Aplausos


Nada más alentador que un aplauso. Pero cuando se repiten por compromiso la vanidad de aquell@s que los reciben se convierte en un monstruo devastador.


María Gladys Estévez.

jueves, 25 de febrero de 2021

Tú eres quien iba en el tranvía

 


El tranvía iba en la misma dirección, camino al centro de la ciudad.

De modo que ralentizó la velocidad del coche. Llovía un poco, de esa lluvia que parece confetis, aquí y allá, pero sin arreciar, lo hizo porque durante la noche había soñado con aquel rostro que ahora se hallaba con la cabeza inclinada detrás del cristal.  



Durante el recorrido las imágenes de lo soñado se hacían cada vez más perceptibles: habían estado en un café de esos en que sonaba jazz y se bebía whisky. Charlaron, bebieron y terminaron en un pequeño apartamento que Marilina había alquilado cuando se mudó de ciudad porque le habían ofrecido un puesto de trabajo, no era el que le hubiese gustado pero al fin y al cabo era un trabajo.




Esa madrugada fue la madrugada más ardiente para Marilina y para su acompañante. Luego se despidieron: un beso con lengua muy sustancioso.

Pero, era esa persona que perseguía a la par que el tranvía, era la misma de sus sueños no podía dejarla ir así, como así. 

Pero solo fue un sueño, un sueño que fue verdad...



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