Aplausos


Nada más alentador que un aplauso. Pero cuando se repiten por compromiso la vanidad de aquell@s que los reciben se convierte en un monstruo devastador.


María Gladys Estévez.

viernes, 29 de julio de 2022

Coleccionista de imágenes

 





Una barba cola de pato arraigada desde mucho. Unos ojos redondos negros miraban cada instante en el que el día regalaba toda clase de imágenes.


Los trazos en el papel comenzaban a vislumbrar lo que en una estación de tren sucedía.

Un tren de cercanía de color verde con puntos de luz a ambos lados. Pasajeros suben y bajan, caminan por el andén. Ahora una halo de luz se cuela por el abombado techo perforado de diminutos agujeros. Aquella señora se coloca el sombrero. Un hombre se atusa el bigote y bosteza.


En la avenida que hay detrás los coches con sus bocinas braman. Tienen el ceño fruncido. Hay gaviotas revoloteando, ha llegado la pesca. La lonja es un prado de peces con los lomos brillantes, peces agonizantes. Comienza la subasta. Aquel señor de prominente abdomen alza la voz, quiere todo el marisco. El señor Álvarez, narizudo , con perilla, apuesta por las samas roqueras. Todo un deleite de imágenes en el papel.


En el otro lado de la ciudad hay un arco. Da la bienvenida a todo el que visite el lugar.

Hay un castañero , y un sauce que ahora se bambolea por una sutil brisa. Un sauce que ha visto cada día pasar a los transeúntes. Algunos con prisa, otros con pasos lentos, meditando cualquier cosa. En invierno las gotas de agua dan de beber al viejo sauce, envuelven las ramas, son caricias. En verano es refugio de personas acaloradas, que toman asiento en bancos de madera y beben limonada.


Los instantes quedan en los folios. En la pared hay vida, toda la vida de cada día.






Al revés.


 Mi mundo

se ha desplomado

pero

el de mi interior

larga vida a la reina

Todas eran buenas.


 

jueves, 28 de julio de 2022

Momentos.

 Es extraño que el tranvía cruce la misma tierra de antaño, que la traspase igual que un topo arañando los surcos  en que un día crecieron  los tomateros y los bancales plantados de  papas, y otros mas allá de calabazas, y otras hortalizas; realmente es curioso mas que extraño ver ese pequeño trenecito borrando el pasado, y es que  siempre hay un tiempo nuevo, incluso el que vivieron personas que ya no están, siempre, siempre, hubo un tiempo nuevo.

La casa antigua que fue moderna, y casi burguesa, sigue erguida como una torre, siquiera los alisios y la lluvia y algún rayo ha podido con sus viejas piedras, es como un mausoleo; una trepidante fachada con adornos en las balaustradas, incrustaciones de azulejos de colores en cada una de ellas, la escalinata de mármol está intacta si dejar que el paso de los años la haya dañado,  y la fuente ya no lleva agua, pero ahí permanece, de vez en cuando se quedan pequeños charcos producidos por la lluvia en invierno.

Las caballerizas ya no están, en su lugar han crecido toda clase de matojos y hiervas, los rabos de gato acaparan casi todo tendiendo una capa gris como si adrede quisieran sesgar  el pasado y la belleza que un día hubo en toda la hacienda.

En las aproximaciones de las casitas de los labradores, las higueras negras iban cargadas de  jugosos y dulces higos, como las bolitas que adornan los árboles en navidad, solo había que extender la mano para llevarse a la boca tan rico manjar. Las tuneras se hallaban conformadas en grupos alrededor de una inmensa charca verde con sus ranas, que croaban como si de un concierto se tratara, aquellas tres mas fuerte y esas dos, con menos intensidad, luego, las demás acompañaban igual que los coros, y es que la hacienda era como un pequeño pueblo con las dos casitas de los trabajadores a un lado, donde el árbol de laurisilva de esos troncos que parecen que abrazan, como si en verdad supieran de los que vivían por allí, y es que a veces, diría yo que escuchan y sienten el tacto de los dedos cuando recorren su corteza, afortunadamente siguen en pie, siquiera el  huracán los derribó allá por el 2005.


Casi las veinticuatro horas del día avanza sobre los rieles  con pequeños chirridos, y a ambos lados de las vías, los tramos para los coches, y  bicicletas. Las personas  que no pueden ir sentadas se sujetan a las barras  mientras leen algún libro o mantienen conversaciones con sus móviles, esas conversaciones de ahora que son silenciosas pero que tan dichosos hacen a algunos, yo diría que son amigos de esos virtuales que se llevan en el bolsillo, que no hace falta quedar en un café para charlar, ni hace falta escuchar las voces de los otros, basta con agregarlos a la lista y comenzar a teclear y comienza la tan deseada conversación, incluso parece que surgieran delante igual que los hologramas.

