Aplausos


Nada más alentador que un aplauso. Pero cuando se repiten por compromiso la vanidad de aquell@s que los reciben se convierte en un monstruo devastador.


María Gladys Estévez.

lunes, 31 de octubre de 2022

El último deseo

 




Lo que en verdad hubiera deseado era escuchar una vez más a Moustaki.

Le métèque se colaba en sus oídos, igual que la lluvia cuando sin querer orada sin pedir permiso, quizás siempre intuyó que se sentía extranjero en su propia tierra, quizás simplemente nunca supo encontrar por así decirlo, el norte…

Espontáneo, impulsivo, algo descarado, pero con el suficiente conocimiento de haber realizado algo satisfactorio en la vida que llevó. Un hombre, un padre, un esposo, pero sobre todo, un hombre, con las tablas de la ley en sus manos. Los errores vinieron por sí solos; los triunfos, no, los triunfos fueron el resultado de los errores. Pero siempre se hierra y siempre uno sale complacido y satisfecho de esto o aquello. Querer destruir los folios de los días y los años a veces resulta fatídico, no se pueden borrar hechos, circunstancias que quizás han llevado por derroteros no deseados, pero ese fue el camino asignado.


Aún así, lo hizo. Una mañana cualquiera dejó que se escaparan los pensamientos, las ideas, los deseos, dejó que todo eso se mojara bajo una intensa lluvia, una lluvia que perforó el papel. Quedó bajo la tierra, en donde las raíces más bellas sobreviven. Pero quedó el desasosiego, quedó la responsabilidad sobre los hombros. La lucha interna de su propio yo. Rasgaba las tripas, una cruenta batalla entre ambos.

¿Qué quiso inmortalizar?, nada.

Alrededor de la mesa redonda, todos escuchaban atentos, la voluntad, si, realmente el deseo de un hombre ¿Eso le hizo pensar que se sentiría mejor?

¿Quería perderse? O quizás, encontrarse.

Es supo que yo lo sabía, dijo la señora, pero siquiera se movió de la silla.

Y es que el miedo a veces, subyuga, se convierte en un monstruo que saliva, cuando nos miramos al espejo, cara a cara…

La señora pensó: Que no sea una carta de gran envergadura, que no. Algo sencillo, pero él, no lo era. De modo que el caballero con corbata prosiguió la lectura. ¡Entonces lo he perdido! Volvió a pensar la dama con una leve sonrisa, pero se santiguó, si lo hizo, porque aquel hombre le había dado dos hijos, en realidad cada uno de ellos construyó sus sueños de modo y forma, que todo fluyera, como un gran río caudaloso, con los bordes repletos de hojas verdes, brillantes.


En esos momentos la gata había huido de la casa, estaba en el tejado, lamiendo sus patitas, esperando la presa, y es que los animales tienen una gran intuición, son como los gurúes.


Por unos momentos se hizo un silencio abrumador, de esos que no cabe siquiera un mosquito por las cabezas de nadie. Pero todos miraron la urna, era bonita, con detalles en relieve de luchadores Griegos. Dentro, todas las camisas, todas las chaquetas, todos los puentes rotos, quebrados por las sacudidas de la vida; algún bergantín, con su capitán al frente y con sus marineros, todos de azul, abotonados hasta el cuello. Se hallaban las tardes de merienda, los días con los amigos; las noches con ella. La juventud, la dicha comprar un billete y viajar alrededor del mundo, todo eso hecho cenizas, hasta su corazón, eso quiso, si, eso deseó, incomprendidamente así fue…


Barco a la deriva.


"Por lo general no acostumbro beber si no es a partir de una hora en concreto".

Eso dijo Martina. Pero mientras tanto había vislumbrado un barco a la deriva en aguas de Poseidón.

De modo que se acercó al malecón y si, allí estaba: algo desvencijado dejándose llevar por la caricia del mar. Se preguntó si habría alguien dentro.

Quizás no habría nadie, porque nada se escuchaba. 

Normalmente cuando un barco se halla en esas circunstancias es que algo ha ido mal, claro está: alguien pidiendo auxilio, señales de humo por pensar algo,(sonrisa).

Durante un rato se quedó observando hasta que desapareció.

