El agua cae en cascadas. El refugio no es seguro, pero de momento ahí estará,
hasta que acampe el tiempo, hasta que algún pajarillo se atreva a salir.
Hasta que los zorrillos campen contentos buscando comida. La galletas y una botella
de Whisky de Grano y una percha, es todo lo que tiene. Pero el abrigo lo necesita
para resguardarse del duro frío, de la montaña maldita. De modo que la percha,
sobra…
Lustre a las botas, para qué, se preguntó. El demonio invierno estaba allí,
acechando, como una bestia cuando se dispone a cazar, con los ojos
enfervorizados, con las garras brillantes, son cuchillos. Un trago templó el cuerpo,
pero varios, ya supusieron que quedara como un paquete inerte en el camastro,
boca arriba…
Amaneció al fin. Apenas si pudo ver bien por el postigo las montañas nevadas, y
los cuervos, y los zorrillos. Pero las piernas habían quedado al aire toda la noche.
El abrigo acaparó solo los hombros y poco más. Las piernas dañadas por el i
Incesante picoteo de las chinches. Alguien venia a su encuentro. Salió como alma
que lleva el diablo de la sucia cabaña. Pero cayó al vació, su cuerpo se partió en
mil pedazos.
A veces, es mejor quedarse un par de días más…
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