lunes, 31 de agosto de 2020

La cazadora de sueños

 

Ya sea durmiendo,o despierta, siempre se llevó todos los sueños que pudo: aquel cisne en medio del lago como un puñado de lirios cuando alguien los deja caer, se movía lentamente, algún giro buscando algo de comer, pero volvía a la orilla a besarle las manos. 

El trotamundos que tocaba la trompeta en la esquina de la panadería, un sueño precioso ver cómo se inclinaba hacia el mismo lado, pausadamente dejando libres bocanadas de notas musicales que se extendían hasta el cielo, como las aves. Ver sus ojos llenos de vida, vida recorrida por muchos sitios, un placer, porque parecían dos mundos pequeños en medio de la nariz. El movimiento al compás de sus pies cuando rugía el grito de notas y más notas.



La señora parada delante de un escaparate. Sin mover un ápice de su cuerpo, y así todos los días. Probablemente admiraba algo inalcanzable para ella; pero era feliz de este modo. 


Un beso, un beso que olía al mejor de los afeites, perfumes. Un beso todos los días a la misma hora en la plaza de la Candelaria.

Poco, a poco, los iba coleccionando. Durante mucho tiempo....


domingo, 30 de agosto de 2020

El piano

 

Desde una distancia prudencial observo al pianista. La música es un velo translúcido que ondea con la suavidad de unas telas de seda. Un arrumaco suena, es como una caricia leve en el rostro. 

Un  frenesí. Como cuando un vampiro mordisquea un cuello.  Lo cierto es que es algo esplendoroso, el ver sus manos blancas en el teclado, el semblante sereno, ocupado, quién pueda saber en qué esté pensando.

Ahora viene una ligera brisa y se cuela por la venta na hasta envolver la habitación. Seguramente, ahí  fuera  los transeúntes no se hayan percatado de semejante obra de la naturaleza. Es algo triste, algo que no pueda tener explicación alguna. Pero cada cual a sus quehaceres. Cada cual con sus fantasmas, o alegrías,ç

Un mundo engañoso se escribe y nadie lo sabe. 

sábado, 29 de agosto de 2020

Palabras y más palabras y más...


Tienes unas nalgas preciosas. Dijo Mau. Eso lo dices porque quieres otra botella de bourbon  y cigarrillos, respondió Chanel  mientras se volvía a poner el sujetador negro de encajes, se calzaba las sandalias de fino tacón con ribetes plateados y aspiraba el humo del cigarrillo, sujetado en la esquina de la boca. 

Pues, si no te lo voy a negar el mejor bourbon  es el que tu vendes, los cigarrillos también, buen tabaco.

Chanel: ¿ Entonces quiere que te la regale o que te la venda?


Mau: ¿El qué?


Chanel : pues el bourdon y los cigarrillos tonto.





Mau: regalo, claro.


Chanel: anda ven y tómala y los cigarrillos también

Mau: por cierto, ¿porqué ese nombre francés?, tú eres española.


Chanel: anda ven y cállate. ¿Me dejo el sujetador o me lo quito?


Mau: todo lo quiero todo.


Chanel: ¿todo?  ¿el que todo? 


Mau: tú y todo, todo. 




martes, 25 de agosto de 2020

La trapecista

 

Una voltereta simple, voltereta y media, doble voltereta. Cada día durante dos semanas, y luego buscar otro lugar, otras tierras. La función tenía que continuar, cada cual con su trabajo. No

decepcionar al público nunca. A veces una costilla se fracturaba al caer al suelo (un golpe seco). Lás lágrimas por dentro.

Una falsa sonrisa agradeciendo aplausos. Era  un vagar, como los nómadas.  Solo que el desierto era una ciudad cualquiera, en un lugar cualquiera. 


La función a punto de empezar. La trapecista con el cuerpo rodeado de lentejuelas, que allá arriba parecía una diosa del Olimpo. Un día subestimó su trabajo.! Era una artista! Casi la mitad de la función con los ojos cerrados. Al balancearse solo con el torso se deslizó con rapidez al piso. Lo único que pensó mientras caía fue en la última vez que vería sus piernas mientras hacía la siesta. 



domingo, 23 de agosto de 2020

El Girasol

 

Dijo que haría mal tiempo, lo dijo porque desde la ventana se veían venir unos pequeños nubarrones. Y la brisa se aceleró, como si los dioses hubieran soplado para entretenerse. Pero iría a tomar una copa. Aún si empezara a llover, aún con algún trueno. En el Girasol actuaba un trompetista famoso. (Almost blue), su canción preferida. 

