Aplausos


Nada más alentador que un aplauso. Pero cuando se repiten por compromiso la vanidad de aquell@s que los reciben se convierte en un monstruo devastador.


María Gladys Estévez.

viernes, 29 de enero de 2021

Del arrabal a la luna, de María Gladys Estévez - RELATOS Y CUENTOS

SENSACIONES

 


 Una se detiene a contemplar objetos, por ejemplo los que hay en la mesa. Es como contemplar un paraje, resulta curioso. Hay un porta lápices que lleva una rosa de papel entre ellos. Lleva ahí mucho tiempo, pero el color no se ha alterado. Hay una taza justo al lado, es blanca y tiene la marca del carmín. Probablemente alguien ha tomado café. 

Al lado del ordenador hay una cajita con clips, gomas, grapas. Como si en verdad durmieran y vivieran ahí.

Ahora se escucha el ruido de motor de un coche que pasa por la avenida, aún es temprano, más tarde le seguirán muchos más. 

El café que hay enfrente ya está abierto. El aroma se cuela por la ventana y aromatiza el área donde me encuentro. Encima del café hay viviendas, y escucho la música de un violín: serena, sublime, sensible.

Hay voces lejanas, y se escuchan pasos en la acera. El estanco tiene las luces encendidas y alguien a  subido la reja. 

La inmortalidad de las cosas, de las imágenes. 


Es un concierto de piano solo...


jueves, 28 de enero de 2021

El hombre que soñaba en voz alta y navegaba por internet

 


Sin embargo, dormía profundamente, pero podía leer perfectamente lo que quisiera: noticias de economía, de cómo el tiempo cambiaría en los próximos días...

Hablaba, hablaba de esto, o aquello. Siempre dormido, Incluso roncaba. 


Una noche alguien se metió en sus sueños y ya nunca pudo despertar.
Era un famoso ladrón de esos que salen en la prensa, de los que atrapan y, vuelven a soltar. Claro está que seguiría con sus fechorías.

El hombre se había relajado demasiado, tanto que no se percató de ello,(leía algo interesante). El ladrón aprovechó tal circunstancia y le robó todo, incluso los sueños, también la puerta de salida.

Y se quedó en una nube atrapado para siempre. Del ladrón nunca se supo nada, claro, como entraba y salía como le daba la gana...

Como si fuera verdad

 


Ayer se escuchó,

en aquella lomada,

al viento llorar...

.................................


Si llegas me dices al oído,

la canción que habla de otros mundos.


................................

Y si encuentro el olor de tu piel,

me quedo en aquella esquina por si eres tú.


.............................................

miércoles, 27 de enero de 2021

Yacer

 





Y si un día me llevase el Ángel negro,

que por querer desear-lo ,

no sería un infierno, sería un beso.

Yo, y mi muerte estarían aseguradas,

pues en su cama de fuego yace mi cuerpo.



martes, 26 de enero de 2021

DEVOLVEDME LA MUERTE

 

Mis pies descalzos caminan

 por yuyales húmedos.

Nadie ve, nadie escucha,

y cómo he de morir ,

en el fango cuando llueve,

amasando la tierra.


Allá se oyen murmullos,

nada más.

Y yo sigo por muchos años,

en este lago, que a veces,

como un castigo prohíbe que muera..


lunes, 25 de enero de 2021

EL FERROCARRIL

 


Bueno, ya estamos todos y, en referencia a que si trataremos sobre las dificultades que en estos momentos están surgiendo; dado que la línea del ferrocarril se ha disipado, como humo que sale de una cachimba, porque las obras no han ido como se esperaba. Si, y hasta que no se solucione no nos iremos de aquí, aunque caiga la tarde, aunque llegue la noche con su manto cubriendo la casa. 


Dejé la compra en casa de un vecino. No he atendido el jardín. Aquel vestido que tanto me gusta ya no está en el escaparate, espero que haya más... (Pensaba todo eso mientras alargaba la mano para coger la taza de té).