Son muchas las veces que para enfrente de lo que un día fue la hacienda, suben y bajan los pasajeros sin apenas advertir la casa que muestra un lado de ella y uno de los balcones de madera de nogal que se cubrían por aquel entonces de banderas anchas por las fiestas. Y sin contar los miles de farolillos que adornaban toda la fachada cuando se celebraban los banquetes y los bailes. Para mi no pasa inadvertida, a veces incluso tomo un billete y me subo al moderno tranvía para ver una vez más los recuerdos, giro la cabeza hasta que ya no puedo atisbarla, e impredeciblemente aparecen las andorinas girando y girando en bandadas, como si en verdad siguiera la vida en esos lares.

Entonces la fuente revive y los patos también y los caballos relinchan al trote y los potrillos al paso de sus madres y los labriegos cargando la paja, también se encienden los farolillos esplendorosos y se escucha una folia  y una isa; pero todo eso es el tiempo guardado, en mi cabeza. 


Ya publicado. Lo dejo otra vez aquí.

miércoles, 27 de julio de 2022

A veces me canso.

 



Te quiero tanto vida; sin embargo a veces me canso de llevar los bolsillos repletos de historias.

Y me acuerdo de aquel día en que renuncié a ser un poco yo, para regalar tanto. Regalé unas cuantas noches de insomnio porque tengo que decir que me hacía falta dejar noches en vela en manos de la madrugada. Calantha ha sido mi musa de la vida, por decirlo de alguna manera, Calantha viene y va, y si necesito rezar un poco a escondidas, viene y se queda conmigo.

Calantha no es un ser visible, es tangible en mis sueños. Es musa y madre, yo siempre he estado convencida de ello. Es una madre inmensa que siempre se ha quedado conmigo. A veces pienso si yo realmente me merezco tener una madre tan espléndida y sensible, pero luego me digo a mí misma. ¿Y porqué no?. Al fin y al cabo soy humana, cargada de errores ,y cargada de dones.

Temor de Dios y fortaleza son con los más que me identifico y por supuesto son míos. Nací con ellos.

He regalado juventud a la vida, así sin más, sin pensarlo. Estuve un buen tiempo donando juventud a los días y a las noches. Y de veras que no está nada mal. Una ni cuenta se da que aquellos montones de días regalados de mi vida, la piel y los huesos se lastiman bastante. Se oxida hasta el pensamiento. Pero como no duele, una ni se entera. Más son las cosas que duelen aquellas bofetadas que te da, por ejemplo una mañana de frío invierno, cuando al salir al portón un aire repelente te duele en las mejillas, o también alguien que pasa por tu lado y siquiera te conoce. Y es que a veces estamos tan ciegos…

Pero como han pasado tantas primaveras y tantos inviernos, otoños y veranos, pues la verdad es que yo a veces me canso.

Y no quiero que se me olvide los besos que he regalado, y cestas y más cestas de lunas enteras, y de soles,y qué curioso que ahora me acuerdo que hubo un tiempo que regalé un río caudaloso lleno de peces plateados. Calantha tuvo que ver mucho con todo eso, ah! Calantha mi musa eterna. Mi madre, mi amiga… Calantha, que tantas veces se adentra en mi hogar y rocía un poco de agua de río limpio.. y entonces todo es paz, sosiego… hasta me duermo como un niña.

Si a veces me canso. Pero ¡hay señor! Quién no se cansa en este mundo de tanto veneno aspirado, o quién no se cansa en este mundo de donar y donar, y donar…


lunes, 25 de julio de 2022

Diferente.

 



Se habría excluido del grupo. Tratándose del asunto, lo hicieron por miedo más que nada.

Miedo a tenerla con ellos, a convivir, esperar su reacción y cómo hubiera reaccionado con lo cometido.


El individuo por lo general siente pavor ante otro que alcanza cuotas infinitas en cuanto a inteligencia y modo de hacer.


Probablemente sería una asesina, o quizás no.



-¿Vampiresa?, dijo alguien.


Eso provocó una carcajada de la jefa de mando, tanto, que tuvo que escupir un trozo de fruta por no ahogarse.


Y es que la manada no quería a un ser tan bello, proporcionado de unas dotes infinitas.


De modo que Erina se refugió en una vieja casa a otro lado de la ciudad.


Pero tuvo que dejar las alas fuera por la pequeñez de la vivienda.

Se sintió desnuda sin ellas. De vez, en cuando, las veía desde la ventana que daba al porche.


Pasaron dos semanas, Erina recogió las alas y se fue para atravesar el bosque. Tenía hambre. La sangre de dos ciervos le bastó.


Sabía perfectamente que la manada la necesitaba. Esperó tranquilamente con una sonrisa irónica.



El aire cada vez más contaminado, las guerras duraban décadas dejando el caos.

Los humanos vivían menos. La Tierra era otro planeta: gris, obsoleto, desierto.


