En cualquier momento saltaría de la banqueta, y habría protestado. El modo en que se expresaba el profesor no le causaba agrado.
El modo en que hablaba de filosofía hacía que su cabeza se llenase de marañas, como ovillos; nidos de pájaros.
De modo que lo hizo.
Expuso su idea en total desacuerdo. Replicando en voz alta, señalando con el dedo justo al pecho del profesor.
La filosofía es un arte inequívoco, dijo. Es un modo de vida también.Es una doctrina.
- Usted no expresa lo esencial. Queremos que sea como un flechazo en el corazón, enamorarnos, dijo.
-Muy bien Elina, pero recuerda que yo soy el que da la clase, yo soy el profesor.
-Lo sé, pero eso no impide quién tenga la razón. Vivir para pensar sería lo adecuado.
Bueno, ha terminado la clase...
Una excusa para acabar con más réplicas.
"La vida ha de ser un conjunto de réplicas, como los terremotos".
¿Qué dices?
--Pues, eso.
Me parece un buen relato, María, una discusión muy bien armada, pero la verdad es que el final resulta lapidario.
ResponderEliminarSaludos.
Gracias Alfonso.
ResponderEliminarAbrazos!