jueves, 11 de febrero de 2021

De tés y otras cosas

 


Como quiera que la señora Georgina hiciera un comentario nada productivo en la reunión de las tardes tomando un té, para nada habría de molestar, simplemente cambiaron de conversación con bastante diplomacia. La llevaron por otros derroteros. 

En cierto modo si una piensa que las conversaciones ocupan temas variados, y diferenciados, suele sorprender gratamente, y más aún cuando cada cual dice su opinión: atendiendo al modo en que se expresan. Es exitoso una reunión, con té y pastas, y alguien fumando cerca de la ventana para no molestar, y alguien pensando en las musarañas también...

Georgina siguió hablando entusiasmada porque se había percatado de que no había agraviado a nadie su comentario: me pareció interesante cuando hace dos días me crucé con un chico, sólo se veían sus ojos porque llevaba puesta la mascarilla, y me dije, pero qué bonitos ojos.

Él, después de un rato, y yo sin perderle la vista, se había desprovisto de ella, porque iba a fumar un pitillo. !oh¡, pensé, no es el mismo, de ninguna manera: el rostro había cambiado por completo, como si en verdad hubiera pasado por el quirófano: unos labios demasiado finos, una nariz para nada interesante, cachetes como tortas. 

Nada es lo que parece. Eso pensé mientras seguía observándolo.

Sam Heughan se había esfumado de mi cabeza.

Escucharon a Georgina, alguien aplaudió. 

Con una sonrisa preguntó: ¿Te ha hecho gracia?.

Bueno en realidad no es por burlarme, es que a mi también me gusta Sam Heughan.

¿Quedan pastas con ciruelas?

Si, pero tienes que ir a la cocina, acaban de hornearse.



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