Y el cuadro también se limpiaba quedando reluciente, igual que las ventanas y las lámparas; pero nadie de los que vivían en la casa advirtieron su contenido: un atardecer ocre sobre las montañas picudas, un lago manso y cristalino que abraza como una madre, y allá, en la esquina, unos juncos erguidos como guerreros. Asfódelos, lirios, jazmines con pinceladas muy suaves. El beso de dos amantes zigzaguea en ondas aquí y allá, sutilmente recorren el lienzo dejando un rastro de caricias, ondas púrpuras. Incorpóreos, ausencia de tiempo, serena quietud...
Transmite tranquilidad el texto.
ResponderEliminarBesos.
Gracias Amapola.
EliminarBeso.
Sí.
ResponderEliminarTranquilidad.
Pues, si.
Eliminar