Le gustaba verlo, con semblante sereno, como si hubiera estado dos días durmiendo. Manos blancas, casi transparentes, y unos dedos largos que se movían en consonancia con la música y también con su voz. Lánguida. Como un susurro. De modo que, salió a la calle con baldosas interpuestas una al lado de la otra, desniveladas por el tiempo, pulidas por el pisar de mucho años. Tomó el pintalabios rojo cereza y dibujó en  sus labios, rodeando el contorno, y luego los rellenaría por completo. Llovió. El Girasol esa noche estaba repleto de gente. Al fondo una mesita reservada. Se adentro dejando la gabardina en el perchero. Los aplausos resonaban entre risas, copas y humos. Allí la esperaba su querido fantasma de siempre. Pero elegantemente vestido, sin cadenas atadas a sus tobillos. Habría solo una copa. Una silla vacía. Sin embargo, se miraban y charlaban. La mímica de ella no sorprendería al público, son manías, dijeron, siempre lo hace. 



viernes, 21 de agosto de 2020

Los arándanos

 


El tiempo a lo acontecido y lo precedido no deja de ser un misterio, pensó, mientras disfrutaba de la vista  de  los jardines y árboles frutales. Un adagio se escuchó en aquel concierto en la calle y embelleció aún más lo admirado. 


Pero nada de eso sucedería si realmente hubiera sido en ese espacio de tiempo. Lo fue. Deseó su frustrado sueño. La algarabía al ponerse el sol se asemejó a una miríada de golondrinas girando a gran velocidad por el amplio cielo; la misma que sintió que podría suceder: adentrarse en lo misterioso. Volver a encontrarse, tocar sus manos, sus labios, su pecho. Abrazarlo como si el mundo no fuera mundo. Algo intangible.

Lo sensible, un espacio entre la nada. Alcanzar el deseo. Abreviar palabras; caer al alfombrado almizcle de lo etéreo. Piel con piel.

Donde  siquiera pueda escucharse el sonido de un aletear de mariposas. Donde los trenes paran en la misma estación en distinta época, pero en ese mismo espacio de tiempo. 


Después del baño y de haber recogido los arándanos pronunció su nombre varias veces mientras dormía.


Si el infierno es su semblante no es el infierno.




jueves, 20 de agosto de 2020

Una multitud

 

Enjambres, dijo Matilde, son verdaderos ovillos de hormigas, volvió a decir. Irían a por comida, nada se puede comparar con la laboriosa vida de las hormigas, dijo María. Sentadas en la terraza se entretenían con los pequeños insectos. Tomaban mojitos con su hierbabuena y mucho hielo picado,.y dos o tres dedos de ron. El futuro es incierto porque en esos momentos no lo habría, siquiera el día siguiente. De eso charlaron largo rato, de eso y de muchas cosas más. De cuando fueron niñas correteando por los campos.

Las higueras, la caña de azúcar. El agua que corría por la tajea. Las enormes hojas que crecían junto a la acequia; hojas que cuando se les rociaba agua, esta, se transformaba en miles de gotas que se deslizaban rápidamente al suelo. Aquel lugar fue la magia de sus infancias. ¿Porqué  ríes?, dijo Matilde. Recuerdo, eso es todo, añadió María.Los recuerdos son lo único que nos queda, son como cajitas de pequeños tesoros, prosiguió.

Si, realmente el futuro es incierto. Lo que preocupa siempre es incierto. De modo que, ambas mujeres quedaron por un rato observando el cielo por si  alcanzarían  ver al cometa. Una larga cola brillante y azul.

¿Te dije que el collar de perlas grandes me lo robaron? dijo María. 

¿El que te caía como un torrente entre los pechos al ombligo?, dijo Matilde.

Si. Ese mismo. 



" Y si una lágrima cae al precipicio de los sueños es que las almas son libres al fin."





miércoles, 19 de agosto de 2020

Te doy mi palabra

 

La noche se estaba despidiendo con el último bostezo. Se miró al espejo.  Se recogió el pelo con unas horquillas. La bata era de un algodón suave con fondo de pequeños barquichuelos. 

