Yo sembré entre surcos,
los pasos que di,
y pude ver los pámpanos
de un verde esplendoroso,
de surgir esperando entre
olivos, y retamas...
Y sembré hijos que en mis pechos
se amamantaron. Cunitas de besos.
Mi sombra se perpetúa más allá del
horizonte, puedo verla mientras duermo,
en un silencio ahora perpetuo.
Y regreso con mi otoño en una capa
que acaricia hombros y espalda. Como si
fueras tú.
Alguien dijo ¿Paras en el andén cuatro?.
No. No hubo encuentro. No hubo andén.
Se quedó lo que pudo ser
entre mi almohada y tú.
Lo que pudo ser vive en un mundo que no se puede ver.
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