Se preguntó el porqué se habría esfumado delante de sus ojos que no había quitado la vista en ningún momento.

Ay Martina y dices que sólo bebes a partir de una hora en concreto, dijo Elena(risas).



  

 

sábado, 29 de octubre de 2022

lunes, 17 de octubre de 2022

Eres.

 Eres lo más grande

¿Eso dijo?

mientras tanto: hibiscos, mermelada, tostadas

Un  beso revoloteó buscando sus labios.

Han llegado las mariposas.







Textualmente, y punto por punto, le había dicho que la temporada de las mariposas era sagrada para ella; quería decir que por esos días nada habría de ocupar su tiempo, nada habría de frenar las ansiadas vacaciones.


Pero en realidad no eran vacaciones como tal, no. Eran los momentos que necesitaba para evadirse y dejar atrás casi todo. Ya tenía el billete de tren y ya tenía el equipaje preparado, una mochila, simple y llanamente, una mochila. Era bonita, tenía por fuera unos bolsillos de diferente color, y luego colgaban asaderas hechas de macramé para colgar las cholas y un rosario de perlas negras. Su bisabuela se lo dejó olvidado cuando se fue y ella lo tomó, con mucho cariño. Desde entonces lo lleva a todas partes, pero lo curioso es que había de estar siempre mostrado al todo aquel que quisiera verlo. Es una reliquia antiquísima y preciada. Pero pendía todo el tiempo, ya fuera en la mochila, ya en la esquina de uno de los barrotes de la cama.

Esperó que el cigarrillo se terminara de esfumar y aspiraba con premura. Entre sus labios daba gusto de ver el tabaco con la capa de papel cada vez más húmeda.


Fiona era una de esas mujeres que, en la primera impresión parecía común, es decir, ella no daba muestra alguna de vanidad, siquiera de querer aparentar y ni mucho menos ansiaba menesterosa llamar la atención. Eso si, tenía algo de temperamento en todas la carreteras de sus venas, eso no estaba mal del todo. No había pasado por el encorsetamiento de una sociedad impune con sus gentes, y si en algún momento habría sufrido eso de guardar silencio y obedecer, seguro que ya estaba totalmente borrado de su cabeza y también de su diario. Cinco páginas arrancadas con rabia.


Lo primero que hizo esa mañana fue buscar el billete del tren y guardarlo en uno de los bolsillos y también el rosario que inmediatamente dejó pendido en una de las cogederas de macramé de la mochila. Atisbó a lo lejos un bus rojo, y dudó si sería el suyo. Dudó hasta que llegó a sus pies la delantera roja y el dibujo de una gran mariposa azul en uno de los lados. Sonrió porque si era el bus. Soportó dos horas de sol intenso, llevaba una gorra muy bonita que la protegía de los rayos de un sol justiciero, si, era un sol que castigaba a esas horas de la mañana, era un fustigador, era un sol que daba latigazos y dejaba las llagas en la piel, como cuando los marinos eran azotados con el torso desnudo, en el cabestrante.


Habían pasado casi dos horas y se sentía muy bien, a penas una cabezada había dado y el libro que tenía en sus manos se había caído a su pies, pero lo tomó rápido, bostezó y sonrió. Nadie podía imaginar donde se dirigía, eso era un secreto muy bien guardado por Fiona, como cuando se guardan las cartas de amor en un cofre de plata con un lazo púrpura en medio.


El viaje acabó sin consecuencias de importancia. Unas siete horas de camino, pero para Fiona eso era como un paseo, y es que le esperaba el mundo de las mariposas. Llegó, se descalzó y se quedó dormida entre ellas, como si en verdad se hubiera mimetizado. Ahora era una hermosa mariposa blanca y tornasolada...



lunes, 10 de octubre de 2022

A veces me canso

 



A veces me canso de llevar los bolsillos repletos de historias.

Y me acuerdo de aquel día en que renuncié a ser un poco yo, para regalar tanto. Regalé unas cuantas noches de insomnio porque tengo que decir que me hacía falta dejar noches en vela en manos de la madrugada. Calancha ha sido mi musa de la vida, por decirlo de alguna manera, Calancha viene y va, y si necesito rezar un poco a escondidas, viene y se queda conmigo.

