Será pues mi locura pasajera?
Más bien de nacida la llevo
PD. Estáis, mi señor?.
Hoy el alma mía
desgarrada está
de visita por tu casa
y no estás
Te fuiste amigo
por esa escalera
te quiero
te quiero
olvidar jamás
volveremos a vernos
PD. Volveremos Ramón.
Pende de mi pecho
el rojo cáliz
de tus labios
Cuando llegará
el día
verte, verte
Por campos de olivos
trotan caballos
golondrinas surcan un Cielo
No es distancia
es desgana
un abandono
Arrasa el fuego
que llevo
pronto cenizas
quedarán
Lo que no pudo
ser
veo pasar
aquel tren
no pude
esperarte
en el cuarto andén
El tiempo no coincidió
La mar llora
sobre mis hombros
devastador
es su silencio
El reloj
cruel marcando
las horas, los días
por aquella ventana
rayos de luces
miman mi alma
En aquesta orilla
de entre los juncos
un día de otoño
primavera fue
Te has ido
he soñado
allá, detrás
de las montañas
un prado de recuerdos
Un vendaval
ha hecho remolinos
las golondrinas
se han ido
Aquel lago
es el espejo
ahí veo
en lo hondo
Ya ha vuelto
el palpitar
que desde un corazón
late
Entre tejados
la gata largas
horas
se recrea en la Luna
Ya ha sonado
un, dos, tres, cuatro, cinco, seis
las campanas
De cigüeñas
y sus nidos
¿Dónde anidarán?
Y si por algún motivo
arrecie la lluvia y
me encuentre dormida
mejor será de los sueños
Reina soy
Por si vienes y no estoy
una señal en mi puerta
espero
Soy un alma rebelde
prisionera en un cárcel
Ayer me pregunté
si podría
verte
en primavera
di que si?
Hay un oasis
dentro de mi
de retales e inquietudes.
Era un insulto a su persona eso pensó, cuando pudo escuchar a unos muchachos burlarse de María.
Por el mero hecho de ser lesbiana.
Si, era un insulto. De ninguna manera habría de permitir aquella burla insultante.
De modo que se acercó y preguntó el porqué se comportaban de ese modo: "es cosa nuestra, así que vete de aquí, viejo".
La muchacha lloraba incansable.
Le ofreció el pañuelo y la miró con cariño.
Luego se fueron, se alejaron de aquellos desdichados, pobres criaturas incultas.
¿Cuál es tu nombre?, dijo Efraín.
-María, contestó la muchacha.
Te invito a comer, hay un bar muy confortable en aquella esquina.
-Claro respondió-.
Pasaron unas horas muy agradables, hablaron de esto y aquello.
"Si los juncos se abrazan
los nenúfares se besan
las mariposas se aman
el amor es lo más puro
que pueda haber
como el tuyo y el mío"
Qué bonito poema, dijo Efraín
Es sólo un sentimiento, el mismo
que me abraza desde el día en que
nací.
Sensibilidad extrema .
Hecho la mirada hacia atrás
y alguien tose
alrededor se cubre
el cuerpo de mariposas
¿La mar es asesina?
quizás si. En la inconsciencia natural
Pero es desgarrador
gritos que nadie escucha
profundo valle
El espejo me dice que
esa niña soy yo
está alegre
y me da la mano
Anoche dormí con él
las sábanas volaron
los besos se quedaron
Ese piélago de estrellas
ilumina la vida de muchos
La historia se vive
igual que el presente
y el futuro
Hoy me quedé ahí
en ese abismo
es mi destino.
El sopor hizo que entrara en un estado de inconciencia que a su vez se convirtió en un aletargamiento que siguió en un sueño. El sanitario había entrado en la habitación con la bandeja donde se hallaban las medicinas y la jeringa.
Tropezó en el pie de la señora y esto hizo que los utensilios volaran, con tan mala suerte que la jeringa se clavo en uno de los dedos (el dedo gordo).
Esto provocó que quedara totalmente dormida (la morfina tiene eso).
El sueño duró mas de dos horas, porque nadie supo si en verdad dormía naturalmente o era provocado por el pinchazo.
Cuando alguien duerme profundamente a veces sobrevienen los sueños más relevantes de la memoria:
"El bombardeo era cada vez mas fuerte. Pronto las casas serían arrasadas. La comarca había sido tomada.
Cada cual reservó su vida como pudo, algunos corrieron donde la bodega en el sótano. Otros en la iglesia.
Aquellas personas levantaron la alcantarilla y bajaron a las profundidades de esa otra selva oscura.
La niña lloraba incansable. Sus padres habían desaparecido.
El mundo cruel de las guerras se los había arrebatado.
