" De esas madrugadas que gritan en silencio, de esas hay una que me acompaña y es la que más grita. Es la soberana que me quita el sueño. Es la Descarada que me roba toda o poca ilusión. Es la ingrata que me subyuga; ella consigue llenar mi corazón de un anhelo tan grande, tan sin medida... Ella no es buena; ella derrota cualquier logro,cualquiera de los pocos que tengo.Lloro, lloro, lloro...,
Incesante, incesante ese mar muerto de rastrojos, ese mar ahora inunda mis ojos. Si.
Qué dolor tan grande cuando uno quiere ese bello y chiquito cofre con besos y por fuera con un gran lazo de raso azul, amarillo..., Qué dolor tan grande pues. Si, que lástima, que pena, cuando con toda la alegría del soberbio y magnánimo universo, una, destapa el cofrecillo y contempla como han huido esos besos, esos pequeños jilgueros. Luego la resignación es igual al llanto; es como contemplar un jardín antaño florido, en un huerto cubierto de hojarascas nada más...,"
María Estévez.