viernes, 16 de abril de 2021

Una lágrima furtiva

 




De pronto su mundo se había transformado. La realidad era otra, sus pensamientos bailaban desorientados. Era un niño. Me gustaba cuando en algún momento soltaba una carcajada desenfrenada, o juntaba sus manos ajadas en un aplauso descompasado.

Sus pequeños ojos negros daban vueltas buscando quizás algún lugar o también aromas que refrescaran su perdida memoria.

Los jueves tocaba paseo por la avenida, los árboles de hojas caedizas dejaban una alfombra dorada; sonreía al caminar por la hojarasca, el ruido que producía llegaba a su mente buscando alguna conexión con el pasado, con su niñez.

Él me dio la mano cuando empecé a recorrer la primera vereda. Y ese olor suyo, ese calor humano se fundió en un solo latido.

Se fue con los almendros en flor, con la música de las chácaras y con mi beso en su fría frente.


2 comentarios:

  1. Un relato triste, pero reflejo de una realidad de muchos.

    Saludos cordiales.

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  2. Cierto es : una realidad de muchos.

    Saludos igualmente,

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