Te hablé de aves torcaces
que se posaron en mi ventana,
picoteando, picoteando,
me dicen que de un largo viaje
han llegado.
Te hablé de las islas de sus volcanes,
de ese espacio entre el cielo y el cráter,
Echeide te dije, es Echeide.
Te hablé y me hablé de caminos
intransitables.
De retamas, lirios, jazmines.
Oído sordo, sólo eso. Con tus manos,
apagaste el silencio.
Y ahora ya no quiero ser cuentista,
el magma fluye de mis venas.
Y querer de mi tierra amores,
vestida de ocre, de azul mar intenso.
Es un poema exquisito.
ResponderEliminarDelicioso.
Besos.
Gracias querido.
EliminarBesos.