martes, 17 de noviembre de 2020

Cigüeñas

 


Mayestática permanecía aquella señora.

Probablemente algo la había distraído, de modo que, ahí seguía con la mirada fija a un punto invisible: quizás al horizonte sin saber que esa delgada línea separaba el mar del cielo. 


El corretear de algunos niños hizo que girara la cabeza algo sorprendida debido a su estado de hipnosis. Sonrió.


El campanario adornado con un nido esplendoroso bien cuidado. Mimado.

Cuando repicaron las campanas, a las seis en punto de la tarde la señora se dejó ir a ese punto invisible del cual no retornaría.


Habría elegido la felicidad, quizás.

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