Para separar, para quemar, para torturar: dijo en voz alta alguien.
Si, lo había dicho ahora en este preciso instante, mientras dejaba que uno de sus dedos recorrieran la barbilla.
-Es de Saramago, dijo la señora que llevaba un cesto repleto de naranjas amargas, (para repostería); pero Gabino siquiera la había escuchado.
Del peculiar modo en que Gabino veía las cosas, su gusto por la ropa: la colección de zapatos. El persignarse cada vez que despertaba de un sueño malogrado, todo eso lo hacía un hombre en el que casi siempre, en las conversaciones en los cafés, las terrazas junto al paseo paralelo al mar, incluso cuando, en época de perseidas se reúnen algunos grupos de personas para ver ese maravilloso espectáculo de dioses, de todo eso era protagonista Gabino.
¿Naranjas amargas?, preguntó.
Si, para mermelada respondió la señora,
Y se quedó leyendo todo lo que pudo de tan importante escritor.
Para torturar... qué fuerte!
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