Se le había escapado una teta al intentar recoger la cesta de mimbre con toallas y sábanas que llevaban unos días esperando por lavar. Sonrió. Una ducha hizo que desaparecieran las pesadillas. Después de tomar un café se vistió con una elegante falda de un blanco roto y una blusa negra con una chorrera de volantes. Unas botas de tacón alto.

En el bolso llevaba una cajetilla de cigarros, aunque había dejado de fumar hacía mucho tiempo. También una petaca con un Arehucas. Para mojarse los labios en pequeños tragos. Una beretta por si la necesitara.

No era una venganza. Era un cumplir con las cosas.



"Para qué quiero tenerte

si te pienso."

Gritos

 



O, tal vez entre ese oasis: marmóreos susurros de búhos que 

postrados quedan.


Donde hubo un lago azul perpetrado de garras mayestáticas,

el tornado se ha tomado de la mano lo prestado.

¡A la carga navíos!, id a lo robado, lo mancillado.

Como púrpura tarde lo cometido es errado.






Un sin fin de palomas que pican el desgastado umbral,

unas ciegas, otras, sordas. Un relámpago tintinea un puñado de campanillas.

El gran mundo verde se ha vuelto a secar: veredas, montañas, una dama negra y leña sin fuego que arda al ocaso.


Postrada con mis manos a lo largo de este continente mío,

como un gran gorila enfurecido me resisto al desaparecer de las palabras.














lunes, 17 de agosto de 2020

El silencio de la muerte



El jolgorio de las aves en el parque. Los transeúntes cada cual con sus obligaciones, o placeres. Ahora, aquel hombre que lleva una pajarita en el cuello de color cereza, lee un libro. Cruza las piernas, pasa la hoja sutilmente. No escucha el barullo de los niños, ni el altear de las palomas corriendo ávidas por  las migas de pan que Fátima (Mitita),  ha vaciado espolvoreando al aire. Cruza la calle un muchacho en bicicleta. La dulcería acaba de colgar el cartel de abierto. Sopla una brisa que viene de aquellas montañas, las que rodean la ciudad abrazándola. 


Desde la quinta planta del sanatorio una se detiene un rato y ve todo eso, todo lo que puede alcanzar la vista.

Dentro, los pasillos son largos con habitaciones a un lado, y otro. Con las puertas numeradas, cerradas. A veces se escucha un murmullo, un quejido seco. Suspiros. 


Pero la muerte. La muerte viene en silencio. Acaricia levemente el cuerpo, el rostro. Roba el aliento. Poco, a poco llega la paz infinita.


Cuando todos, ahí fuera, aún no saben nada.



No es muerte, es más allá. Otra vida. Otro mundo.




viernes, 14 de agosto de 2020

Niebla en agosto

 


Las lenguas de nubes deslizándose por entre las montañas picudas envuelven la comarca de una niebla plateada, sedosa. Acaricia levemente al dejarse ir hasta el alfombrado páramo para luego diluirse lentamente. Acaricia el aeropuerto y la autovía colindante. El sonido de los motores de los aviones se hace quizás más sordo. El manto lo cubre todo. Las luces de los coches saludan a los que vienen por el otro lado de la vía. 


Es como si esa niebla se proveyera de un espíritu, un espectro  que lo único que pretende es sentir esa sensación de plenitud cuando  roza con delicadeza la piel. Como cuando las bocas se buscan ansiosas para dar el último beso. Un beso robado. El fantasmagórico espectro no pretende dañar las montañas, ni los coches, ni ensuciar la pista desde donde aterrizan o despegan los aeroplanos. Sólo dejarse ir para que por fortuna alguien se sienta feliz con sus caricias. Un soplo leve. Vaga durante largas horas aquí y allá. Ahora gira a la izquierda, ahora a la derecha, pero no pierde un sólo ápice de su belleza. Como una gran cometa.


