De aquel suspiro en el asomo
del balaustre. Sólo queda el humo.
Como si fuera real lo invisible de su piel,
que con un leve roce en la mía,
el oscuro día se vuelve luz.
Tan hermoso es su rostro
fruncido el ceño
más lo quiero aún.
Cae la tarde tan tarde
y tan corta,
de sus labios un recuerdo
moja los míos.
Dicen que el recuerdo y el amor son imborrables, además algunas veces suelen viajar paralelos.
ResponderEliminarNos pasa a muchos María. Un buen poema, te envío un abrazo
Abrazos de vuelta!
EliminarDe aquel suspiro quede el humo y ahora también el poema.
ResponderEliminarBesos.
De vuelta!De
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