Aplausos


Nada más alentador que un aplauso. Pero cuando se repiten por compromiso la vanidad de aquell@s que los reciben se convierte en un monstruo devastador.


María Gladys Estévez.

viernes, 30 de abril de 2021

De las conversaciones: rezar un rosario, y la lluvia

 

El jueves amaneció con algunas gotas de agua minúsculas, allí estaba la señora Armendia Lorca como si la tierra se la estuviera tragando, sus ojos se desbordaron igual que un vaso de agua que alguien por despiste deja rebosar. Tenía un rosario en las manos, pero no lloraba era una expresión propia de ella al contemplar desde el banco que ocupaba a dos personas en una conversación bastante subida de tono.

¿Qué estarían hablando?, el caso es que se detuvo en tres Avemarías, y una gloria. 

Las vicisitudes de cada cual, el modo de pensar, o de ver las cosas, incluso la vida es algo ignoto, es cuestión de heredar muchas generaciones atrás, por lo tanto ahí estaban acaloradamente hablando.

Armendia Lorca no se movió del banco hasta que las dos personas se fueron, porque eso sí, la curiosidad de ella era como un gran agujero en la tierra, de modo que, hasta que no marcharon, los tres Avemaría, y una gloria se detuvo totalmente. Decidió sacar de la bolsa un bocadillo de sardinas, alguna fruta, y como ya hacía bastante tiempo que no echaba nada a la boca devoró todo sin quitar ojo de aquella escena que le pareció bastante entretenida: un entretenimiento inesperado, pero agradecido. Sintió lástima porque aquella escena había terminado.

Ahora las gotas eran gordas, y redondas, pero Armendia Lorca estaba a buen recaudo: había una especie de techumbre y debajo el banco.

Enunciar Misterio y un Padre Nuestro...

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