Podría ser un esquimal ataviado de pieles, se acerca al fuego para calentarse las manos, que una hora antes, y con bastante maña, había sacado, perforando la costra de hielo, unos tres, o cuatro peces. También podría ser un beduino en su tienda, un tanto inclinado hacia delante porque lee las antiguas escrituras.
Pero es una mujer amamantando. Si, realmente es una mujer, una teta rebosante de leche es succionada por un bebé de escasas semanas.
curioso que una lámpara con su reflejo pueda crear casi toda clase de imágenes.
Fuera llueve dulcemente. Las baldosas mojadas brillan como los lomos de los peces cuando saltan en el mar.
Alguien ha traído para el postre una tarta de calabaza con crujientes trozos de nueces almibaradas. La cafetera avisó.
Se colocó un mantel y cubiertos. Una sobremesa perfecta.
Pero sigo mirando lo que el foco alumbra. Ahora es un enorme beso con pintalabios. No sé caprichos de los instantes.
El milagro de la vida en esa mujer amamantando...
ResponderEliminarMucho.
ResponderEliminarTodo es posible en una mente imaginativa, a mí me tocó un trocito de tarta pero de zanahoria, mi preferida, qué casualidad :)
ResponderEliminarBesitos amore
Ummm qué rica seguro que estaba la tarta de zanahoria.
ResponderEliminarBesossss toos pa ti pechocha