Aplausos


Nada más alentador que un aplauso. Pero cuando se repiten por compromiso la vanidad de aquell@s que los reciben se convierte en un monstruo devastador.


María Gladys Estévez.

viernes, 26 de febrero de 2021

Pesares, sentimientos.

 

"Pero se esconde una multitud del diablo,

a engañar la inocencia, y al hambre.

Igual que música de celo esperan la promesa,

pero cabalga la muerte con los bolsillos llenos de plañideras.

Apolíneo monte abarcado de criaturas pastoreando. Abrevad, abrevad".






"Surco los valles como águila, vespertinamente, y un mar ocre,

se deja caer en ellos. (duerme poderosa pachabamba).

Mirad sus ondas que son como mieles que en rocío se expanden,

valles con árboles de grandes hojas,

allí habita la criatura hermosa. (en las montañas Virunga).

Arpa celestial, como ángeles su música al llover, Lunas y Soles".






"Soy un mirlo blanco el calor que sofoca,y la lluvia que abraza,

batiendo alas en un baile gozoso entre picos de montañas,

brota manantial, brota oasis. (¿Quién profanó la tierra?.

Los hombres han roto los caparazones, han despoblado la vida.

Aquel barranco se ha secado, se vislumbra la pérdida".



La casona que fue museo.

 


La casona había sido transformada en un museo donde se exhibían objetos de la propia vivienda; herramientas empleadas por los trabajadores en el campo: palas, picos, escardillas, etc...

Era grato visitarla aún en esas condiciones. 


Alrededor, los castaños de un marrón chocolate penden como adornos de navidad, es realmente de admirar, es algo que la tierra ofrece sin pedir a cambio nada, sólo beber agua. De modo que, aquel grupo de estudiantes había entrado en ella. Había una antesala llena de espejos que brillaban cuando el sol les daba ese pellizco grato, es un reflejo constante variaba si los rayos se explayaban más intensos, o por ende, pequeñas salpicaduras de brillos.

Louis, uno de los estudiantes se frotaba las manos constantemente pero no dejaba de admirar el esplendor que tenía delante de sus ojos, decían que era nervioso, pero en realidad era autista. Eso le habían dicho a sus padres después de varias pruebas y visitas al sicólogo. Pero era un chico muy inteligente y sólo él podría ver más allá que los demás. Era capaz de captar las cosas más ínfimas, de ver esos intervalos de imágenes que nadie ve.

Se apartó del grupo. Subió por las escaleras que daban a la segunda planta: los grandes cortinajes, las camas con barrotes de nogal. El pasillo largo y repleto de retratos a un lado y otro. 

Se quedó allí un rato observándolo todo.

Abrió una de las gavetas del semanario, y su rostro se llenó de luz. Sonrió. Había encontrado una bolsa de tela repleta de boliches, eran diminutos caleidoscopios. Estuvo entretenido girándolos para ver los contrastes. 

Dejó la bolsa en su sitio porque creía haber visto a un hombre en la otra esquina de la gran habitación.

Se acercó y volvió a sonreír: sentado en una vieja silla de madera, un señor con gafas, muy serio, trajeado e inmóvil parecía mirar al muchacho. 

Se atrevió a tocarlo, pero se dio cuenta de que aquel hombre estaba embalsamado. 

Salió de la estancia y volvió con el grupo.


¿Dónde estabas?, dijo el guía.


-Arriba en las habitaciones.

¿Y qué has visto, algún telescopio, o algo así?, volvió a decir.


-No, pero he visto a Tutankamón.


-Ja, ja, ja... rieron.


Pero para él no fue una burla. Él había visto a Tutankamón.... 

  


 

Alisios, de María Gladys Estévez - RELATOS Y CUENTOS

Quiero dormir

 


" Quiero dormir para poder volver,

y que un sauce abrace mi cuerpo,

y ver en sus ramas tus ojos".





"De los cristales de la ventana

mis dedos acarician las gotas de lluvia,

como si de verdad fueran lágrimas".



"Qué vida es esta que juega, se ríe de almas 

que no se encuentran".



Cuando Argelia no se arrepintió de nada.

 



El tren había desaparecido de su vista, se había diluido en un abrir, y cerrar de ojos. Argelia recogió la mochila y pidió un taxi. Al fin, y al cabo algún día tenia que ser, pensó. 

De vuelta a la casa del lago estuvo releyendo las notas que, por costumbre, se escribían y dejaban en la tabla de corcho cuando se ausentaban para alguna cosa. Las juntó y las troceó: el fondo de la mochila ahora era un colchón de hojarascas.

Quiso caminar un rato, de modo que bajó del taxi poco antes de llegar. Se descalzó. 


En ambos lados del camino se hallaban alfombras de jazmines que parecían querer tocar la tierra. Un sauce daba  la bienvenida, pero no solo a ella, a todo el que pasase por allí. 

Se introdujo en aquellas aguas cristalinas y nadó durante un buen rato, enfrente, las picudas montañas que aún tenían esparcidos copos de nieve.

Después de nadar permaneció un rato dejando que aquellas aguas acariciaran su piel, se abandonó por completo. El cielo se precipitó sobre ella, en esos momentos fue lo único que vio. 

