Aplausos


Nada más alentador que un aplauso. Pero cuando se repiten por compromiso la vanidad de aquell@s que los reciben se convierte en un monstruo devastador.


María Gladys Estévez.

lunes, 27 de febrero de 2023

Pensar hacia dentro

 




He vuelto a mirar la cinta ondulada que se bambolea sobre la mesa a causa del aire, que se cuela por la ventana… Se mece y serpentea, ahora gira aquí, ahora, allá en la esquina, pero sobre todo lo curioso es que no cae al suelo.. Como si en verdad tomara vida, como si quisiera mostrarme su esplendor, sus delicados movimientos. Algo tan sencillo a la vista y sin embargo, sublime.

Realmente aún no somos conscientes de alguna manera en saber que lo simple es lo bello, y su magnitud es inalcanzable, como un universo infinito. No sé el tiempo que ha pasado, siquiera he podido reparar en ello, mis ojos no podían dejar de emocionarse ante algo grandioso y que se me había concedido esa misma mañana, así, sin más, sin pedir nada a cambio, de un modo totalmente altruista, mejor dicho, diría celestial. Si una se queda en ese espacio de tiempo donde justamente el tiempo se para se adviene la paz que cada cual necesita, la libertad, la felicidad, y un estrepitoso río aún por descubrir, el mismo que recorre todo por dentro, un río limpio, el nacimiento del propio yo como individuo…

Pero la cinta no cesa mientras haya ese soplo de aire que sigiloso se cuela y apenas la roza, tan sutil, tan respetuosa brisa… Me sorprendo porque aún en la presurosa vida actual donde la propia sociedad subyuga al hombre, lo hace esclavo, lo pervierte, lo humilla, le roba la dignidad, soy tremendamente afortunada de poder contemplar semejante belleza plena, y eso, eso me hace libre,totalmente , libre…

viernes, 24 de febrero de 2023

El modo en que puedo permitirme una total ausencia.

   



Ese estado de ingravidez que al contemplar lo cotidiano es lo que siento, es como estar dormida, o ausente. Al esperar en el ceda el paso de una calle cualquiera me otorgo a mí misma eso. En realidad es algo que siempre he padecido.

Mientras, esos segundos de espera en que una se queda mayestática a la espera de que algún vehículo deje que cruce la calle, se hacen toda una eternidad. Es como contemplar una película sin sonidos, es una brisa suave, dulce como un beso que siento confortablemente. De modo que en esos momentos de mudez ante mí surge un gran carrusel: aquel edificio está en obras, hay personas que entran y salen, algunos en la última planta, otros en la acera dirigiendo todo. La tienda de sombreros de la esquina tiene un escaparate precioso: toda clase de abalorios. Los sombreros son como joyas, algunos llevan incrustados pequeños cristales de colores.


La cafetería a estas horas está repleta de gente, toman café, o desayuna. Aquel señor está fuera en un mesa escribe algo en su cuaderno, parece porteño. Es alto, moreno, de unos sesenta años, además bastante atractivo. A veces las personas llevan cuadernos consigo porque siempre hay cosas que anotar: frases, palabras sueltas, o un diario.

Mientras tanto sigo ahí, etérea. Hace mucho que espero, aunque sólo hayan pasado unos segundos.

Hay flamboyanes, son preciosos, copados de flores. Aquella señora sufre, sufre porque tiene el rostro compungido, solloza. Cree que nade la ve, pero yo si. Ese estado de levedad me permite ver todo con calma. Colores, olores, situaciones. Probablemente le hayan dicho que tiene que pagar la hipoteca porque de lo contrario la desahuciarán, o tal vez, es porque el amor de su vida es una quimera, aunque a ella le haya parecido lo contrario.

Quizás es ella la que tiene el problema: esquizofrenia, o es alcohólica. En algún momento en la prensa saldrá la noticia de su suicidio. Una vida vacía. Una lucha inútil.


Siquiera un avión del ejercito con un sonido estrepitoso volando casi al ras conmueve mi cuerpo.

Sigo ahí en otro mundo. Es placentero. Como una criatura en el vientre materno.