De modo que, intentaremos dejar resuelto el tema. Tiene una importancia bastante relevante, dijo alguien. En realidad hay muchas cosas que tienen esa prioridad, porque por poner un ejemplo si la tierra no se labra no habrá cosecha, no habría alimentos. 

Hay tratados, asuntos, reuniones para solucionar esto y aquello. En la medida de lo posible se van resolviendo dependiendo eso si del grado de lucidez y capacidad para emprender todo ello.

Los desayunos en las casas a primera hora de la mañana son prioritarios. Cada cual es su silla. Panecillos, mantequilla, mermelada de arándanos. Una pequeña cesta de mimbre en el centro con todo ello. Tazas de porcelana, cucharillas. Alguien se distrae admirando la luz del sol, alguien reprende para que siga desayunando. Probablemente se arreglarían para ir cada cual a su destino. Cogerían el bus, o su propio coche. 


Entonces sólo falta informar a los responsables del ferrocarril, les haremos llegar el informe. Por lo pronto todo arreglado.

¿Para cuando la boda?, dijo Emi.


- No habrá boda. 


- !Qué disgusto!


- No, no es un disgusto. Sencillamente no habrá boda.


viernes, 22 de enero de 2021

El violín

 


A cualquier hora que una hiciera esto, o aquello desde el balcón podía escuchar perfectamente la música, más bien un musical sonido.


-Son doce en total, dijo Eulalia.

Porque habían ido al mercado a por verduras y unas ostras.

-¿El qué son doce, repliqué?

-Las ostras, dijo Eulalia.


Mientras sucedía eso aparté el visillo por ver al muchacho, con unos dedos blancos, e impecables. Ver el modo en que ejercitaba el violín, un modo realmente explosivo. Su cabello castaño claro y abundante, un cuerpo delicado; la expresión de su rostro reflejaba el todo. Como un ángel que bajara a la tierra y curiosear. Tocar tan magníficamente ese instrumento de dioses.

Tendrían que ser par, las otras, por costumbres antiguas, así debería ser. Doce ostras.

Casi sin pestañear esperó a que el muchacho terminara el concierto.

Ahora la música se elevaría alto, muy alto porque una brisa se había introducido por la ventana. Trascendía  donde lo pájaros migratorios, que de vez, en cuando, se quedan en los grandes charcos de agua promovidos por la mano del hombre, socavando la tierra. La naturalidad de la naturaleza hace hogares. De modo que, allí algunas de ellas permanecerían un tiempo, anidarían, para luego volver a las alturas, seguir su camino.


-Están muy frescas, dijo Eulalia.


.-Asintió con la cabeza sin quitar la vista de un concierto espectacular. Como las mareas que rebosan y traspasan desde la arena a cualquier montículo, roca, para luego estallar estrepitosamente contra ellas. 

Abrió los ojos con cierta inquietud, porque por unos momentos el muchacho había desaparecido del punto de mira. 


-Quizás tiene hambre, o tal vez, a otros quehaceres, se dijo.


Después de unos pocos minutos volvió.


Y con una sonrisa plena se dijo: !Volvió¡


Con complacencia admiraba aquel chico con manos blancas como la nieve, con dedos delicados, absorto en un mundo que crece en el alma, un mundo cuyas raíces crecen en el interior. Un plano distinto a muchos...



¿Te parece si empezamos?, dijo Eulalia.


¿A qué?, le respondí.


A comer esas ostras divinas.


Vale, si. (con el desconsuelo de no poder terminar de ver el concierto).




 


SUPREMACÍA

 


Un latir, un latir de corazón, se dijo cuando se vió entre la niebla. El espesor, la arboleda. La soledad.

A medida que se deslizaba por la planicie podía sentir eso, latidos. Como si de un mundo diferente se tratara. La sangre de los árboles recorrían sus raíces, sus ramas, sus hojas en un compás perfecto. Una orquesta con su director marcando las notas, ahora dos, o tres, aquí, ahora otras allí. 

Entre ramas algún rayo débil se colaba acariciando el grito silencioso de ellas. A veces la congoja mientras seguía avanzando, otras la paz y la felicidad por ver la hermosura que regala la tierra. 

