A las dos semanas, Julia ya había llegado. Viajó en tren por toda la costa. Pensó que
había tenido buena idea aunque de esta manera tardaría más que si hubiera sido en
avión: sobre las nubes y sin poder ver nada, nada más que eso, las nubes, y algún rayo
de sol, de vez, en cuando.
El sol daba en su rostro casi todo el tiempo, además de las largas extensiones de tierra
con tonalidades diferentes, vería el mar un espléndido mundo acuoso que se extendía
para ella como una gran alfombra.
Julia y Riky se habían despedido en el café Osiris cerca de la estación.
-Querrás a otro, dijo Riky.
- No digas tonterías yo siempre te querré a ti, dijo Julia.
El tiempo se alargó por tres horas. Conversaron, rieron, bebieron, y estuvieron juntos
encerrados en el baño un buen rato, queriéndose, besando sus bocas cada vez que
llegaban al orgasmo. Julia lucia unas bonitas piernas, unos muslos redondeados. Se
quedaron como dos huevos revueltos, y también quedaron con una sonrisa de cariño,
de sentir de verdad lo que habían hecho.
De modo que regresaron a la mesita. Esperaban dos copas más ribeteadas de azúcar
teñido, un color púrpura, como sus besos.
Luego tomaron unos whiskys de Sassenach – Tenemos que ir a Escocia, dijo Riky.
Ya veremos sabes que quiero iniciar una nueva vida en otro lugar que no sea esta maldita ciudad.
Cinco años encerrada entre barrotes es terrorífico, y más siendo inocente, así que Riky, por
ahora no quiero otro lugar que no sea República Dominicana. Pienso envejecer y morir allí.
Pero en realidad mereció la pena a pesar de mi encierro, alguien quedó libre porque no
merecía eso.
Fue en defensa propia: querían asesinarle, acabar con su vida, con sus recuerdos, con todo.
Y yo me auto inculpé algún día sabrás cual fue el motivo de lo que hice.
- ¿Fue por tu hija?, replicó Riky.
Bueno, si, pero no te daré más detalles.
¿Lo hacemos otra vez), dijo Julia-
Ja, ja,
pero a quien de las dos, veo doble-
Ah, que tonto eres, vamos, venga…
Había llegado la hora de despedirse el gran búfalo había llegado.
-No te olvidaré Julia-
-Yo tampoco, sobre todo por cómo me haces el amor.
Mientras miraba el mar Julia se curaba una herida en la rodilla. Al subir se rasgo la piel
con algo que no vio. El gato de la viajera de enfrente lamió la sangre que al principio
salía como un riachuelo.
-Riky sabía quién había intentado asesinar a la hija de Julia, y sonrió.
Pero lo que no sabría era que Julia lo sabía también y que le esperaba la muerte en
cuanto llegara a la República Dominicana, allí con poco dinero se contrata a cualquier
maleante, y los billetes de avión son baratos.
La vida se cotiza poco en algunos sitios, sí...
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