Las sonrisas a veces se hacen eternas, como la de Argelia, que nunca se arrepintió de tener una compañía tan maravillosa en su casa. 

Volvería a hacerlo, volvería a esa cama, y al frondoso jardín, al colchón de hojas en otoño, volvería a sus besos, a nuestros besos...






jueves, 25 de febrero de 2021

Mi propio beneplácito

 


" Y si muero es por dejar de verte,

en todos los sueños de todos los días.

Y si muero es porque mis sesos se sequen,

y ya no haya siquiera un resquicio de tú.






" Hoy la negrura espesa de la vida,

se me antojó un cuervo, pero yo,

me he laureado de caricias, de besos".




Un reguero de llovizna, de María Gladys Estévez - RELATOS Y CUENTOS

El extraño deseo

 


Pues sí, dijo Nela al terminar de tomar un café con aroma de avellanas, este momento es crucial y más cuando si te percatas de ello, ahí fuera comienza a llover y si más tarde contemplas el empedrado: brillante como un diamante, prosiguió, cuando llueve el paisaje es diferente incluso esas piedras incrustadas desde mucho tiempo. 


Alguien vende lienzos, para protegerlos los cubre con una carpa. Son copias de renombrados artistas.

En la otra esquina alguien asa castañas. El humo hace unos graciosos girones muy lentamente a falta de la brisa; se cuela por las narices de quien pueda pasar cerca. 

Comienza a caer la tarde y las luces se vuelven de un ocre hermoso.


Si, es interesante, dijo la señora que vende los lienzos, que ha escuchado a Nela, porque ha entrado a por un café- con sabor a canela por favor-


Alguien tiene un deseo, un deseo muy fuerte.

Y piensa que no se cumplirá, pero luego tiene alguna esperanza cuando admira aquellas piedras húmedas como los besos...


 


Tú eres quien iba en el tranvía

 


El tranvía iba en la misma dirección, camino al centro de la ciudad.

De modo que ralentizó la velocidad del coche. Llovía un poco, de esa lluvia que parece confetis, aquí y allá, pero sin arreciar, lo hizo porque durante la noche había soñado con aquel rostro que ahora se hallaba con la cabeza inclinada detrás del cristal.  



Durante el recorrido las imágenes de lo soñado se hacían cada vez más perceptibles: habían estado en un café de esos en que sonaba jazz y se bebía whisky. Charlaron, bebieron y terminaron en un pequeño apartamento que Marilina había alquilado cuando se mudó de ciudad porque le habían ofrecido un puesto de trabajo, no era el que le hubiese gustado pero al fin y al cabo era un trabajo.




Esa madrugada fue la madrugada más ardiente para Marilina y para su acompañante. Luego se despidieron: un beso con lengua muy sustancioso.

Pero, era esa persona que perseguía a la par que el tranvía, era la misma de sus sueños no podía dejarla ir así, como así. 

Pero solo fue un sueño, un sueño que fue verdad...



miércoles, 24 de febrero de 2021

Los peores días del verano

 


Aquel día decidieron ir al huerto porque con el calor que había sobrevenido por esos lares, la cosecha, que en este caso eran batatas, zanahorias, y en otro huerto más chico, matos de perejil y cilantro, sobre todo por las hierbas que corrían el peligro de terminar fulminadas por las altas temperaturas, irían el tío Luis, y un hermano de la señora que cocinaba para los que vivían en la casa: eran efluvios de dioses, ya fuera un simple caldo, o carne, o arroz con verduras, sea lo que fuese era digno de alabanza.

Llevaban unas dos horas, ya habían recolectado las batatas, las zanahorias, a falta de las hierbas. Habían tomado unos ocho litros de agua, se habían mojado la cabeza porque a  cada rato que pasara el calor se hacía más insoportable: quemaba, e incluso provocaba visiones en ambos hombres.

De modo que, lo que era el reflejo de pasmoso infierno en el centro del huerto, para ellos había surgido una gran fuente de agua, un lago, y no sé cuantas cosas más. Luis fue el primero que se lanzó de cabeza al cristalino. Dos minutos después le seguiría el hermano de la maga de la cocina. 

Al día siguiente Nena se había levantado tan preocupada como al acostarse. Pasó toda la noche en una vigilia terrible pensando qué habría sido de ellos. 

Por esa época no había móviles, sólo teléfono fijo, de esos que se agarran a la mesa o a la pared. Y aunque llamó a la guardia, le habían dicho que esperara hasta el día siguiente, porque no disponían de hombres para la búsqueda. 

Sobre las once de la mañana tocaron a la puerta informándole de la mala suerte de los hombres. 

Nena se quedó traumatizada, se fue a la cocina y comenzó con la cochura mirando al horno y pensando en la forma más tonta de morir de las personas...

Ese día hizo cuarenta cochuras, todas de igual forma y tamaño.



Notitas amarillas verdes

 


Prisioneras abarcan debajo de la pantalla las notas amarillas verdes.

Cada cual con una nota: hoy médico a las nueve. Hay que fichar no olvidar. Del veintidós al veintiséis trabajo en la segunda planta, no olvidar...

