En qué momento me perdí
como desaparecen las garzas,
que en algún momento han estado
cercanas al lago.
Me recuerdo ahí vestida de túnica,
la melena lacia, etérea yo.
Me volví con la pasión de una joven,
al ver aquellos ojos que fijamente
miraban los míos. Luego fue como estrellarse
con la pared.
En qué momento me perdí,
y no supe volver, no quise.
Pero no desaparecí. No fue como las garzas.
Simplemente allí me mantuve: entre ramas lanceoladas, no, mejor dicho entre tu pecho.
Ay Dios mío dijo una monja,
que rezando mil avemarías
casi lloraba, o en éxtasis probablemente.
Ay vida de mi vida. Te extraño. Tanto. Mucho. Nada...
Perderse está bien, al menos si es paisaje es bonito y existe la voluntad de quedarse ahí, porque ése sea el encuentro o reencuentro.
ResponderEliminar:)
Siempre me pierdo en tus letras.
Besos.
Gracias por tu visita Amapola linda.
EliminarMuchos besos.
No mires atrás con los ojos del ahora.
ResponderEliminarEso siempre entristece.
Quizás, si, o no.
EliminarBesos.