Calancha no es un ser visible, es tangible en mis sueños. Es musa y madre, yo siempre he estado convencida de ello. Es una madre inmensa que siempre se ha quedado conmigo. A veces pienso si yo realmente me merezco tener una madre tan espléndida y sensible, pero luego me digo a mí misma. ¿Y porqué no?. Al fin y al cabo soy humana, cargada de errores ,y cargada de dones.


He regalado juventud a la vida, así sin más, sin pensarlo. Estuve un buen tiempo donando juventud a los días y a las noches. Y de veras que no está nada mal. Una ni cuenta se da que aquellos montones de días regalados de mi vida, la piel y los huesos se lastiman bastante. Se oxida hasta el pensamiento. Pero como no duele, una ni se entera. Más son las cosas que duelen aquellas bofetadas que te da, por ejemplo una mañana de frío invierno cuando al salir al portón un aire repelente te duele en las mejillas, o también alguien que pasa por tu lado y siquiera te conoce. Y es que a veces estamos tan ciegos.

Pero como han pasado tantas primaveras y tantos inviernos, otoños y veranos, pues la verdad es que yo a veces me canso.

Y no quiero que se me olvide los besos que he regalado, y cestas y más cestas de lunas enteras, y de soles, y qué curioso que ahora me acuerdo que hubo un tiempo que regalé un río caudaloso lleno de peces plateados. Calancha tuvo que ver mucho con todo eso, ah! Calancha mi musa eterna. Mi madre, mi amiga Calancha, que tantas veces se adentra en mi hogar y rocía un poco de agua de río limpio y entonces todo es paz, sosiego, hasta me duermo como un niña.

miércoles, 5 de octubre de 2022

Un día cualquiera.

 





Debió ser un día de esos en que una se fija en las cosas más pequeñas, pensó Eulalia.

Recorrió con interés lo que había sobre la mesa: un teléfono, un lapicero, un ordenador.

Un cubilete con una rosa roja. Un ventilador, un almanaque.


Pero lo que en realidad llamó su atención fue un pequeño garbanzo que se hallaba justo debajo del ordenador. Levantó la nota amarilla y habían detrás unos siete u ocho más.


Imaginó que eran polluelos. En realidad parecían polluelos.


Es curioso cómo la mente juega. Nos deleita. A veces con cosas terroríficas y otras, como es este caso, maravillosas.

Es un mundo dentro de otros, y otros, con vidas diferentes.


Y es que a Eulalia le divertía eso de crear historias, y vidas, dentro de otras y más cosas.


Al lado del teléfono sábanas radiantes blancas: en realidad eran sobres, pero ella vio un despliegue de esas de seda ondeando con la brisa que se colaba por la ventana.



Y sintió un leve soplar era el vaivén de la rosa, que aunque de rafia tenía vida.






Por si.

 

Por si me pierdo en algún momento en ese otro mundo cruel de la memoria, y se vacía la cabeza de todo me dejaré llevar por las pasiones, las que muchas veces atemorizan mientras comemos, y dormimos en una jaula...


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Hay un lugar

inhóspito

donde el brezo

huele a sonrisa

y a besos

Ahí quisiera dormir.


lunes, 3 de octubre de 2022

El artista

 



Con un paño de fieltro retira los restos de linaza, dos pasos atrás, y observa el lienzo Ahora el magenta reluce igual que una perla irisada. Los ocres van surgiendo igual que dedos de sol, iluminan igual que el oro el cielo. Surge el porche, que embellece el portalón, a un lado y al otro dos sillones emergen con pinceladas sutiles, gotas ambarinas a su alrededor hacen que adquieran la apariencia de dos hermosas vestales. Ahora toma en su mano la brocha mas gruesa, y un arco inmenso se refleja encima del tejado, las estrellas adquieren la viveza de los ojos de los niños, de los mismísimos ángeles, la satisfacción que le produce terminar la obra provoca un inmenso suspiro de alivio, y sonríe. El hostal de carretera había acaparado casi todo el lienzo: más bien un bello parterre de lirios en el Olimpo parecía...

Ballade pour Sophie

Ballade pour Sophie

Se habían despedido el mismo día en que se encontraron, solo que, ninguno de ellos lo sabría hasta pasado unos años, en que, l...