Fuera se escucha algún coche que circula buscando aparcamiento. El bar ofrece café recién molido, el perfume penetra por la ventana y se cuela por mi nariz. 

Me apetece un café, me dije.


 ¿Seducción?


Quizás...



el horizonte se ha diluido en pupilas que ya no tienen vida, mientras tanto el amor

 


" Y mientras aquellas gaviotas

buscan alimento en un mar de piratas,

los despachos se llenan de buen whisky.

¿Quién se ha ocupado de ello?.

la certeza sobrevuela sobre la mentira

algún día quizás se desproveerá de ello".




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" Yo besé al delfín que me rescató,

de lo profundo de mis sueños tristes.

Nos amamos entre la espuma, entre caracolas".




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"Crecí en un hondo barranco provisto,

de todos los frutos: higueras, cerezas...

Un roque vigilante, allí, abajo la niña,

juega, juega. No quiso crecer, no quiso labios

para besar. La vida es implacable".




Un pacto

de sangre,

dijo....







martes, 23 de febrero de 2021

Eres


 

Tú que sigues en el borde filoso de todo


 


Mientras, yo, repasando los apuntes de historia. Tú que soy yo, en escapada, justo en el borde filoso de una navaja. ¡Como nos gusta a nosotras!. Como siempre nos ha gustado...

Para encontrarte basta que yo me encuentre: pareces una diosa, burlona, algo extravagante y pagana. Huele a tabaco de pipa, y huele a mariguana.. huele, huele, huele... ¿Tú te comes la mandarina en gajos y no a mordiscos, o quizás es lo contrario?


-Es lo contrario, yo me como los gajos de la mandarina y me encanta el jugo de cada uno de ellos cuando se deslizan por entre mis labios y luego vienen las cosquillas en la lengua, de cada uno de ellos... luego...

  • Luego que?, pues al fin y al cabo es una mandarina, y una se la come como quiera, como guste comérsela-



-Está bien así, ok, si vale.. de acuerdo!


Pero vuelvo a los apuntes, son cincuenta folios, y debo preparar la clase en dos días, o será horrible cuando esté dando clases y confundir a los griegos con los romanos, o con los celtíberos, Ohhh no no no... eso no pasará, mi mente juega y yo me dejo, a veces...


Será una magnífica clase de una hora. Hasta que no suene el timbre nadie se levantará de sus asientos, y yo ahí de pié, con un vestido de gasa de diminutos claveles rojos, con unos rabitos preciosos de verde, de ese verde que alegra la vista y calma la mente.. un verde de quirógrafo, cuando se disponen a filetear a cualquiera que osa entrar en el. Un verde de bosque verde, o verde pistacho, un helado sabroso en mis manos, en una tarde calurosa y la gasa de las mangas agitadas por la brisa, y el puente de madera que cruje cuando lo paso. ..


Pero tú sigues ahí en el mismo borde y qué rabia, y qué ganas de estar contigo, las dos juntas que soy yo. A veces pienso que eres otra persona, sobre todo cuando tu sombra me sigue, cuando me miro al espejo y no me veo, no me reconozco; pero tu sonrisa me suena; un guiño, tu forma de usar el pintalabios: primero la imprimación, luego los toques, y luego se unen para un perfecta cobertura, y esa boca me suena. Mientras tanto yo me quedo embobada mirándote... Si, porque, oye chica, que no me reconozco, pero ¿soy yo verdad?... ¿a quién pregunto? Seré tonta.  


-Me preguntas a mi mujer-


Eres tú?


Claro que sí, ay esa cabeza tuya, tanto estudiar te volverá majareta..



¡Recojo mi pelo y jajajajaja, dios estoy loca!.

¿Te acuerdas hace un par de años en la estación quinta, cuando casi me mudo de mundo?


Claro que lo recuerdo. Fue una noche fantástica.


-Pues no creas estuve a un paso de mudarme, de mudar la piel y de mudarme toda... jajaja..(sonrisita) Aquellas luces tan brillantes en el techo, aquella playa serena y de aguas transparentes : la arena envuelta en mis pies, y yo perdida y libre. Había un grupo de jazz estupendo, el saxofonista creo que era ¡Bill Evans ! Nada más, y nada menos...” My Foolish Heart” may foless hart, sonaba en esos momentos y la luna bajó a la playa sonriente y creo que le di un porro.. jaja es broma.. pero allí estaba grande, blanca y llena de luz; por aquellos años simpatizaba  mucho con la luna, me parecía algo extraordinario, hasta escribí algún poema lleno de versos con lunas llenas y menguantes, muchas lunas, muchas.... … 


¡Shushuuuuuususs!


  • ¿Ay que pasa? Porque me pides silencio?-


Porque me distraigo loquita, y no puedo terminar de preparar la clase..














El color del tiempo

 Desdémona se halla en el lienzo junto al vasar y al lado esa silla vacía que pareciera albergar aún vestigios de las charlas, de las tardes en invierno, si es que pudiera una silla contener los ecos de voces, y el tintineo de las cucharillas en las tazas o, de las copas de vino al juntarse sensiblemente…


La escalera de caracol lleva al dormitorio donde, por las mañanas, el sol  se atreve altanero, e igual que un caballero toma el cuerpo de ella, dormido. Más amada imposible, más besada jamás; abordada por la extrema calidez de sus rayos delicados, luego entonces la imponente escena es extremadamente sublime, como cuando se adentra alguien en un bosque y se oye el tañer sutil de las hojas cuando se desprenden de sus ataduras y al llegar al suelo se vieren bienaventuradas, pareciera el sol entonces el amante que ha deseado, que ha añorado.