Hades debajo de las raíces para su tormento, por tener que latir enterradas,(Nadie escucha, nadie sabe cómo viven), quizás su sino . 

Ahora se sumerge aún más en el espesor de la niebla, de la arboleda. Pero los Titanes esperan.

Es la realidad. Es nuestro sino también...


jueves, 21 de enero de 2021

Cuando los pájaros llegan

 


Pensó que, aunque no tenía gana de levantarse porque el sueño había atrapado su cuerpo, (La manta de lana tan cálida como un beso), lo hizo.Lo primero que escuchó fue el rugir de las olas. Un mar que amanecía un poco agitado. Por esos días el batir de alas espumosas estallan estrepitosamente contra las rocas y como una fuente dispersa miles de gotas alrededor del faro. 

De modo que subió la escalera de caracol después de haber tomado un café y una corteza de pan con mantequilla. Desde arriba todo se veía deslumbrante. Estiró los brazos y bostezó, y al hacerlo el sol entró, entraron los albatros; el perfume de las algas. Y una débil luz de luna que ya se había retirado para dar paso al mago de la luz.

Los pájaros se arremolinaban alrededor del faro como chiquillos cuando salen al recreo, y más porque las migas de pan nunca faltaban.

Un barco pirata se acercaba lentamente. Con su capitán y toda la tripulación. El arreciar de la mar dificultaba muy mucho que el viejo barco apolillado se acercara. Lo intentaron varias veces sin poder dominar el mundo de poseidón. A pesar del empeño, de las órdenes de acercamiento, al final tuvieron que retirarse tan lentamente como llegaron. Los estuvo observando todo el tiempo, (Una sonrisa pícara se dibujó), hasta que su vista alcanzó. Ya era costumbre de verlos. Pasaban de tarde, en tarde, pero pasaban. 

Después del mediodía se dedicó a limpiar unos platos, y claro está las lentes de Fresnel, meticulosamente, cariñosamente.


Los haces de luz que un día conquistaron su corazón. Como hadas caprichosas...







miércoles, 20 de enero de 2021

El carmín en el borde de una taza de té

 


Como quiera que a veces algunas situaciones en nuestras vidas requieran, por ejemplo, tener que cambiar de ciudad, o de dejar de usar aquella gabardina que tanto cariño le teníamos, sucede que así, porque sí, nos encontramos en una cómoda butaca tomando un té de hibisco.

En esos instantes los pormenores se esfuman de nuestras cabezas, sólo concentramos nuestro pensamiento en el disfrutar de ese sabor agradable que aromatiza nuestra lengua, garganta y porqué no, hasta nuestra alma.


Todo eso había dejado escrito en un folio sobre la mesa. Quizás una reflexión, o eso pensó; pero es que la situación invitaba a ello.

A cada sorbo el sello de carmín se dejaba ver con más intensidad, tanto, que tuvo que volver a trazar el color en los labios.

Se entretuvo en el vuelo de las andorinas, que en bandadas parecían acacias, ahora irían a un lado, ahora al otro. Bandadas de pajarillos, que quizás anunciaban que el viento pronto llegaría por esos lares.

Se entretuvo igualmente porque había visto no muy lejos de la estancia  a un viejo amigo, (amigo de la infancia. Las infancias deberían ser eternas), y claro está que se saludaron y conversaron horas. Un buen comienzo de semana, pensó. Mientras, la taza de té ya parecía una joya con los bordes ribeteados de ese color fresa.



martes, 19 de enero de 2021

¿Poema ?



Las meigas aúllan la canción

y en la negra arena,

piel con piel bebemos el mismo ron.


Ay esa luna!...

que nos mira, que nos cela.

En el mecer de cuerpos,

llega el aviso,

y baja un torrente que se esconde en mi ombligo.


Mano, a mano, toque, a toque...

rezuman gemidos, e inquietos besando las bocas

termina el encuentro.








lunes, 18 de enero de 2021

Pájaros de papel

 

Por aquellos días el tener que vivir rodeados de gruesos muros, cada cual en una habitación más bien tenebrosa, gris, era un motivo de supervivencia emocional. Luchar contra los monstruos no era fácil.

