lunes, 19 de abril de 2021

Blanca y radiante.



Estaba tan guapa. Los lirios adornaban la capilla, y en sus manos translúcidas una rosa blanca reposaba sobre un lecho de hojas verdes.

La luz del sol se adentraba por la vidriera, y las irisadas tonalidades acentuaban la belleza del  rostro  que permanecía plácido e imperturbable.


Quedaban atrás los recuerdos de la niñez:  los besos y mimos de mamá y papá; las caricias, y las miradas que se cruzaban ilusionadas en la adolescencia.



Quedaron sepultados los llantos, las noches de miedo; los días en que llevaba demasiado maquillaje para ir a la compra, y tenía que dar alguna explicación al pescadero o al frutero.

Un doble de campana y el templo quedó vacío. Se la llevaron por la vereda, al cielo...


4 comentarios:

  1. Sin duda una bella escena derivada de un momento triste y solemne. Seguira existiendo mientras otros la recuerden

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  2. Me he puesto nostálgico.
    Esta tristeza es hermosa, eso sí.

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