Supieron que se acercaba por su olor: incienso, sangre, hibisco.


Suplicaron que volviese y dijo que si.

Pero con una condición.


A cambio de acabar con el desastre :un par de alas más y ser nombrada jefa de la manada. La vanidad estaba incluida. Vanidad es una distinción propia de los humanos, aunque también de Erina.

Fue concebida por un humano y un ser divergente.


Amaneció después de dos años: limpio de oscuridad, paz infinita.



Cortar de raíz le decía su abuela, con palabras contundentes.




¿Un té?, no, dijo.


Quiero tu sangre, volvió a decir.


Y sí, era una asesina, una hermosa asesina.











sábado, 23 de julio de 2022

Nada


 Mar 

pacífico


Salitre

fuego 

Volcán


Arde 


la tierra

mía


Mañana

habrá terminado


Duermo 

en brazos de la noche 








martes, 19 de julio de 2022

Ya no habrá sol

 



Por mucho que se empeñó en querer asistir a la fiesta de cumpleaños, por mucho que se había acicalado la magia se había roto como un frenazo en seco de un coche a punto de estallarse contra un muro. De modo que regresó a la habitación, no sin antes haber llorado como una niña y haber pateado la arena negra de la playa de Duque.


Se quitó el vestido, que se había arrastrado y dejado un surco en el mismo borde, donde iban y venían las olas. Estrepitosas olas, encadenadas olas. Llevaba un bonito recogido, que atado con horquillas y un adorno de plumas, realzaba su cabellera negra...

La luz del día entraba por el ventanal y también recorrió el pelo, ya suelto, ya libre, como si fuesen nidos de golondrinas en cada tirabuzón. Pero la lluvia de lágrimas se habían desbordado como un río caudaloso, sin medida, sin freno, hasta quedar dormida sobre la colcha de patchwork. . Aquella fiesta la había esperado unos meses antes, estaba segura de poder asistir, incluso ya tenía el regalo, un bello lienzo de Monet que ella misma habría pintado con delicadas maneras, con entusiasmo e ilusión. Acostumbraba, cuando empezaba un cuadro, cerrar persianas y puertas, solo la música habría de escucharse, como cuando se hace un silencio apacible, como si hablaran las hadas. En este caso Schubert sería su inspiración, un agradable columpiarse debajo de un sauce, melodía de dioses.


Una ducha había emborronado el maquillaje, mojado el pelo, una ducha caliente, y después dejarse caer y quedarse con la cabeza gacha, gimoteando aún.


Antes de quedarse rendida y postrada en la cama, sucedió todo eso. La marchita tarde que cubrió de gris el esplendor de ella, el vestido que habría rasgado con unas tijeras, y dos horas antes relucía en la percha cubierto de tul, de flores, de primavera...

Los mitones se quedaron por el camino, apenas se había alejado de la casa, cuando supo que ya no habría sol. No germinarían los sueños, no habría agua para dar de beber a los camellos en un desierto, la tierra agonizaría, el día sería noche, tan noche como la eternidad. Y es que es tan cruel la vida a veces, las perspectivas ya no serían las mismas al contemplar uno de sus lienzos. La ceguera habría irrumpido igual que un dragón lazando llamaradas de fuego, destruyendo los sueños...


Reeditado.

lunes, 18 de julio de 2022

¿Dónde se quedaron las alas?






 ¿Dónde se quedaron las alas?

se dijo


En lo hondo

..................................

Loca

estúpida

dijo alguien

En el fango

bailo

en aquel

antro vivo

quiero dejar

de ser

lo que nunca fui


Volver.



Ella

se queda

conmigo

acariciando mi pelo

sonriendo

y mis

pesadillas se hacen

chiquitas

Volveremos

a vernos...



 

domingo, 17 de julio de 2022

Ahora que.

 Ahora


soy


una loca feliz


Tengo

el alma 

almidonada 

Él dijo 

Eres un estúpida


Yo, yo ya he muerto


junto l estanque


en las tierras


de abuelo.








viernes, 15 de julio de 2022

Tristeza.

 Dice.   



Dónde vas loca?


No vales 


nada 


Y me escondo


en mi rincón


Lloro 


Lloro.


Me quiero ir


Ya.








miércoles, 13 de julio de 2022

No hay sugerencias.


 Me olvidé

del ahora

ayer me espera

con churretes

en la cara

descalza

empolvados

los pies

Me olvidé

del ahora

sentada 

entre maizales

allí me espero

Estoy esclavizada

a esta vida

soy una loca

que no tiene remedio

alcanzando la cuota

de tocar a la puerta

a quien no me ha llamado


Ballade pour Sophie

Ballade pour Sophie

Se habían despedido el mismo día en que se encontraron, solo que, ninguno de ellos lo sabría hasta pasado unos años, en que, l...