miércoles, 21 de abril de 2021

Cuando la noche se quedó sin Luna.

 




Llueve con fuerza, es medianoche, y está oscuro. Mi auto se detiene probablemente le falte combustible.


Con fascinación observo  como mi busto ha crecido enormemente y se desborda por falta de espacio. -Me gustan: son preciosos, juntitos y bien formateados, pensé-.


Estaba realmente exultante, deseosa, frívola.  Por mis venas corría la sangre silbante, como un torrente salvaje y sin freno.


Un silencio  había  irrumpido; pero al  instante se escucha: Dancing in the dark, de Chet Baker.- No sé qué pasa, dudo que sea mi mundo, quizás no es real, -me pregunto.


Decido salir al asfalto, una gélida brisa envuelve mi cuerpo. Alguien muerde con ahínco mi cuello desnudo. Por unos momentos pierdo  la consciencia, y cuando despierto me encuentro  de costado en la parte trasera de mi coche. Ahora, además de mis voluptuosos pechos, poseo unos enormes colmillos blancos, y relucientes. Desde entonces duermo de día, y despierto en la noche, llena de vitalidad.


4 comentarios:

  1. Nos has transportado con tu relato a esos mundos misteriosos de seres sobrenaturales o humanos poseidos por una especie de maldicion. Aunque parece aqui la protagonista se siente feliz con su particular metamorfosis

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