Había sido meritorio por parte del caracol el largo camino hasta el botijo, toda una prueba de fuerza y constancia, probablemente cualquier otro en su lugar no habría podido terminar, seguramente se habría rendido a mitad de recorrido, porque casi siempre es en ese sitio casi fatídico en donde la mayoría ceja en el empeño, y abandona con la excusa naturalmente de sentir que las fuerzas le han abandonado casi cruelmente, eso le pondrá más énfasis cuando se trata de justificar algo, se dijo, mientras no quitaba ojo al molusco, que por nada del mundo dejaría de atenerse durante el trayecto.
Desde luego la música de fondo se preveía muy envolvente, acogedora; de modo que nada más despertar y con un gesto simple había provocado tal situación, incluso se había acomodado sorbiendo mientras tanto un triple seco, para eso tenía mucha bondad saboreando el regusto de la naranja, un lejano sabor, que aún se prodigaba en la esencia, y que a medida que los sorbos provocan casi un estado de inconsciencia que ella deseaba, todo se magnificaba igual que una orquesta cuando cada cual sorprende al mostrar las notas, esas que alguien escribe con prestancia, con verdadero ahínco…
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