Aplausos


Nada más alentador que un aplauso. Pero cuando se repiten por compromiso la vanidad de aquell@s que los reciben se convierte en un monstruo devastador.


María Gladys Estévez.

lunes, 27 de septiembre de 2021

La habitación que da al Drago.

 

No entiende que quiero estar sola en esta habitación que da al drago, y a los pájaros negros que revolotean incansables alrededor. ¿Pero quién no entiende?, quizás sea yo misma, si, podría serlo, porque hay noches que pueden cambiar completamente la visión de ver las cosas, de observar y sacar conclusiones, y a veces una  se desdobla, se pierde en la oscura mancha. Es  una mancha que acapara casi todo. 

Perdidamente sola en la habitación con el techo de paja, porque bastaría un leve soplido de los alisios, para que se esfume y luego: La claridad. El Cielo.

Sola y estrangulada por miles de deseos y a veces falta la respiración, y una se ahoga en ese charco, el mismo en que una se mira. 

Debería morir con su aliento en mis labios... No. Realmente esa frase la emborronaría hasta gastar el folio.

Debería empezar de otra manera, algo talentoso, algo que llame la atención, si, ahora me gusta más, si cabe: un enorme lazo vuela muy alto hasta envolverme de ti...

Pero la memoria está agotada. Es peculiar el modo en que pretendo escribir, es un poco absurdo, pero oculto y lo oculto es hermoso. 

No cejaré en el empeño y seguiré con el sabor de mis dedos manchados de ti, de la opulencia de los dos. Rasgar vestiduras es lo más indigno que conozco; hoy prefiero seguir tachando virtudes o flaquezas aquí, en la habitación que da al drago...


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