"Es ineludible dejar de ser. Pero un espíritu libre siempre busca la paz, siempre estará.




jueves, 13 de agosto de 2020

Cegueras

 


Hay pájaros en los sueños, pájaros revoloteando como si quisieran escapar de una de esas jaulas de oro, o de madera. Las personas se enferman cuando tienen delante de sus ojos una pared sin ventana. Un muro gris. Hay cárceles de cristal  donde los que las habitan permanecen sin saberlo enterrados para siempre. Entonces sus vidas transcurren sin poder percibir lo que está sucediendo. ¿Otra copa?. Si, dijo. Es como si aspiraran cenizas constantemente. Pero aplauden cuando van a un concierto, aplauden cuando el avión aterriza. 

De modo que, no son las circunstancias las que les obligan a ello, a no ver. Es una irremediable ceguera. 


" Como si en algún momento

hubiera visto el mismo rostro

mil veces, en mil vidas,"


miércoles, 12 de agosto de 2020

Noches de blues

 

 Un blues sonaba y olía a lirios, a gardenias, claveles. El silencio de escuchar a alguien cantando un blues es todo eso y más. Los silencios son propicios cuando el mundo parece entrar dentro y brillar junto a los pulmones, corazón, bronquios etc.

Eso se dijo cuando, cada jueves desaparecía hasta el amanecer en aquel tugurio, el tugurio de Louis. Los zapatos, chanclas, botas, se quedaban en la entrada. Caminar descalzos, sentarse en las mesitas, o en la barra, era curioso. Quizás por el placer de andar sintiendo bajo los pies el retumbar de la música. El caso es que eso gustaba.


Los aplausos no solo eran para Marieta, que en esta ocasión le había tocado a ella prolongar su dulce voz más allá de lo que abarcaba el local. Hacia las estrellas fugaces que en esa ocasión brillaban espectacular, llegaba la celestial voz. Allí alguien cierra los ojos, aquí,  al lado de la barra, alguien llora. Son  tantas las emociones que despierta un blues que no se pueden contar con los dedos aún multiplicados por cinco. 


El color del tiempo esa noche se hizo cómplice de la voz  de Marieta.

Pero solo los jueves...




"Es como beber 


de la fuente cristalina


tu boca."



"Porque un enjambre


de aire puro hace


que vuelva como 

un tornado lo que nunca 

se olvidó"




martes, 11 de agosto de 2020

Donde se pierde la memoria se crea otro mundo

 


(Un jardín de lirios. Un prado verde. Hojas de otoño. El Sol. Las nubes)


¿Y porqué habla de todo eso repetidamente?


Son las toallas que le dan para que las doble y se entretenga, según del color que sean ella ve siempre algo.



sábado, 8 de agosto de 2020

Palabras

 


" Como el fuego la llama

quema de las matas humo"



"De un soplo de aire

las ramas del árbol 

se besan"


"Quizás  sea tu voz impredecible

aquí, allá. Quema la piel."



jueves, 6 de agosto de 2020

Poco equipaje


Para ir a cualquier sitio una debe llevar una mochila y algo más, por ejemplo un bolso, pensó. Debió andar bastante rato por la empinada calle hasta llegar donde los caminos se separan. Pero ya sabía cuál habría de escoger. 

Se recogió el pelo debido al calor, y se puso una gorra. Dudó un poco porque los carteles del camino se entrecruzan, cada uno en una dirección. De modo que, iría hacia un pueblo pesquero que se encontraba a unos doscientos kilómetros. Sudó, y bebió agua, mientras tanto había palpado la mochila para asegurarse de que los bocadillos no se habían quedado en casa. Una hora había pasado. Era el momento de buscar un sitio donde descansar y comer algo. Se había quedado dormida; una mosca revoloteando la despertó- ¿He dormido dos horas?, pensó. El Sol castigaba cualquier hierbajo. Un cercado de margaritas parecían dormidas al quedar casi a ras de suelo. Las promesas hay que cumplirlas. Hablaba sola. Llegó la noche. Había desplegado la tela de lona que llevaba anudada a la mochila. Cuatro maderos y ya podría hacer noche. Una pequeña fogata. Cigarrillos y una botella de Burdon Gin. No pudo pegar ojo hasta bien entrada la madrugada.

Realmente las estrellas son un espectáculo asombroso, balbuceó.
Tumbada encima de una vieja colcha bebió unos tragos y fumó medio paquete de tabaco. Janis Joplin sonaba en la radio que también había cargado en la bolsa, eso hizo que disfrutara doblemente. Se quitó  la ropa. Arrastró la bolsa en la misma posición y se cambió. Una camiseta sucia, por otra limpia. Los pantalones se quedaban para varios días. De modo que, como la noche era maravillosa con el esplendor de los esferoides, la camiseta y unas bragas era suficiente. 