Fuera, la calle es circundada, ahora por esos coches, ahora por algún carromato. La fortaleza rodeada de madreselvas y algún camino de gravilla perfectamente ideado y  que en algún momento hubieron soportado los miles de pasos en las horas de la tarde, en los días de esa luz intensa  que sólo se queda para abrevar, igual que los caballos, para luego desaparecer por entre aquella colina, permanece igual que un valiente guerrero, erguida, y en su interior perdura el  lienzo junto al vasar, más si alguna vez todo fue para ella la más cálida acogida, ahora, la vida ya no sobrevive, ni siquiera un hálito por compasión…

Los rostros que no sonríen

 


Hay unas escaleras y mientras una sube por ellas, peldaño a peldaño, en cada paño de pared pende un retrato. Adornados con madera repujada guardan dentro los recuerdos de aquellos que un día bajaron y subieron esos peldaños, vivían allí con sus costumbres, como les habían enseñado, como la época que era.

Siquiera el último retrato justo en la esquina por donde se va a las habitaciones muestra alguna mueca de felicidad. 

La felicidad no puede ser descubierta, ni tampoco la sonrisa. Las fotografías son grises y sus rostros también.

Es como si en aquel huerto no brotara una brizna de vida. 

Desayunaban, comían, merendaban, hablaban de esto y aquello, pero siempre procurando que no se escapase una carcajada. Era mal visto, igual que en los mercados, en las lonjas, en las tabernas...

lunes, 22 de febrero de 2021

CARNAVAL

Puedo ser de hielo,

si es verano.


Si es invierno me derrito.


Hoy he salido con el disfraz,

y pasé la noche en los tejados.

Me dijeron que era la bruja,

de los tejados...



Las frases suelen dejar algún mensaje. Gretel y Hansel también



 



Mi muy amado Sauce.

 


Deseando la verdad siempre, (Ella se columpia), dijo: ¿Habrá caramelos de chocolate?, alguien contestó que no.

La merienda primero, en primer lugar, como cuando alguien gana un premio, en el podio. 

Ahora trota la yegua Martina, viene desde las cuadras: trota, y trota, libre, cada tranco es más largo que el anterior. Las crines vuelan hasta aquella nube y vuelven a bajar y se depositan de nuevo. 

Si, debe ser un podio: preeminencia, dijo ella y sonrió.

Martina al galope, el columpio en el sauce. Ahora alguien ahuyenta  a los mirlos, se comen el jugo de las uvas, picotean, picotean..

El capataz termina su trabajo. Todo se queda en silencio, salvo los mirlos que vuelven, vuelven. Cae la noche y llora el sauce, llueven gotas cristalinas; pero las ramas se vuelven de terciopelo. El tronco está más vivo que nunca. 

Cuando amanezca montaré a Martina, dijo-

Si, claro, ahora a dormir-

 


SER UN FLUJO CONSTANTE

 


" Como púas se viene un río,

en mis sienes, un río de caudales,

esas vivencias que poquito abarca,

en los grandes recuerdos.

En las dilatadas horas, quizás de la madrugada,

donde nada se olvida,

visitan fantasmas,

cíclopes...

Entre el trigo brillante,

una niña de nariz chata,

me habla, me habla...


Como púas se viene un río, 

en mis sienes, un río de caudales"...






"Las llanuras limítrofes

abrazan como las madres,

como los padres.

En los jardines hay mariposas,

en mi corazón vive la sangre.

Las llanuras limítrofes,

son miríadas de cuervos,

son miríadas de mirlos".



Es usted una imagen

ante mi espejo...

Un beso ido. 




"Estoy dispuesta a despojar-me

sin joyas que cubran

Un fular de besos se va por aquella cordillera".




COMO TÚ EL OLVIDO

 




" Y lejano aquel susurro,

se oye, se oye en cualquier sitio.

Pero ya hace tiempo que no son palabras".








EL TRIGO me salvó,

fue el consuelo,

el abrazo,

fue como un hada madrina".












El tomate que gritó cuando lo partieron por la mitad.

 


A Beatrice le habían enseñado que las cosas se hacían con calma, las prisas no eran buenas para nada.

 Después del paso del tiempo y en que la madurez se había instalado en su cuerpo, ya había cogido esa costumbre y de muy sobrada. Por lo tanto, cada cosa que hubiera hecho había tenido su tiempo. 

Vivía sola. En un piso de la calle Portobelo Road. 

Cuando iba al mercado solo iba al mercado, pues la mañana la dedicaba exclusivamente a ello.

Y lo mismo pasaba con todo lo que hacía: cine, zapatero, paseo en bicicleta, etc...

Tenía una prima lejana que venía a visitarla los viernes, que era cuando Beatrice dedicaba para estas ocasiones, pero los viernes por la tarde. Acostumbraban a charlar mientras merendaban: pastelillos de hojaldre, mermeladas, café, o té.


