Y me veo ahí sentada
en cualquier banco
de cualquier lugar,
abandonada de placer
con los pies cruzados,
un cigarrillo, otro, otro,
esperando no sé qué.
Un ron es la compañía
cuando llega la tarde
fría, lluviosa, tarde.
Envuelvo todo lo que fui
y queda un paquete pequeño,
adornado con un lazo.
Y me vuelvo y no me hallo,
nada es nada, siquiera un suspiro.
La mayoría de los días yo tampoco me hallo.
ResponderEliminarDónde estaremos de verdad?
Quién sabe Toro.
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