Aplausos


Nada más alentador que un aplauso. Pero cuando se repiten por compromiso la vanidad de aquell@s que los reciben se convierte en un monstruo devastador.


María Gladys Estévez.

martes, 2 de febrero de 2021

En otro lugar

 

En la plaza varios mirlos se comunican entre sí, todavía queda un resquicio de luz, aunque son los que más tarde se retiran a dormir, y los que se despiertan antes, tanto, que suelo escucharlos de madrugada cuando la luz es sólo  la de las farolas.


Estoy en casa por obligación, porque dos días antes me rompí   el brazo por dos sitios, y rasgado la carne hasta dos centímetros de profundidad. Anduve casi tres horas llegar al consultorio del pueblo. Como soy alérgica a los antiinflamatorios el resultado de estar aliviada es bastante escaso, de modo que estoy sufriendo unos dolores bastante molestos. Un paracetamol no es lo mismo.

Pero fue el precio que pagué por volver a la montaña.

Allí soñé que mi vida no era la actual, que mi mundo no era este, tal y como yo lo vivo, lo presiento. 


¿Pero, qué haces?, vuelve a la cama, dijo alguien.


Un momento, repliqué, aún no están todos.


¿Todos?


Si, los mirlos...





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