Aplausos


Nada más alentador que un aplauso. Pero cuando se repiten por compromiso la vanidad de aquell@s que los reciben se convierte en un monstruo devastador.


María Gladys Estévez.

viernes, 19 de febrero de 2021

Será la lluvia, serán los besos

 



Cogió de la percha el abrigo de paño negro, salió a la calle, llovía.

Empezó a andar despacio por aquella calle donde los bares no cerraban nunca. Ni las barberías, ni algunas tiendas de ultramarinos, ni los cines.

¿Tiene fuego?, dijo.

-Claro, respondió alguien-

Eso dijo cuando en ese momento empezaba a llover, primero en unas gotas finas, y diez minutos más tarde arreciaba una fuente que lanzaban las nubes como si te cubos de agua se tratase. Se cubrió con un pañuelo la cabeza, pero nada más. Apuró el cigarrillo. 

Hasta que no caló el abrigo la lluvia no se decidió entrar al bar de Louise, mientras tanto andaba con pasos lentos dejando que la lluvia besara el rostro y los labios y la barbilla. Mirando escaparates. Acariciando los faros de los coches aparcados. Cruzando la avenida sin mirar: coches a un lado y al otro. 

Un vodka, por favor.  Na zdoróvie"N , dijo alzando la copa.


Pero antes de todo eso, antes de salir a la calle a caminar bajo la lluvia y acariciar los faros de los coches, había estado toda la noche buscando aquel beso que pensaba tenía guardado, pero no...

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