Aplausos


Nada más alentador que un aplauso. Pero cuando se repiten por compromiso la vanidad de aquell@s que los reciben se convierte en un monstruo devastador.


María Gladys Estévez.

lunes, 14 de diciembre de 2020

El anillo rojo

 


Cuando la señora Arinka se hubo vestido a falta de los mitones, que, los llevaba en el bolso de lentejuelas, llamó a un taxi para acudir a la fiesta de cumpleaños de su amigo. 

Durante el trayecto observó como algunas de las Gemínidas cruzaban el firmamento. Igual que las cometas, a un lado y otro del piélago. Parecían mariposas: blancas, azules, violetas.

Un maravilloso espectáculo. En ningún momento quitó la vista, era imposible hacerlo. 

Sonrío feliz. 

Cuando bajó del coche sacó los mitones del bolso y se los colocó despacio. La casa estaba iluminada de miles de farolillos rodeándola. La recibieron con un aplauso. (el cumpleaños era de su amigo, pero ella era tan bella, y tan diva), y orgullosa hizo una pequeña reverencia. Pero con este gesto se le había clavado el anillo de fantasía en el dedo medio,(un enorme anillo rojo con piedras en punta),que le causó un piquete profundo en la nariz. Al principio con un poco de agua y un pañuelo pudo detener el hilo de sangre.

Más tarde volvió. Era importante la sangre que bajaba hasta el pecho. Y aunque todos los presentes hicieron lo posible por ayudarla y que se detuviera el torrente, este no hizo otra cosa que descargar toda el río púrpura. 

Arinka había muerto sin remedio. Pero feliz.


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