Pasaron unos cuatro días y la bebé sobrevivía comiendo restos que encontraba por entre los muerto, restos de pan, y algo más.
Alguien extendió la mano haciendo un gesto para ayudarla.
Sin dudarlo se pegó a esa persona que la tomó en brazos y la llevó al cuartel militar donde estaban los enemigos.
Era un comandante que no había podido tener descendencia.
De modo que adoptó a la criatura".
En Francia, año 1940.
del despertar al despuntar
el día: Una alondra, mariposas, un Cielo
De la mano voy sujeta a la vida
si es por pensar que es sujeción
¿Sumisión?
Veo desde mi ventana el nacer
flores variopintas
Aves circundando
Una perla suspendida en el Cielo
es la Luna
me ciega
como sus ojos
Cruzo la callejuela
por si
te
veo
Más, siquiera una brizna
un beso lejano
nada
olvido
pues
Resignación la mía
no corresponde edad
ni tiempo alguno
Del parque que se halla en el mismo centro de la ciudad se alzan diferentes clases de tallos, ramas, y también palmeras.
De procedencia indistinta veo allí tallos, que surgen como torres: verdes, de hojas lanceoladas. Una extrema belleza.
Ahora hay transeúntes algunos se adentran para disfrutar de una mañana soleada como la que es ahora en estos instantes; otros toman asiento para leer la prensa.
Aquella señora se ha molestado, porque uno de los tacones se ha enterrado entre los zócalos. Quizás lo mejor que pueda hacer es dejarlo ahí.
Hay jacintos muchos jacintos, se me antojan infantes cuando salen en bandadas como los pajarillos. A la vida, al Sol.
Detenidamente observo a un caracol, es curioso, porque recorre una pequeña vereda con la parsimonia y elegancia que le corresponde. Se adentra, quizás también disfrutando de la mañana, cualquier vida aquí se hace un cielo azul, maravillosamente azul.
Aquel caballero se acerca a la fuente y hunde sus manos en el agua cristalina, y suspira, suspira como si se tratase de un alivio, algo que le haya estado martirizando.
Pero no dejo de ver el recorrido del caracol, que ahora se ha encontrado con cuatro más.
¿Un desayuno?
¿Una despedida?
Como quiera que hoy en este parque grandioso, su naturaleza verde, sus animalillos, los transeúntes, yo volveré a el, y es que una pretende dejar que entre la vida, respirando profundamente, observándolo todo.
Volver a la niñez.
¿Eres tú?
-¿Yo? .
Alguien dijo, pero siquiera pude ver su rostro.
Ya se van talando
ramas, troncos
de maldad será
más, de eso abunda
¿Cercenar?
Más, el vuelo de las mariposas
que de hadas parecen
¿Dónde hallaré la verdad?
Si al volver
nada he de ver
nada que de mis manos
pueda besar
Decidme pues
¿Qué he de hacer?
De este modo de vivir
no es el gusto mío
En aquesta cima
os espero, oscura
El reloj no marca las horas
en este día aciago
La rin razón ha vuelto
en las espaldas de muchos
Y nado a contra corriente
por ver si llego
a una orilla diferente
Más, siquiera una brizna
de brisa en mi rostro
se es propicio el recuerdo
que tengo de él
El olor
El sudor
Su boca
Su mirada
Todo él
Aún en la distancia
sin poder
le recuerdo
El reloj no marca las horas
en este día aciago
Entre yuyales
en los juncos
como ave de paso
seré
Algunas personas cruzan la calle, otras vienen de frente.
Aquella guagua está repleta de personas, ahora gira a la derecha,
desaparece al entrar en aquel túnel.
¿Me compra algo?, dice la señora.
-Una limosna por favor, dice Lucas el señor que fue a la guerra y se dejó allá la memoria y el alma.
Ahora cae al asfalto el señor con bermudas, lleva dos bolsas.
¿Le ha pasado algo?, ¿se hizo daño?, dijeron dos señoras.
Tengo el móvil en las manos y entra un Wass: entonces nos vemos a las dos de la tarde en la tasca el Pecado?-
Si, claro.
Pero qué bonitas esas gaviotas aún en la confusión por sobrevolar el centro comercial. ¿Se habrán olvidado del mar?.
-Lleve un numerito señora la suerte está de su parte, dijo Gregorio-
Hay en aquella esquina un perrito, lanudo. Espera a su dueño, o dueña. (sabe que lo premian con alguna golosina).
Lo asombroso es poder observar, quedarse un rato en el mismo lugar.
Oh!, las bienaventuranzas que nos da la vida.
¿Quieres otra copa?.
Claro, todas las que sean y más.
Qué pillina eres-
No, no es cierto, es que vivo ahí dentro, en lo hondo.
Aquel puente es leyenda. Por lo bello y porque en él se han
dejado ir muchas personas.
