A veces dan ganas de ser parte de la bruma
que se descuelga silenciosa deslizándose como un tobogán,
desde aquella montaña. A veces dan ganas de dejarse ir
por las pequeñas veredas, que se llenan de pisadas
que quieren huir también.
A veces dan ganas de gritar en silencio,
y colgarse del abismo sin temor, sin recuerdos y,
dejarse caer.
A veces, como ahora mismo,
dan ganas de ver que sucede en ese otro cielo,
detrás de aquella nube azul grisácea.
A veces el frío que se siente dentro es muy grande,
y un cálido abrazo es bienvenido.
A veces, solo a veces tengo los pies en el suelo,
y me bajo y salgo a pasear ese mundo que, desde dentro, da miedo.
Nada es para la infinidad de los días, es cierto, pero un solo momento puede perdurar mucho tiempo, no ahí fuera, incierta mente no sé donde. Un solo momento entre tú y yo, entre la vida que corroe todo, o, por el contrario, rabiosamente hermosa, anega más si cabe aún ese espacio que queda agonizando por la ausencia de una caricia que no llega a tiempo…
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