Aplausos


Nada más alentador que un aplauso. Pero cuando se repiten por compromiso la vanidad de aquell@s que los reciben se convierte en un monstruo devastador.


María Gladys Estévez.

miércoles, 23 de enero de 2019

Fluctuaciones




Soy un barco a la deriva,
porque huelo junto con los tablones,
un almizcle que sin saber fluye,
en el borde una ola,y otra ola...


Inquietante pasión de pesadillas,
que al final serán lo mismo, quizás.

Quizás porque de unas a otras paso sin muro alguno,
solo un visillo que apenas se divisa al no ser que
mis dedos juengen con el.
Porque el infierno no es ni tan infierno,
cuando se cruza mientras duermo aquella historia que al contrario de lo que piensa la gente supura una llaga que es de necesidad, una llaga que grita y suplica.
Una risa, una caricia porque el infierno no es ni tan infierno y al sanar la piel en los huesos, nace limpia la segunda piel, y se ondula como aquel céfiro del oeste entonces suave seda es. 

Carola necesita descansar llenando su boca de opio,
porque el infierno, no es tan infierno.
Que del llanto pueda surgir el más bello abrazo ese es el final, el propósito es de ley que yo quiera ruido,
grito, remolinos de olas hasta ese ombligo,
el cual he de beber el blanquecino lago.





jueves, 17 de enero de 2019

Ballade pour Sophie





Se habían despedido el mismo día en que se encontraron, solo que, ninguno de ellos lo sabría hasta pasado unos años, en que, la distancia, o la falta de interés, o quizás la cobardía, apartara de ambos el dulce almizcle que día a día los iba envolviendo, atrapados en una tela de araña cristalina, con luces maravillosas, las mismas que solo los amantes pueden ver en un nadar insaciable de caricias y de besos...

Detrás de la reja, las hojas lanceoladas de algunas plantas, y un rosal extremadamente glorioso, un color púrpura, que casi lastima por su belleza, componen un jardín cuyas atribuciones por su cuidados eran múltiples, por ser especialmente zona de tráfico transeúntes. La casa permanece inmutable, imperecedera, como si los dioses la hubiesen bendecido, con el musgo que resbala como una babosa buscando su lugar de reposo..
Una sola noche pasaron juntos, una, entre tantos, y tantos días, y meses; pero fue esa noche, una vida entera, unas horas, que se hicieron una amalgama de lana entrecruzada, como cuando alguien teje, y teje, sin parar: Cuerpos desnudos abrazados, palabras mutiladas, porque las miradas lo decían todo, un mar de amor, las gotas de él en la fronda olorosa.
Lenguas que circundan el cielo del paladar, separándose y volviéndose a encontrar, son dos remolinos carnosos abrevando al mismo compás. Los muslos de ella ahora relajados, con un placer intenso que, unos minutos antes, le había provocado un clímax, como cuando una gran hola se precipita a las rocas, estallando en mil pedazos los pequeños cristales de agua. Ahora duermen como si hubieran dejado de respirar, plácidamente.

Como quiera que aquella noche fue una vida entera, hasta llegar a la vejez, como quiera que los días de quereres se marchitaron, y quedaron en el paso del tiempo, pero vivos en la memoria de ambos, aún queda el perfume del rosal púrpura, como un adagio, algo imposible de olvidar, un camino de tortuosos pedregales, pero aún así sembrados de miles de cartas, alfombrados por cada beso, en la distancia…
Entonces la muerte no es nada, cuando se ha vivido un solo capítulo de aquellos que se amaron entre el silencio de miles de cartas...

Ballade pour Sophie

Ballade pour Sophie

Se habían despedido el mismo día en que se encontraron, solo que, ninguno de ellos lo sabría hasta pasado unos años, en que, l...