Pero esa noche de insomnio no fue en vano. Janis la había acompañado, el burdon también. Al amanecer buscó algún sitio donde poder tomar un desayuno con huevos fritos y café. 

Dos días habían pasado. Encontró un pequeño hotelito. No estaba demasiado limpio, pero se conformó. Pero ahora seguiría el camino en bicicleta, las alquilaban a buen precio. Las promesas hay que cumplirlas se repetía de vez, en cuando. 

Llegó el día en que pudo ver el pequeño pueblo con olor a mar. Habrían unas diez casas blancas con ventanas azules, y puertas del mismo color. Una pequeña capilla, una plaza redondita. Las olas jugando a romper contra el muro de piedra, las gaviotas expectantes, revoloteando por entre las barcazas. Los viejos sentados en los bancos, algunos con cachimbas que movían a un lado y otro de la boca, jugando. ¿Eres la hija de Telma?, dijo uno de ellos. Asintió con la cabeza al mismo tiempo que se quitaba la gorra. No te pareces con ella dijo otro de los viejitos. Tengos los rasgos de mi padre, dijo, mientras se descalzaba las botas. Esa es la casa, apuntaron con el dedo. No estaba derruida a pesar de los años que llevaba vacía con las puertas cerradas. Tenía la llave y entró. Pocos muebles. Una pequeña cocina y dos habitaciones. Durante una semana estuvo alojada. Le gustó. Buscó burdon y cigarros en un café que daba al mar. Algunos alimentos para esos días. 

Ya de regreso le dijo a Telma que las cartas estaban todas, menos una. A estas alturas no me va a comprometer unas letras, que al fin y al cabo, sólo son letras. ¿Y los hechos, le dijo ?, paparruchas dijo Telma. Los hechos los llevo conmigo hasta que se me vaya la cabeza o muera.

 

" Y aquellos prados de reluciente hierba
quedaron barridos por el olvido"





miércoles, 5 de agosto de 2020

Canción de sueños



Un simple aletear de mariposas es un concierto para piano, pensó, al verlas como si fuesen ninfas en un bosque oloroso.
Lo efímero de la vida de ellas era lo mismo que su propia vida.

Pero resultaba interesante esa introspección. Realmente y sin lugar a dudas, en un abrir y cerrar de ojos, se esfuma cada latido, cada paso, una fiesta de cumpleaños; una vida entera.
La verdadera esencia está en los sueños, las ilusiones. Escuchar pacientemente un concierto para piano. La venida al mundo de un nuevo ser. Un paseo en bicicleta. Ausentarse por unos minutos para soñar. Sin ruidos estrepitosos, sin el chirrido de las ruedas de los coches; de modo que, adentrarse a lo más recóndito del pensamiento podría ser sin lugar a dudas el viaje más placentero. 
Dejó que su cuerpo se abandonara en la hamaca. La tela vaporosa del vestido se deslizó hasta el terrazo. 



"Es la tormenta en el espacio infinito del corazón lo que nos mantiene con vida"


 

lunes, 3 de agosto de 2020

Milochas



Irían a una playa cercana el viento era propicio por lo de las milochas. Habrían hablado acerca de ello el día anterior, mientras merendaban. Los tazones de leche grabados con graciosas frases en espiral, con el fondo de color. La mesa tenía mantel. Jorge quiso un trozo de pastel de manzana. Ana y Beatriz prefirieron picatostes.

Las cucharas brillaban. Alguien las observaba en silencio. 
Son luciérnagas revoloteando la salita, pensó. Era agradable pensar eso después de un largo día de trabajo.

La ciudad a primera hora de la mañana se convertía en un tropel de pasos aquí y, allá. Cada cual a sus quehaceres.
Hay muchos asuntos pendientes, todo el mundo tiene asuntos pendientes.  Es como querer reflotar una barcaza a punto de hundirse. Aquella señora no pararía de hablar sentada enfrente del abogado. Quizás tendría problemas con una herencia, o tal vez querría un préstamo. Porque ya no viviría más en esa ciudad, Nueva Zelanda le habría parecido el lugar ideal. 
Ahora se escucha música de violín y los niños giran la cabeza para ver de dónde viene ese sonido tan agradable.

