Aplausos


Nada más alentador que un aplauso. Pero cuando se repiten por compromiso la vanidad de aquell@s que los reciben se convierte en un monstruo devastador.


María Gladys Estévez.

viernes, 16 de abril de 2021

Ese miedo.

 


La niebla cubría el espacio. Sus pasos en la gravilla desataron

los gritos de los guijarros del parque. Sintió angustia.

Entonces recordó al doctor Jekyll y Hyde. Pensó cómo 

moriría: por estrangulamiento, o cercenar su cuello.

El olor a leña de las chimeneas le reconfortó pensando que 

llegaría pronto a casa, se concentró en esa idea mientras 

exhalaba el vaho que se escapaba igual que un grito de terror.


En un intento de escapar de aquellas garras giró rápidamente 

la esquina que la llevaría a buen recaudo. Uno de sus 

tacones se clavó como una estaca, y tropezó cayendo al 

suelo. Notó su presencia, no quiso mirar, se cubrió el rostro 

con sus manos temblorosas, y allí estaba junto a ella: 

"Señorita soy el sereno me preguntaba se encuentra bien 

usted".












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