La sensación de la mayoría era como cuando a una cinta de un film cualquiera se le escaparan las imágenes para navegar a un submundo: conversaciones, maneras de pensar. Un puñado de imágenes en las que se encontraban arboledas, ríos, puentes. Mercados, cines. Paseantes junto al mar. Un largo etc de sensaciones, que sin remedio iban y venían sin control alguno.


Tortuosos días en que a cualquiera de ellos se les llevaba a una habitación atando manos y pies con correas. ElectroshockTres veces por semana.


. A veces la memoria se iba del todo por largas semanas;pero habían días en que el sol se dejaba todo su esplendor, dentro, entre aquellas paredes. El patio se iluminaba y alguna sonrisa entre tantos rostros perdidos se vislumbraba.

En realidad no era precisamente un castigo aunque en las mentes de aquellos que vivían allí resultara ser un fustigamiento. Incomprensión. Miles de preguntas revoloteaban alrededor de mentes en cuyas autopistas se desbocaba un tropel de caballos salvajes.

Los momentos de "lucidez", por así decirlo era una fiesta. 

Volvían los recuerdos, se iban las pesadillas. Se llenaba el entorno de grandes sonrisas. 


¿Más café?, dijo alguien.


No, gracias. Dijeron algunos.


¿Has perdido la mochila?, dijo aquel señor que nunca jamás se quitaba la de él.


No tengo mochila, dijeron tres de los que en esos momentos ya habían desayunado.


¿Y tú, en qué piensas?, mientras recogía una de las mesas.


En nada y en todo, dije yo.



" A veces hay alguna razón por la cual deseamos perdernos"




viernes, 15 de enero de 2021

La garza blanca

 


A cualquier hora, y como los ángeles que levitan sobre cualquier lago, se podía ver con cierto estupor aquella maravilla humana, que con pasos muy bien acompasados atravesaba el puente de hierro que, oxidado por los años aún permanecía firme. 

Debajo, los juncos se amontonaban, algunos más cerca que otros, como los mendigos que al anochecer buscan refugio para pasar la noche. Una ligera brisa olorosa como un vino fino hacía que el cabello de ella ondeara, columpiándose, con algún mechón empecinado en caer una, y otra vez en el rostro. 

Como quiera que todo aquello sucedía, los rayos del sol atravesaban con sus largos dedos ocres, el entramado puente, y más allá las veredas; las pequeñas casitas que en esos momentos, y por el frío gélido, habían encendido los que las habitaban, la chimenea. Tonos de ocres más amarillos, o más marrones pintaron el rostro de la mujer. De forma que parecía un lienzo. 

Los instantes pueden ser los auténticos momentos, el presagio de todo lo bueno, o malo que pueda pasar. 

Como ese mismo instante en que atravesaba el puente sintiendo la brisa, percatándose de los juncos. Oler los diferentes aromas, que a esas horas se desplegaban incesantes. Incluso par un momento para escuchar el quejido del entablillado. Un quejido bajito. Como cuando alguien se tuerce un tobillo tontamente.

Se imaginó a alguien  en medio del prado tocando un piano.

Incluso pudo escuchar el susurro de las notas: un adagio.

Aquel beso que le dejaría un sabor dulce en los labios, néctar.

Cuando las bocas se buscaron: labios inquietos, deseosos.




jueves, 14 de enero de 2021

El maquinista

 



Le había dicho que uno de los dedos no estaba todo lo limpio que habría de estar. (se refería concretamente a la tierra o carboncillo que se hallaba debajo de la uña), algo curioso, pero nada fuera de lo común. De modo que, era un poco tonto tomar el dedo para limpiar.

¿Has traído los cirios?, dijo la señora González..

Sí, contestó Helena.


Durante muchos años estuvo recorriendo vías, largas distancias. Idas y venidas. Resultaba graciosa la gorra con visera que lucía, orgulloso.

Algunos de esos días se había quedado hospedado en varios lugares diferentes, incluso en París. Las largas distancias provocan eso. 