Un día miércoles de ceniza se metió en la cocina para elaborar un menú que le había llamado la atención mientras navegaba por internet.

El primer plato sería sopa de tortuga, y luego una ensalada con pasta, semillas de girasoles, col rizada, col lombarda, tomate, todo ello aderezado con una melaza exquisita. 

Cuando llegó el momento de preparar el segundo plato y haber probado la sopa de tortuga, la cual le había quedado muy buena, colocó  una tabla de madera sobre la encimera empezó a cortar las verduras con esmero y con mucha calma. El tomate fue el último en cortar; pero cuando se dispuso a ello y una vez hubo enterrado el cuchillo oyó un grito desgarrador. Se sorprendió muchísimo, miró a un lado y al otro, luego por la ventana, pero el grito se hacía cada vez más largo y angustioso a medida que seguía cortando el ruedas al tomate y cual fue su sorpresa que se dio cuenta que los quejidos provenían de su victima. Tiró el cuchillo al suelo, y lloró al verlo agonizando...



viernes, 19 de febrero de 2021

Una mujer que piensa hacia dentro

 



He vuelto a mirar la cinta ondulada que se bambolea sobre la mesa a causa del aire, que se cuela por la ventana. Se mece y serpentea, ahora gira aquí, ahora, allá en la esquina, pero sobre todo lo curioso es que no cae al suelo.. Como si en verdad tomara vida, como si quisiera mostrarme su esplendor, sus delicados movimientos. Algo tan sencillo a la vista y sin embargo, sublime.

Realmente aún no somos conscientes de alguna manera en saber que lo simple es lo bello, y su magnitud es inalcanzable, como un universo infinito. No sé el tiempo que ha pasado, siquiera he podido reparar en ello, mis ojos no podían dejar de emocionarse ante algo grandioso, y que se me había concedido esa misma mañana, así, sin más, sin pedir nada a cambio, de un modo totalmente altruista, mejor dicho, diría celestial. Si una se queda en ese espacio de tiempo, donde justamente el tiempo, se para, se adviene la paz que cada cual necesita, la libertad, la felicidad, y un estrepitoso río aún por descubrir, el mismo que recorre todo por dentro, un río limpio, el nacimiento del propio yo como individuo…

Pero la cinta no cesa mientras halla ese soplo de aire que, sigiloso se cuela y apenas la roza, tan sutil, tan respetuosa brisa… Me sorprendo porque aún en la presurosa vida actual donde la propia sociedad subyuga al hombre, lo hace esclavo, lo pervierte, lo humilla, le roba la dignidad, soy tremendamente afortunada de poder contemplar semejante belleza plena, y eso, eso me hace libre, totalmente  libre…

Una simple cinta que me invita, que muestra lo auténtico, que siquiera el tiempo pueda percibirse, en un lugar fantástico…. Lo simple, un átomo, es lo que mis ojos han contemplado y yo me he dejado llevar con la confianza plena de saberme un ser maravilloso….

Luna llena igual que una perla en el Cielo.

 Aparentemente la luna se encuentra ahí; aparentemente brilla en todo su esplendor la luna llena, redonda, igual que un perla perfecta en el cielo; pero la niebla la oculta por completo, entonces yo no tengo esa certeza, puedo decir que supuestamente brilla la luna llena. Podría decir entonces que el amor es lógicamente infundado; porque no se ve, bien sea por la misma niebla que cubre esa luna, o realmente el amor no tiene porque aparecer y presentarse en la salita de la casa, o en la avenida mientras pasean los transeúntes cada cual con sus cosas, cada cual con sus miradas hacia un lado o al otro... 

El amor sencillamente es también esa perla que brilla y, que se confabula con los astros..., debe entonces aparecer y desaparecer igual que la luna, cuando la bruma o la niebla la cubre.



Si realmente tuviera que pasar toda la noche mirándola con grandes lentes, observaría sus cambios propiciados por las horas de la madrugada, ahora se alzaría más alto, quizás hubiera suerte y podría verla tan redonda, tan inmensamente bella; ahora sería cubierta por unos minutos por esa capa gris, maliciosa, acaparadora y, tristemente desaparecería ante mis ojos, se evaporaría igual que las caricias y los besos de esa pareja en el jardín; esa pareja que momentos antes escaparon juntos de la fiesta para poder prodigarse todos los besos y demás deseos... 


Realmente ésta noche se me escapa la luna, realmente es así, igual que el amor, tan bello y brillante, o tan huidizo, con la capa gris envuelto...,

Antes de dormir

 –No copies, te veo por el rabillo del ojo.

–No he copiado, sólo que tú haces que sienta eso, la necesidad de mirar tus cuadernos, tus libros, y porqué no, desear tener tu estuche repleto de lápices de colores tan brillantes, adornados con esas pequeñas estrellas que parecen miles de farolillos…

–Olivia te castigará dejándote sin merienda, dijo Néstor.

–Ella nunca castigaría a alguien que se quede embobado admirando cosas bonitas, dijo Eloy.

–¡Bah! ¡Paparruchas!, replicó Néstor.

–Sabes que pueden encerrarte en el cuarto oscuro? ¿Y que probablemente no salgas hasta dentro de mucho tiempo?