Hoy la ciudad huele a naftalinas, será porque es antigua.
Lucas fijate que hoy te llevo conmigo a la tasca.
Quiero que seas feliz, que se te rompa el corazón de tanta
alegría.
Se que Lucas me visita casi todos los días, deja flores: Jacintos.
Limpia el porche y reza un Padrenuestro, y un Avemaría.
Lo sé, si.
Sería como pisar la hierba
al ver que vuelves
La hierba verde, esplendorosa.
Sería como desnudar al mundo
si te has ido
Sería sentir la brisa, tú brisa
en mi rostro
Sería un compás
un remolino de sensaciones
Estar a tu lado es como
cambiar de mundo
buscando otro camino
Sería dejar- me
en el olvido
Ser la causa de tu partida
es lo correcto
Sí, lo es
Sería escuchar música ya sea
en el Cielo o Infierno
Sería frivolizar, si realmente sería eso: un Sol espléndido, el mar calmo. Siquiera había reparado en ello. Sólo se preocupó de escoger el vestido par la fiesta, lo demás nada importaba.
La peluquería, los zapatos, las medias, el maquillaje etc.
¿Era frívola?
¿Si o no?.
Coño es que una no puede dejar lo demás para estar divina joder!.
El claxon de aquel coche negro, el del último viaje, hizo que despertara.
El alcohol había hecho que se sumergiera en un profundo sueño, como si no estuviese allí. A duras penas pudo levantarse del catre y echó un vistazo por el ventanuco. No sin antes beber la última copa que se hallaba al lado de la mesita de noche. Pensó igualmente que podría haber entrado en el triangulo de las Bermudas, tenía la lengua acolchada y dudó de todo.
Y es que cuando los sesos se hidratan de ese modo es difícil saber o interpretar que cosa sucede, cual es la realidad, o no.
De modo que se quedó unas horas allí mayestático.
¿Qué edad tiene?, ¿Quién era?. ¿Porqué vivía de ese modo?
Soy la que tantas veces
se adentra al vórtice de mis propios
remolinos y pesadillas.
Soy descaro
Soy loca.
Anuncio mi bipolaridad,
y el mundo se ve de otro modo
en ese lecho estuve con-tigo.
Soy la maga de Cortázar,
abrigada junto al río.
En las madrugadas cuando la oscura
quiere arrebatarme todo.
Soy quien acude cada noche
al tugurio donde soy persona.
"¿Qué decís?"
"Más,¿ sois vos un fantasma?
soy yo que ando en otro mundo
y no me pertenece.
Marchaos pesadilla, dejad que duerma".
Ese estado de ingravidez que, al contemplar lo cotidiano, es lo que siento, es como estar dormida, o ausente. Al esperar en el ceda el paso de una calle cualquiera me otorgo a mí misma eso. En realidad es algo que siempre he padecido.
Mientras, esos segundos de espera en que una se queda mayestática a la espera de que algún vehículo deje que cruce la calle, se hacen toda una eternidad. Es como contemplar una película sin sonidos, es una brisa suave, dulce como un beso que siento confortablemente. De modo que en esos momentos de mudez ante mí surge un gran carrusel: aquel edificio está en obras, hay personas que entran y salen, algunos en la última planta, otros en la acera dirigiendo todo. La tienda de sombreros de la esquina tiene un escaparate precioso: toda clase de abalorios. Los sombreros son como joyas, algunos llevan incrustados pequeños cristales de colores.
La cafetería a estas horas está repleta de gente, toman café, o desayuna. Aquel señor está fuera en un mesa escribe algo en su cuaderno, parece porteño. Es alto, moreno, de unos sesenta años, además bastante atractivo. A veces las personas llevan cuadernos consigo porque siempre hay cosas que anotar: frases, palabras sueltas, o un diario.
Mientras tanto sigo ahí, etérea. Hace mucho que espero, aunque sólo hayan pasado unos segundos.
Hay flamboyanes, son preciosos, copados de flores. Aquella señora sufre, sufre porque tiene el rostro compungido, solloza. Cree que nade la ve, pero yo si. Ese estado de levedad me permite ver todo con calma. Colores, olores, situaciones. Probablemente le hayan dicho que tiene que pagar la hipoteca porque de lo contrario la desahuciarán, o tal vez, es porque el amor de su vida es una quimera, aunque a ella le haya parecido lo contrario.
Quizás es ella la que tiene el problema: esquizofrenia, o es alcohólica. En algún momento en la prensa saldrá la noticia de su suicidio. Una vida vacía. Una lucha inútil.
Siquiera un avión del ejercito con un sonido estrepitoso volando casi al ras conmueve mi cuerpo.