Alguien me besa, pero realmente no ha sucedido, yo puedo percibirlo, pero no hay nadie en esos momentos.

El caballero porteño abandona la cafetería y lo puedo ver enfrente espera para cruzar la calle.

Alguien dice que puedo pasar y es en ese momento cuando vuelvo a la realidad.

Nos cruzamos y nos miramos a los ojos, dejamos que se unan las manos con una leve caricia.




martes, 21 de febrero de 2023

El claxon de aquél coche negro

 El claxon de aquel coche negro, el del último viaje, hizo que despertara.


El alcohol había hecho que se sumergiera en un profundo sueño, como si no estuviese allí. A duras penas pudo levantarse del catre y echó un vistazo por el ventanuco. No sin antes beber la última copa que se hallaba al lado de la mesita de noche.   Pensó igualmente que podría haber entrado en el triangulo de las Bermudas, tenía la lengua acolchada y dudó de todo. 


Y es que cuando los sesos se hidratan de ese modo es difícil saber o interpretar que cosa sucede, cual es la realidad, o no. 


De modo que se quedó unas horas allí mayestático. 


¿Qué edad tiene?, ¿Quién era?. ¿Porqué vivía de ese modo?


María Gladys Estèvez.

miércoles, 8 de febrero de 2023

Gitanillo de aguas y Murtas.

  



Es menester aplaudir cuando a una se le recrea la vista en una hermosa avenida copada de jacarandas, la naturaleza se explaya de forma incontrolada adornando con bellos tapices lo que sencillamente sería un camino largo, un camino triste, sin adornos; esa es la fortuna, porque los dioses besan la tierra, acarician los lugares más impredecibles…


El tropel de pasos aquí y allá, los viandantes cada cual a sus cosas, y de pronto las campanadas de la iglesia, el incienso, el silencio, dentro…


Las cestas de mimbre en manos de las señoras, la fiesta de la huerta.”Bando e la Güerta “ .Una gran expectación. Las calles se glorifican: portadores de banderas a caballo, tradicionales gigantes y cabezudos; música tradicional. El Jardín de la Constitución repleto de jóvenes vitoreando. La tradición de unos hombres y mujeres que aman su tierra…


En ese lado del mercado, justo enfrente la sonrisa de un niño, un gitano moreno, un pelo negro como la pez, unos ojos con miríadas de palomas dentro.

Parece un diosito caído del Cielo. Mamá y papá le llevan de la mano. Le miran y sonríen, cómplices. Los ojitos se abren cuando un potrillo pasa justo al lado se inquieta y ríe con la impronta de los niños, el tirabuzón que mamá peinó antes ahora se ha soltado, libre, y le cae en la frente, justo en medio. !Gitanillo de mi corazón! dicen los que le ven. Con zapatitos nuevos, con pantalones de pana, con chaleco de hilos rojos. Ahora repiquetean las campanas, ahora la gente aplaude. !Viva la huerta!, dice el niño, con balbuceos. Le pica la naricilla, le dan caramelos, y una naranja, y llora, llora. La emoción de un niño es una fuente que mana pétalos de rosa, es un río desbordado. Llega la noche. El calor del hogar y el olor de la cocina, y lo vivaz de sus ojitos, y no duerme porque sueña. El futuro le espera...






martes, 7 de febrero de 2023

ManzanasGolden.

 Pero ese no fue el modo en que actuó cuando al ver el Teide completanmente nevado.

 

Naturalmente que no. Un cuenco con fresas y nata brillaba en todo su esplendor ante sus ojos, aunque el deseo hubiese sido otro: sus labios. Si realmente fue eso. Había soñado con él.

Pero los sueños, sueños son, dijo alguien.

 

De modo que lentamente chupeteó una y otra vez cada pieza.

 

Si, definitavemente Echeide se hallaba enfrente: altibo, majestuoso.

 

 

 

" El perro infierno se vive aqui"

 

Eso pensó.

 

Además de todo eso deseó lo prohibido.

 

 


 

 

 

 


Ballade pour Sophie

Ballade pour Sophie

Se habían despedido el mismo día en que se encontraron, solo que, ninguno de ellos lo sabría hasta pasado unos años, en que, l...