He vuelto a mirar la cinta ondulada que se bambolea sobre la mesa a causa del aire, que se cuela por la ventana. Se mece y serpentea, ahora gira aquí, ahora, allá en la esquina, pero sobre todo lo curioso es que no cae al suelo.. Como si en verdad tomara vida, como si quisiera mostrarme su esplendor, sus delicados movimientos. Algo tan sencillo a la vista y sin embargo, sublime.
Realmente aún no somos conscientes de alguna manera en saber que lo simple es lo bello, y su magnitud es inalcanzable, como un universo infinito. No sé el tiempo que ha pasado, siquiera he podido reparar en ello, mis ojos no podían dejar de emocionarse ante algo grandioso, y que se me había concedido esa misma mañana, así, sin más, sin pedir nada a cambio, de un modo totalmente altruista, mejor dicho, diría celestial. Si una se queda en ese espacio de tiempo, donde justamente el tiempo, se para, se adviene la paz que cada cual necesita, la libertad, la felicidad, y un estrepitoso río aún por descubrir, el mismo que recorre todo por dentro, un río limpio, el nacimiento del propio yo como individuo…
Pero la cinta no cesa mientras halla ese soplo de aire que, sigiloso se cuela y apenas la roza, tan sutil, tan respetuosa brisa… Me sorprendo porque aún en la presurosa vida actual donde la propia sociedad subyuga al hombre, lo hace esclavo, lo pervierte, lo humilla, le roba la dignidad, soy tremendamente afortunada de poder contemplar semejante belleza plena, y eso, eso me hace libre, totalmente libre…
Una simple cinta que me invita, que muestra lo auténtico, que siquiera el tiempo pueda percibirse, en un lugar fantástico…. Lo simple, un átomo, es lo que mis ojos han contemplado y yo me he dejado llevar con la confianza plena de saberme un ser maravilloso….
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