Cuando tenía unas horas libres pedaleaba incesantemente por caminos, con cañaverales a ambos lados. Siempre llevaba la bicicleta, que guardaba en los mismos compartimentos para los pasajeros. A veces se entretenía en observar los rostros, y el modo en que hablaban, y caminaban por la vía, incluso dentro, en el tren. Era bastante curioso eso, observar. 

Las personas se desplazan de un lugar a otro, siempre. Van y vienen, como el tren, con el mismo recorrido. Pero cada cual con sus historias: compras, negocios, visitas, vacaciones, y un largo etc, que probablemente sería infinito...

Hubo un caso bastante inquietante que creó un revuelo tremendo.

Fue precisamente en uno de los tantos viajes camino a cualquier ciudad, lugar. En la madrugada del año mil novecientos noventa y dos, mientras algunos pasajeros dormían, se oyeron unos gritos de auxilio. Fue una señora, una señora que tenía negocios en París.

Pues bien, aún permanecía en vigilia a esas horas, cuando por la ventanilla pudo ver claramente el cuerpo de una joven que caía a plomo al descampado. El maquinista había sido avisado y como pudo, y lentamente hizo que la máquina parase del todo, aún en riesgo de que en algún momento pudiera pasar algo más catastrófico aún.


Andaron un rato unos cuantos pasajeros y el maquinista por si hubieran podido encontrar el cuerpo de la muchacha. 

Al cabo de unas tres, o cuatros horas volvieron al tren y siguieron viaje al destino. 

El maquinista había aprovechado para refrescarse el rostro, y tomar algo, un café, por ejemplo. La preocupación del pasaje fue evidente durante todo el trayecto hasta el final del viaje.

Avanzaba la madrugada y las imágenes de los campos de arboledas parecían miles de murciélagos deseosos por alimentarse.

¿Qué haces aquí?, ¿Eres tú?, dijo el maquinista.


Si, la misma. Lo otro fue un fardo que tiré envuelto en uno de mis vestidos, dijo la muchacha.


¿Y porqué? le preguntó otra vez el maquinista.


Shhhh... dijo ella. Ya te contaré, volvió a decir.


Se colocó la gorra y suspiró profundamente. 


Ella se había quedado dormida debajo del sillón.



Las desventuras de las personas son en su mayoría inconformidades.

Incomprensiones, desilusiones y unas ganas locas de desaparecer de una comunidad burda, hipócrita, insolente, y muy estúpida.

Otras veces se huye para poder perder la identidad. Para volver a empezar. 



¿Y el caldo?


También está preparado y calentito, dijo Helena, que con un guiño miró al maquinista que ya estaba frío, muy frío, pero supo guardar el secreto toda su vida, el secreto de Helena.











 



miércoles, 13 de enero de 2021

Nieve

 


Volver con las manos vacías

vacías de silencios...

Y el frío que las hiela,

el frío sobre tejados. Un dolor de frío en aquel retrato.



En lo hondo se esconde,

se esconde : mi muy querido tiempo.


Hay nieve en los arrabales,

Y hay nieve dentro, en el pecho.


No



Dónde


Se

Pueda


Volver

a

un

mundo

pasado....



martes, 12 de enero de 2021

Tiempo de ausencias

 

Dijo que lo haría, lo confirmaría más tarde, cuando salió al pódium.

Hablaría de esa noticia inquietante, hablaría de su nuevo libro. 

Una se siente dichosa cuando de repente una ofrenda se le es concedida, una oportunidad muy deseada, muy estimada. Algo que siquiera se pueda expresar, es como si de repente una pudiera volar alto, surcar un mar, un cielo. Recrearse con la impresionante vista de los volcanes, las altas y nevadas montañas, las nubes. Bandadas de pájaros se cruzarían, y todo sería normal. Una normalidad que, en este caso podría serlo.

 Desde tiempos inmemorables el hombre a deseado elevarse muy alto, cruzar la tierra de lado a lado, o mejor dicho, alrededor, en un vuelo majestuoso. Como un águila. Como cualquier ave, cuando en las estaciones recorren miles de kilómetros. Sin descansar a penas, para luego anidar aquí o, allá según la época, la estación.

