Sin derramar una gota hasta que tomó asiento desde la cocina hasta la sala. Las nubes acaparan el cielo: grandes, grises, blancas.
Encima de la mesa redonda con mantel de encajes, unas cartas. Las abrió. Pero una de ellas le interesaba demasiado.
Como el papel estaba doblado doblemente, por una esquina sacudió levemente y como un acordeón desplegó pliegues.
Quiso fumar, pero recordó que le habían aconsejado dejarlo.
Más tarde se olvidó y fumó unos cuantos. Le gustaba que el humo además de flotar y diluirse, fuera en forma de círculos, como los calamares a la romana, o como los donuts.
Terminó la última línea y lloró. Le hubiera gustado ir.
El funeral había sido un sábado en París. Ya había transcurrido dos semanas. Pero a los amigos nos se les olvida nunca. Salió al patio y aquella maceta pintada de un color morado con unos preciosos lirios fue un regalo del difunto. De modo que, la miró y la estrechó en sus brazos. La besó, y a los lirios también. Sonrió. Los recuerdos vinieron todos al mismo tiempo.
Había una frase pintada con un pincel muy fino alrededor.
" Aquí me tienes con mi olor preferido por ti
Me quedo contigo para siempre. Porque tú y yo somos la misma persona"
Pena.
ResponderEliminarMucha.
Gracias por venir.
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