una hoja, y como  al descorchar la botella de tinto tampoco resonaría, y la carne asada con zumo de naranja almibarado en su propio jugo tampoco diría nada, siguió la palabra dando vueltas dentro de los sesos por calificar el rotundo y aplastante éxito que supondría. 



"La vida es circunstancial

y empeora con los años"




jueves, 7 de mayo de 2020

Encofradores y floristerías






Lo que parecía una manta en realidad era un ovillo. Lo observó por largo rato. 

Chiqui dormía y el silencio campaba beligerante alrededor de la casa. Claro que los pajarillos cuando anidan son una sorpresa de la naturaleza y en este caso habría ausencia de un fenómeno que augura tormenta, o tal vez, es al contrario. A veces se ruega silencio, se pide silencio, o se exige silencio.

Las circunstancias obligaron cerrar negocios, pero habría esperanza por el modo en que sale a veces el sol. El amanecer se le acercó la abrazó, tenía un tono rojizo la luz que emergió desde el horizonte como un dios marmóreo, robusto, bello. Eso es esperanza, pensó mientras una copa de vino le pintó los labios y la lengua, ese afrutadillo era merecedor de un premio. A contraluz es difícil ver con claridad (a veces mejor la ceguera)

De modo que apuró la copa, y otra y otra. Pasó el dintel de la salida a la calle con el respeto que se le tiene a un muérdago, las cholas al final en la terraza. Iba a por el pan!!
Percusión sonaba dentro de la cabeza, era una amalgama de instrumentos como esos duendecillos ansiosos por jugar. 

La noche anterior el insomnio pudo más que las ganas o viceversa....



miércoles, 6 de mayo de 2020

Faroles con luz natural




El frus,  frus del vestido al caminar , el chasquido de aquella ola que se duerme al arribar,

 iría descalza además, y el cigarrillo hubiera estado en los labios jugando si no fuese 

porque desde hace mucho que no usa la nicotina para dejar de respirar. El abrupto de las 

piedrecillas del muro le dejó un tatuaje forzoso (curioso, pensó). Miró al revés y aquello 

era un jeroglífico, podría tener valor, volvió a pensar, lo antiguo ya se sabe. Aunque luego 

borró todo en la arena. 

La cantidad de chorradas que se dice y sonrió...


" Válgame que de tanto en tanto

juro nacer, morir, nacer"


Y las criaturas de la tierra con luz natural.











martes, 5 de mayo de 2020

Son palabras, mis palabras


Por el horizonte ha salido la tela de araña. Son hilos de púas.

En el dolor se posarán aquellas anclas, 


en la mar se queda un cerco de mayestáticas figuras.


Duermen príncipes y princesas con coronas de sargazos,


descomposición de miles de partituras:nadie escuchó,


dadme una pequeña lamparilla mar adentro, mar adentro.








Soy mi continente llorado por ausencias,


los carroñeros han dilapidado la cultura de árboles


se ha llevado el hermoso marfil, la pedriza ha quedado.


Pero cada día una nueva partitura nace de las sonrisas,


el devenir de las criaturas que me habitan.


Llueve y trona es donde me viven...




lunes, 4 de mayo de 2020

Bolsa de Té




En realidad había sentido lástima por aquel pajarillo un ser  diminuto. Había muerto al calor de la mano que intentaba siguiera viviendo, pero es curioso, pensó. La fina y delgada línea entre la vida y la muerte no era simplemente un dicho.

Lo había recogido en el jardín probablemente era su primer vuelo, la escapada del nido para ver mundo. Las circunstancias le llevaron a la muerte a falta de un precioso plumaje. Eso pensó mientras tomaba un té. Y pensó en ello cuando la similitud del cuerpecito y la bolsa de té sorprendieron. 

La primavera adornó el jardín.  Tenía que quitar las hierbas que se desplomaban al soplar la brisa del viento aliseo, hacer un pequeño ramo de margaritas y dejarlas en la mesita, sería un adorno maravilloso, pero en realidad las flores también habían muerto, la hoz hizo que dejara de fluir la savia, durarían unos días, sin vida en un jarrón precioso.

De modo que, las tardes a veces no son del todo placenteras si una se da cuenta de cosas cotidianas,pensó.





  




domingo, 3 de mayo de 2020

Gulag no es un cuento de hadas



En mi buhardilla como chocolates, y bebo vodka. A veces las ardillas trepan y se cuelan por el ojo de buey tengo que darles pequeñas croquetas y luego se van. 

El espejo lanza una llama provocada probablemente por los rayos del Sol. Ciega mis ojos. Suelo despertar en la madrugada, ardo y me desnudo, la bañera recoge todo de mi
paso un minuto y medio debajo del agua y luego respiro el aire con deseo. Creo que prefiero un sueño bonito a una pesadilla cruel, una pesadilla real, que no puedo creer, me cuesta mucho.


" La embriaguez es un deseo fácil de cumplir: como por ejemplo traspasar lo prohibido."



Ballade pour Sophie

Ballade pour Sophie

Se habían despedido el mismo día en que se encontraron, solo que, ninguno de ellos lo sabría hasta pasado unos años, en que, l...