–¿Pero a qué llamas tú cuarto oscuro?, dijo Néstor. –Bah, ¡Paparruchas!, repitió de nuevo…


–Son como niños, arguyeron mientras les observaban detrás de las persianas. Dígame Doña Olivia, ¿cuántos cree usted que podrán llegar?


–Deduzco que usted quiere decir aproximadamente porque, la verdad es que las cifras son estimatorias dependiendo por supuesto del grado de capacidad de cada uno de ellos o, de la fortaleza física, dijo Olivia.


–Permítame un consejo Doña Olivia, no castigue tanto con el cuarto oscuro, o sus hijos sospecharan, de hecho, hace apenas unos días la familia de Orson se presentó en mi despacho un tanto extrañados de que su padre les contara que a veces, le llevaban desnudo a un cuarto muy oscuro por copiar los deberes o, por comer dos natillas en la merienda en vez de una, porque sólo usted permitiría en tal caso una unidad, si no mojaban las camas,…

Mi árbol de Ñame

 


Ya sabía el tiempo que duraba la travesía, y sin embargo parecía interminable el largo brazo de mar, y mi vista no hallaba la tierra por mucho que mirara el horizonte. Las olas ese día eran totalmente inofensivas, apenas se elevaban, y sus crestas pequeños sombreros coquetos con cintas de seda alrededor, poco habrían de restallar al encontrarse. Un mimo, caricias, todo se limitó a ello, a los arrumacos entre oblongas hojas de salitre; de vez en cuando los rorcuales y los peces voladores hacen llevadero el viaje casi siempre en cubierta, porque yo desmerecía otro espacio que no fuera ese, cualquier otro sembraría aún más el caos que me producía el no poder ver la tan ansiada isla, la incertidumbre al pensar si seguía ahí, en medio del inmenso océano, y tan acogedora como el abrazo de una madre, de modo que había merendado y tomado tres o cuatro cafés con la vista fija al horizonte y pensando lo meritorio de emerger desde los profundos y escabrosos, y enigmáticos barrancos del fondo oceánico, definitivamente las horas siguientes hasta la llegada dejaron en mí la sensación de una cómoda y al mismo tiempo expectante espera.


Los plomizos pasos de algunos señores y señoras al bajar del barco contrastaban con los míos algo alocados, y luego la frenética carrera que imaginé al llegar a la puerta de desembarco deseando ver la fila de palmeras en la entrada al puerto, y las pequeñas chalupas fondeadas en la playa de los pescadores, donde tantos veranos había pasado mimetizada según el transcurrir de las horas, y la luz del sol, llegando a formar parte de todo ese maremágnum de seres, de objetos aquí y allá.


 Un cuatro latas me llevó al pueblo y una vez allí comencé a recorrer el camino hacia el barranco, y ya luego, en el fondo, debajo de la gran roca de piedra negra, el pequeño caserío se adivinaba antes mis ojos y brillaba igual que un puñado de esmeraldas dentro de un cofre plateado, Carola y las demás comadres batían los pañuelos y sus mandiles relucían tan blancos como cien copos de nieve, como si de veras se hubieran cosido en ellos.



Por fin pude llegar y pisar las baldosas del patio de geranios de mi abuela materna; tuve la sensación de volver a nacer, y más aún, al ver las espléndidas, las grandes y anchas hojas ancladas alrededor del pozo y alrededor de la destiladera; sin duda alguna volveré una y otra vez para recuperar la magia de entonces…

Opérculo

 Había sido meritorio por parte del caracol el largo camino hasta el botijo, toda una prueba de fuerza y constancia, probablemente cualquier otro en su lugar no habría podido terminar, seguramente se habría rendido a mitad de recorrido, porque casi siempre es en ese sitio casi fatídico en donde la mayoría ceja en el empeño, y abandona con la excusa naturalmente de sentir que las fuerzas le han abandonado casi cruelmente, eso le pondrá más énfasis cuando se trata de justificar algo, se dijo, mientras no quitaba ojo al molusco, que por nada del mundo dejaría de atenerse durante el trayecto. 


Desde luego la música de fondo se preveía muy envolvente, acogedora; de modo que nada más despertar y con un gesto simple había provocado tal situación, incluso se había acomodado sorbiendo mientras tanto un triple seco, para eso tenía mucha bondad saboreando el regusto de la naranja, un lejano sabor, que aún se prodigaba en la esencia, y que a medida que los sorbos provocan casi un estado de inconsciencia que ella deseaba, todo se magnificaba igual que una orquesta cuando cada cual sorprende al mostrar las notas, esas que alguien escribe con prestancia, con verdadero ahínco…



No dudaría que ese estado de embriaguez y que deseaba, la llevaría a postrarse para sí misma, queriéndose; hubo un momento en que la vista le devolvía un fastuoso paisaje, el rastro del animal se le antojo un cielo lleno de estrellas, y así era porque ella tenía la cualidad de admirar las pequeñas cosas, esas, que a veces son difíciles de percibir; sin duda alguna además de un cielo sería también el abrevadero de los amantes, donde voluntariamente flagelan sus cuerpos, entonces el hermoso cobijo.
Por fin el botijo, la meta, y sonreía, porque allí se encontraba, para nada exhausto, para nada excitado...