Son abejas zumbando, dijo Beatriz, mientras se quitaba los zapatos.

No, dijo Jorge. Es música de violín, volvió a decir.

Ana siquiera escuchaba, algo la tenía distraída. Un gato gris perla atusaba los bigotes y ella se quedó mayestática. Sonríe. 

Entonces la señora elegiría ir a un nuevo país, y habría pedido un préstamo para los diversos gastos, y los imprevistos. 

!Ah¡, los imprevistos. Como cuando al día siguiente irían a la playa con las milochas. Podría ser que la fuerte brisa hiciese   que se eleven  alto, y giren haciendo piruetas. Sin embargo, el día se podía mostrar oscuro y lluvioso por aquella nube enorme en el cielo.






domingo, 2 de agosto de 2020

Tarde de verano



Es posible que la chiqui esté triste porque su papi no llega aún. Es adorable. Jamás pensé amar tanto a un perrito.

Mientras tanto la tarde transcurre despacito, sin prisas. Un verano atípico por las circunstancias actuales, pero no deja de ser verano. Llevo derrochando horas desde esta mañana. Arrastrando sueño por una noche de insomnio. Pero no puedo dormir, siquiera cerrando los ojos, siquiera en el silencio más profundo. Las vacaciones aún no tocan a mi puerta. Quizás más adelante. Parece que estoy sitiada en un castillo sin puertas ni ventanas, pero no es cierto. Sólo tengo que caminar al balcón y ver el hermoso jardín lleno de hortalizas y flores; cañas de azúcar. 

Los pensamientos se vienen juntos. Es como girar, y girar en un tiovivo. Hasta puedo elegir cuál de ellos me gusta más. 

Aquel vestido se bambolea, la ventana está abierta y la brisa hace que cobre, por así decirlo, vida. Es rojo. Escote de pico.

Podría ser el espantapájaros que tenía mi abuelo en sus plantaciones, o, tal vez, una bandera pirata ondeando al viento. Barbanegra al frente del "Queen Anne's Revenge.

No quiero que pare la brisa, no quiero que el vestido deje de moverse. Los recuerdos siguen vivos en nuestros pensamientos. 

No quise guardarlo, ahí lleva cuatro meses. Quiero verlo cada día, acariciar la tela, quedarme recostada mientras suena música de piano, revivir esa noche cada vez que yo quiera.

Y me veo tomando el ascensor algo nerviosa. Pensando qué pasará cuando traspase la puerta. En realidad yo quería que pasara, quería devolverme parte de la vida. Volver a empezar, algo, que nunca sucedió. Por eso fue tan hermoso.







Me hallo en un pequeño proyecto para editar mis relatos en un libro. Poco a poco. Pero ahí va tomando forma. Unos, rescatados desde este mi blog, otros en la carpeta esperando.

sábado, 1 de agosto de 2020

Veva



No es el Nautilus es una botella que flota en el lago. Por aquí no hay submarinos.Pero yo veo al Nautilus fijate en el periscopio, dijo. 

Era un lugar más, o menos bonito. Había
una gran enredadera en la fachada de la casa. Un jardín lleno de flores. Dos sauces, una lechería, y el lago que abrazaba  como dos brazos gigantes la casa. En las noches de verano el croar de la ranas, los coyoyos con su canto; el chapoteo de algún pez en aquellas mansas aguas hacían de aquel lugar un concierto para piano. Unos delicados dedos acariciando las teclas.

La juventud se había ido donde se van los recuerdos. Veva procuró, cuando se mudó de lugar, que los cuadernos de anotaciones, el diario, y el colgante con sus iniciales no faltasen. Siempre lo tuvo rodeando su cuello para luego dejarse caer entre sus pechos, como cuando se desnudan unas manos de mitones: delicadamente.

 ¿Quieres merendar?

Si, dijo.


Pero es el Nautilus, volvió a repetir.




Ballade pour Sophie

Ballade pour Sophie

Se habían despedido el mismo día en que se encontraron, solo que, ninguno de ellos lo sabría hasta pasado unos años, en que, l...