Me conmovió ese lago abundante
de sus ojos. No era llanto.
La felicidad henchida en su pecho.
Ayer se cruzó en mi camino un ángel
que tenía alas negras: tenía dudas.
Atravesé el tiempo por estar a su lado.
Un poema jamás puede ser horrible,
bordadas cada una de sus palabras.
Incluso al borde filoso de un abismo.
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