Será la lluvia, serán los besos

 



Cogió de la percha el abrigo de paño negro, salió a la calle, llovía.

Empezó a andar despacio por aquella calle donde los bares no cerraban nunca. Ni las barberías, ni algunas tiendas de ultramarinos, ni los cines.

¿Tiene fuego?, dijo.

-Claro, respondió alguien-

Eso dijo cuando en ese momento empezaba a llover, primero en unas gotas finas, y diez minutos más tarde arreciaba una fuente que lanzaban las nubes como si te cubos de agua se tratase. Se cubrió con un pañuelo la cabeza, pero nada más. Apuró el cigarrillo. 

Hasta que no caló el abrigo la lluvia no se decidió entrar al bar de Louise, mientras tanto andaba con pasos lentos dejando que la lluvia besara el rostro y los labios y la barbilla. Mirando escaparates. Acariciando los faros de los coches aparcados. Cruzando la avenida sin mirar: coches a un lado y al otro. 

Un vodka, por favor.  Na zdoróvie"N , dijo alzando la copa.


Pero antes de todo eso, antes de salir a la calle a caminar bajo la lluvia y acariciar los faros de los coches, había estado toda la noche buscando aquel beso que pensaba tenía guardado, pero no...

jueves, 18 de febrero de 2021

EL ARTISTA

 


Con un paño de fieltro retira los restos de linaza, dos pasos atrás, y observa el lienzo, ahora el magenta reluce igual que una perla irisada. Los ocres van surgiendo igual que dedos de sol, iluminan igual que el oro el cielo. Surge el porche, que embellece el portalón, a un lado y al otro dos sillones emergen con pinceladas sutiles, gotas ambarinas a su alrededor hacen que adquieran la apariencia de dos hermosas vestales. Ahora toma en su mano la brocha mas gruesa, y un arco inmenso se refleja encima del tejado, las estrellas adquieren la viveza de los ojos de los niños, de los mismísimos ángeles, la satisfacción que le produce terminar la obra provoca un inmenso suspiro de alivio, y sonríe. El hostal de carretera había acaparado casi todo el lienzo; más bien un bello parterre de lirios en el Olimpo parecía...


¿Pero y esa tarde?

 


"Porque olvido, olvido pronto,

entre mis almohadas susurra la voz.

Son los sueños en lo hondo, que vuelven, vuelven como las aves migratorias,

discípulas mías".



"En la corte del castillo me hallo,

mesalina, mujer, libre,

besando de mano en mano".


"Hay corolas que brillan como los diamantes,

en mi bosque, en mis pechos,

si fuera ninfa, si fuera...








Los jardines de dentro

 


" Y yo, como si se tratase de una jauría,

de lobos penates, me quito el pañuelo,

que obstruye mi boca".


 Por qué tienes que hacer-me llorar,

cuando los pájaros sonríen,

cuando los niños lo hacen también.

Eres un cruel despropósito, vida."


Y cuando germina el trigo del mar,

en silencio, desplegando al cielo

su hermosura, así siento a veces,

latir mi corazón".


No soy de este lugar,

me he desterrado desde niña.

Oculto quien soy, oculto que amo".


!Oh¡, infinitudes de jardín,

maletas sin viajar.

Soy las flores y matas,

para siempre"...




Simpatía


 

De cómo quedarse a solas en la playa.

 


Como quiera que sea que el sol habría salido, desplegando los rayos aquí y allá, como quiera que esas rocas erosionadas por el lamer de las olas, el besar, acariciar, la mujer se habría sentado justo al lado, en la arena. Probablemente para, simplemente quedar inmóvil, mayestática, contemplando, escuchando el sonido del mar, el fluir de las olas, que por esos momentos parecían sirenas que por un rato jugarían con el vaivén...


En aquel momento, cuando uno piensa suelen venirse los recuerdos.

En la misma postura de total quietud y como un caleidoscopio, las imágenes se reflejaban en todas la rocas: voces, situaciones, circunstancias, rarezas, incluso carcajadas;  habría puesto el sombrero de paja de Fedora para proteger el rostro. Y sobrevino que recordó el día en que un amigo había ido a visitarla, un día de esos que invita a chocolate caliente por el frío:


- Deberé pensar entonces que el burbujeo de las conversaciones, el ruido de la ciudad no es lo que te debería agradar, eso dijo, eso le comentó a un amigo, de esos amigos de la adolescencia. 

Se habían cosido los corazones, y probablemente con un corte en las manos dejarían que su sangre se mezclara.

-No, no me agrada en absoluto, aunque me vea obligado por el trabajo, a veces pienso el porqué me empeñe en ser abogado.

Hubiera preferido trabajar en un barco mercante. De esos que surcan los mares durante muchos días. Contemplar el azul del cielo, o el gris del mismo con nubarrones a punto de explotar y dejar caer un río de agua. 

-Querida amiga, si, la verdad es que hubiera hecho eso; pero mi profesión exige que entre en el bullicio: coches con bocinas gritando, gente ocupando aceras, trotando casi como caballos en huida. 