El caso es que una vez hubo terminado de hablar y de recibir las felicitaciones de las personas que acudieron al evento, se retiró a la casa de la playa. Se despojó del vestido, de los zapatos, del sujetador, de las bragas, y se fue al mar, que la esperaba, la deseaba...


Olas cálidas abrazaron su cuerpo. 


Regresó a la cabaña con un pequeño porche, y se dejó caer en la cama, desnuda, húmeda, feliz...


Unos instantes de ese pervertido gozo la dejó fuera de servicio. 

Hasta que al amanecer recibió la carta, una carta llena de ausencias, y no de letras...


 

lunes, 11 de enero de 2021

Acontecimientos

 

Y de pronto me di cuenta que dormía profundamente. Un respirar lento.

El tic, tac, del reloj de pared daban las seis. 

¡Un ramo de lirios!, eso dijo Endora. Algo soliviantada, algo presurosa en su modo de expresarse. 

Margarita entraba en el portal con una cesta llena de lirios. Lirios recién cortados, tanto, que todavía se derramaba el sufrimiento por los tallos. 

Chiqui seguía dormida, enfrente, la chimenea. El té estaba a punto de servirse, o tal vez, café. 

Ni un sólo momento dejé de observarla; es algo maravilloso contemplar a tu mascota cuando, en la tranquilidad del hogar se deja mecer en un  bello sueño. En el fondo sabe que está protegida, querida.

Los mirlos han salido para picotear aquí y allá, todavía queda en armonía con el parque, algún rayo de sol

Aunque pronto caerá la tarde Caerá con un manto gris bordeando las casas. Y el frío hará que cada cual encienda su chimenea.

Quizás alguien hable de política, otros, del tiempo.


Aquel caracol, meticulosamente sube por la pared de piedras. 

Seguramente en la noche se halle en lo saliente de la chimenea.

¿Quieres galletas de jengibre?, dijo Endora. (Estaba segura que no habría nadie que negara aquellas sabrosas galletas horneadas), si, gracias, dijo Margarita.


Alguien bosteza, fuera, en la plaza (Aún le faltan cuatro ediciones de la prensa por vender).


Alguien escribió en la vieja pared unos versos: ¿Dónde estás?, memorable el día en que me hables, me digas, algo

sábado, 9 de enero de 2021

Podría ser un sueño.

 

Aquellas manos no paraban de tejer, cual si fuese un araña presurosa, que trabaja a deshoras para lograr una tela de araña perfecta. 

Una entrecruzada amalgama  de hilos, a un lado, y al otro, deliberadamente, a propósito de todo. 

Tejer, tejer, se dijo. 

Mientras tanto sopla el viento desde aquel cerro. Llueve intensamente, y nieva, a ratos. El vidrio de sus gafas está empañado. Siempre lo estuvo. Lo estuvo cuando sus hijos se marcharon a la guerra, cuando tuvo que mendigar para darles de comer, y a veces hasta de prostituirse. (Los hijos son la prolongación de la vida, son mis vidas consecutivas, pensó)


Había parido con un dolor insoportable. El grito se prolongó hasta bien entrada la madrugada, de ambos. Dos partos dolorosos, pero hermosos. 


Regresaron vivos, vivos, y tristes, muy tristes. 


Una bufanda de colores se extendió desde la sala hasta bien entrado el camino, que rodeado de cipreses, parecía el cielo. 

Una bufanda que se convirtió en recuerdos: aquellas gloriosas fiestas con jóvenes bailando, con risotadas. (Sin ni siquiera pensar en un futuro inmediato, porque el futuro era ese mismo instante). El mismo en el que un beso se posaba levemente en labios juveniles. 

Una nube se tornó en un gris oscuro y derramó una miríada de lágrimas. Aquel abeto se mantiene vivo, los pájaros se reservan en las ramas, en los nidos.

Hay un funeral. Es triste. Una campanada suena, ahora otra.


Una leve sonrisa, de ella. (Si volvieras sería un sueño), pensó.


