Aplausos


Nada más alentador que un aplauso. Pero cuando se repiten por compromiso la vanidad de aquell@s que los reciben se convierte en un monstruo devastador.


María Gladys Estévez.

martes, 8 de junio de 2021

Te recuerdo ahí sentada en la infancia cuando me miro al espejo.

 



Te recuerdo sentada en la infancia,

bebiendo agua de la tajea.

Te recuerdo sentada en la infancia,

perpleja, descubriendo el mundo.

Ese olor que no se desprende de 

mi memoria: tierra mojada; mullacas,

jazmines. Y aquella higuera repleta 

de frutos y debajo una planta de hojas

lanceoladas. Cuando la lluvia caía se 

quedaban a vivir en ellas, miles de gotas

redondas, y tomaban el mismo color.


Te recuerdo sentada en la infancia,

al borde de la piedras que lindan,

donde los tizones, y los pies de niña

descalzos.


Pero aún me duele la piel quemada,

y me duele la ausencia de respuestas.

Cada lágrima por un castigo se bebía,

como un trago de resignación.


Te recuerdo ahí por prados verdes,

cañas de azúcar.

Los niños no saben de hoy, ni de mañana.

Román fue mi primo robado por la vida,

Las meriendas, los paseos. ( y apenas en la adolescencia: un viaje en moto). 


Te recuerdo ahí sentada en la infancia,

cuando me miro al espejo.

Hoy sigo llevando a mi niña,

por siempre.

Una jauría de sueños,

hicieron que lo que siento en estos 

momentos se olvide: prohibido.


Es irresistible el aroma que desprende,

y llega, y vuelvo a desear- te.

Pero no, no es posible lo que nunca

pudo ser...








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