Sigo ahí en otro mundo. Es placentero. Como una criatura en el vientre materno.
Alguien me besa, pero realmente no ha sucedido, yo puedo percibirlo, pero no hay nadie en esos momentos.
El caballero porteño abandona la cafetería y lo puedo ver enfrente espera para cruzar la calle.
Alguien dice que puedo pasar y es en ese momento cuando vuelvo a la realidad.
Nos cruzamos y nos miramos a los ojos, dejamos que se unan las manos con una leve caricia.
Reeditado.
Este aciago pensamiento
en pesadilla se ha vuelto,
Entre juncos, burlón.
Aquí y allá con un turbulento
vagar.
Más, qué puedo hacer, sólo dejar
a la deriva, a la deriva sin rumbo,
incierto caminar.
Este aciago pensamiento
de luces quisiera que pueda ser,
más, cruel es pensar:
Siquiera una nota en la esquina
de un papel.
Con un paño de fieltro retira los restos de linaza, dos pasos atrás y observa el lienzo, ahora el magenta reluce igual que una perla irisada. Los ocres van surgiendo igual que dedos de sol, iluminan igual que el oro el cielo. Surge el porche que embellece el portalón, a un lado y al otro dos sillones emergen con pinceladas sutiles, gotas ambarinas a su alrededor hacen que adquieran la apariencia de dos hermosas vestales; ahora toma en su mano la brocha mas gruesa, y un arco inmenso se refleja encima del tejado, las estrellas adquieren la viveza de los ojos de los niños, de los mismísimos ángeles…, la satisfacción que le produce terminar la obra provoca un inmenso suspiro de alivio, vuelve a sonreír. El hotel de carretera había acaparado casi todo el lienzo, más bien un bello parterre de lirios en el Olimpo parecía, volvió a sonreír.
Circunspecto, atusando el bigote, con la oreja pegada a la radio, el señor de la tienda de sombreros parecía de cera; para nada había escuchado los vítores que en la calle ancha se prodigaban al hombre, que altivo enarbolaba la mano desde una tarima ridícula. La oreja había permanecido atada a la radio, como si fuese la prolongación de la misma, y es que hay veces que las personas se mimetizan de tal forma que una no sabría distinguir una cosa de la otra.
De modo que toda una amalgama de sonidos y voces se podían escuchar. Era fácil poder intuir que él se encontraría ahí dentro, junto a ese mundo tan misterioso y real, por el modo en que reaccionaba cada vez que la oreja se fundía junto al aparato, como una loncha de queso cuando viaja en el microondas.
Voces con noticias de esto y aquello, sonidos relevantes que hacían trotar hasta los caballos, y el caballero de cera envuelto en ese humo misterioso, en ese otro lado.
Sé la imposibilidad
de lo que no puede, o pudo ser.
Soy sola y ando sobre mi
propio tejado,
Estas telas que llevo
de púrpura vestida
es el renunciar
a ese olvido-recuerdo
Ya no se llevan calles estrechas, sin embargo aún se pueden ver en cualquier ciudad del mundo.
Las calles estrechas tienen magia, al menos yo lo creo así. En las calles estrechas abundan toda clase de seres y cosas, y humanos también. Por ejemplo: los grillos, los cubos de basura con peladuras de limón, peladuras de papas, y peladuras de muchas cosas, tantas que se ven colmados, los cubos.
También muchas colillas, algunas aún con resto de pinta labios, y otras simplemente son colillas apuradas en el transcurso de la noche una, tras otra, mientras se juega a una partida de cartas, atrás del tugurio, por eso el whisky, por decir whisky, porque podría haber nombrado cualquier otro brebaje, habrían de ir igualmente al cubo de basura, las botellas, vacías del todo.
Esas calles estrechas algún día serán solo un recuerdo en el tiempo de alguien. Porque ya no cabemos, y ahora lo que más abunda son las calles anchas y largas, avenidas que parece que engullen a todo el que se adentra. A mi me parecen selvas. Pero no son verdes, esa es la diferencia. Son multicolores por las luces que llevan las farolas, y por los adornos de navidad, si es el caso que fuera época de fiestas navideñas.
Pero yo me niego a eso de renunciar a las calles estrechas con sus cubos de basura en la parte de atrás, o en la parte trasera. Las calles estrechas donde se duermen los tugurios a altas horas de la madrugada se han convertido en un culto, por decirlo así. Bares atestados de parlantes, con cigarros en sus bocas, con la música del trompetista que parece que nos lleva al cielo. Y sobre todo ¡ah, sobre todo! Los ricos bocados de tortillas, y de pimientos, que más que comida parecen besos con lengua...
Se habían despedido el mismo día en que se encontraron, solo que, ninguno de ellos lo sabría hasta pasado unos años, en que, l...