Agradable estación este año, agradable sensación pensar, sentir, tu aliento..






miércoles, 6 de enero de 2021

El Pórtico de la Gloria

 


El porche era más que eso. El techumbre bien reforzado, un suelo entablillado. Dos bancos, uno, en el centro, y el otro, en la parte derecha. No estaba acristalado, por lo tanto el día que había tormenta la lluvia se colaba generosamente, dentro. 

Alguien preparaba una masa para rosquetes, ya empezaban a escaparse sus efluvios ondeando por toda la casa. El anís y la vainilla eran la combinación perfecta. 

Y dime, ¿Porqué el Pórtico de la Gloria?, dijo Isabella. (Era la sobrina del dueño de la casa)


- Alguien visitó la casa un día y quedó admirado al ver un porche tan particular, un porche diferente a los que había visto, replico el ama de llaves, y también una de las cocineras, mientras se secaba con un pañuelo el sudor de la frente por el calor que desprendía el horno. 

Creo que fue el doctor cuando vino porque tu tío no se encontraba bien y odiaba desplazarse a la ciudad para esos menesteres.

Después de haberle administrado la medicación, viendo que ya casi se había repuesto, aunque no del todo, se tomaba su tiempo para observar tamaña imágen con balaustres, un suelo entablillado, y sobre todo el techo: labrado con muy buen gusto, claro que la madera se prestaba a ello. Una meditación sobre todo eso lo transportaba a otro lugar. 


De modo que, el maletín en un pequeño butacón y el doctor sentado, apropiándose de lo que le rodeaba.  Era como escuchar Beethoven.


Una luna iluminó toda la fachada, iluminó el rostro del médico. 


Una hermosa sonata abrazaba su cuerpo.  

 

Isabella, al verlo dormido lo rodeó con una pequeña manta. 

Pero ya hacía horas que se había ido. 




"Y como un ungüento tu mano en mi pecho,

y como un beso mi beso en tus labios".


Hay historias que son difíciles de describir, hay ojos  y labios que son como ese porche.


lunes, 4 de enero de 2021

Llueven dioses

 


La lluvia cae serena sobre las habas, como un bautizo. Es un instante que se prolonga toda la tarde, un espacio de tiempo inmortalizado.

Alguien trabaja con la azada, lleva puesto sobre sus hombros un saco, de esos que vienen llenos de azúcar de cañ, o de papas.

Igualmente las gotas de lluvia resbalan por el rostro dejando un surco cristalino. La tierra es agradecida, muy agradecida. Sólo hay que saber cómo tratarla: sembrar, trabajarla con mimo. Y a veces acariciar ese precioso manto que ofrece casi de todo. 

Hoy no hay mariposas, quizás alguna dando vueltas alrededor de los jacintos, y de los asfódelos. El cielo ha vaciado una fuente sobre la tierra y el mar, los dioses deben estar contentos. 


Deja la azada y toma asiento en una butaca vieja, se quita el saco, y saca una pipa con un ribete dorado (regalo de su amado padre cuando se despidieron, porque su hijo tendría que ir a la guerra).

También calentó una sopa de cebollas en una lumbre más bien pequeña. Luego quedó medio dormido, un rato de descanso y de soñar. Pero el río que caía del cielo no se detenía, ni aquella tarde, y tampoco lo haría durante toda la noche.

Soñar, soñar es como si estuviéramos sin vida pero con el cuerpo caliente. Los sueños son otra manera de vivir, otro mundo.


Sentimos dolor, dicha, felicidad, tristeza y un sinfín de cosas, las mismas por así decirlo que cuando estamos conscientes, o despiertos.


-¿Es tu amigo?, dijo la niña de Amalia, la tendera-


¿El saco?, replicó el hombre.


Si..


Con una sonrisa plena, le dijo que si. (qué inocencia, que vida más bonita tienen los niños, o deberían tener.




Ballade pour Sophie

Ballade pour Sophie

Se habían despedido el mismo día en que se encontraron, solo que, ninguno de ellos lo sabría hasta pasado unos años, en que, l...