La sala de Justicia con ojos ansiosos por el veredicto. Procedimientos, opiniones, pruebas, apuntes. Por esos días yo era el abogado de un señor que tenía en propiedad dos grandes edificios.

Tan grandes que tocaban el cielo. 


-Disculpe señoría, pero estoy en total desacuerdo con la parte acusadora. Mi defendido tiene su propiedad en toda regla, legítimamente suya, no entiendo el porqué la acusación de malversación de fondos, cuando este hombre lo que ha hecho en su vida ha sido trabajar duro, y por su inteligencia y riesgo, se ha apropiado de estos edificios, según los papeles todo está correcto.

Una compra en toda regla, con su propio dinero.

Un silencio se hizo en la sala, siquiera el ruido de un mosquito.

"Los abultados ojos, redondos del juez, ojeroso y con grandes bolsas de bajo de ellos, se abrieron como grandes abanicos, como canicas gigantes, con una expresión de asombro, o algo así".


- Y sabes amiga, estoy bastante satisfecho, porque gané el juicio de pleno derecho-.


!Ay la vida y sus secuaces!, dijo ella.


-Malversación de fondos decían, repetían, una y otra vez; pero resultó una mentira a merced de la parte contraria, diría yo que el abogado acusador si estaba comprado...


Sin apenas darse cuenta había terminado tumbada en aquella arena negra, fina, brillante, y suspiró, si, lo habría hecho muchas veces; mientras, las olas como plumas ligeras cosquilleaban su dedos... 






 


 


   

miércoles, 17 de febrero de 2021

Desde Armenia a los sueños

 


Los sueños son otra forma de vida, es otro mundo. 

En ellos uno tiene su casa, su jardín. Y puede vivir en el campo o en la ciudad. Nómbrame vivía allí más tiempo que en el otro. 

Un día se puso a escribir mucho, cada día más, y más, y se dio cuenta que ya estaba viviendo en una preciosa casa de madera.

A medida que llenaba los folios se iba creando muchas cosas más: tiendas, librerías, universidades. También había gente de todas razas, y caballos indios, y caballos árabes, un sin fin de caballos.

En el mar había delfines, ballenas, orcas, peces grandes, pequeños; también había corales, preciosos corales, y perlas durmiendo dentro de las ostras; pero era curioso porque en algunas de las ostras, en vez de perlas, había crucifijos de nácar. 

De modo que, como su estancia en esa otra vida era más fructífera, más creativa y sosegada, Nómbrame siguió escribiendo mucho más.

A veces permanecía despierta hasta bien entrada la madrugada escribiendo, y sus ojos se le ponían rojos como el fuego por la falta de sueño, o como los tomates.


Neveras no había, curioso, pensó. Entonces escribió un cuento en el que las neveras hasta se vendían en las aceras de las calles.


También escribió un cuento muy romántico. Los protagonistas provenían de épocas diferentes aunque no lo sabían.

Solo recordaban lo que Nómbrame quisiera. 

A medida que iba escribiendo surgieron muchas más historias, muy peculiares unas, otras, sugerentes. Una extensa y variada colección, como los cromos en una cajita plateada.

Los gorilas aparecieron en uno de sus cuentos, eran hermosos. Y las montañas se alzaban en medio de la niebla como guerreros preparados para la lucha. 

Nómbrame había nacido en Armenia, tenía muchísimos años, tantos que siquiera ella lo sabía. Cada historia que escribía cumpliría cien años. 

Por eso decidió quedarse en los sueños, desde Armenia a los sueños...




Sentimientos

 Llevo puestas alas de insolencia, arrebatos de locura..

y es mi mente alborotada de silencios y estruendos, es mi mente,

que no cesa de despertarme,

Llevo las chanclas de siempre, solo que el cuerpo yació.


Llevo su sonrisa de tiempos inmaculados, cuando las batallas,

y las alegrías…


Portar su nombre a mis espaldas, rasgarme la piel para verlo otra vez,


Llevo las gotas de sangre de su frente blanca y oliva,

Las gotas de sudor, las gotas de ayer en la sombra de un sauce,

Un compás de espera donde miríadas de pájaros vuelan,

vuelan alrededor de sueños y olvidos también…


La impureza de mis sentimientos… la impureza de dejarme hacer,

todo de todo, hasta deshacer las tripas enredadas a mi cintura, dejarme hacer,

por comer de tu mano, de aquella mano, de esta mano… no parar, solo morir,

morir ante miles de espejos de soledad y descaro…


Llevo: ¡Oh! ¿Qué llevo? Mi desdicha loca amarrada a cualquier cerro…


Portar, portar y descansar: búscame  yo que te espero…


Acertijos lleva el río de vivir. Hállate espíritu indeleble… soy yo tú, soy el pasado que vuelve...  


Mi cuerpo se hizo cuervo

 



"Tensa cuerda de guitarra,

se hizo mi garganta.

por no poder hablar".



"En la roca estuve frente al mar,

y mi cuerpo se hizo cuervo".



"Tensa, tensa fue la palabra,

que no quiso salir".



Ballade pour Sophie

Ballade pour Sophie

Se habían despedido el mismo día en que se encontraron, solo que, ninguno de ellos lo sabría hasta pasado unos años, en que, l...