Sorber un vino rojo y mantenerlo entre los labios y dejar que recorra la lengua, y dejar que bese el cielo de la boca, es igual que una leve caricia entre dos amantes; un chispeante recorrido entre la lluvia en otoño; es admitir esa sensación de placer, que, aunque efímero, deja un instante explosivo, diría yo: un explosivo sueño de amor.
Estoy completamente de acuerdo. Incluso pienso que todos los "regalos" deberían hacerse con vino.
ResponderEliminar.
Buena semana… Saludos cordiales.
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Pensamientos poéticos y ensoñaciones
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Gracias.
Eliminarsaludos cordiales.
El vino y el amor se entienden muy bien.
ResponderEliminarBesos.
Puede ser, si.
EliminarBss.