Desde una distancia prudencial observo al pianista. La música es un velo translúcido que ondea con la suavidad de unas telas de seda. Un arrumaco suena, es como una caricia leve en el rostro.
Un frenesí. Como cuando un vampiro mordisquea un cuello. Lo cierto es que es algo esplendoroso, el ver sus manos blancas en el teclado, el semblante sereno, ocupado, quién pueda saber en qué esté pensando.
Ahora viene una ligera brisa y se cuela por la venta na hasta envolver la habitación. Seguramente, ahí fuera los transeúntes no se hayan percatado de semejante obra de la naturaleza. Es algo triste, algo que no pueda tener explicación alguna. Pero cada cual a sus quehaceres. Cada cual con sus fantasmas, o alegrías,ç
Se sueña, algunas veces, con ese piano.
ResponderEliminarUn abrazo.
Gracias Rafael. Muy amable.
ResponderEliminarOtro abrazo de vuelta para ti
Me encantan los Nocturnos de Chopin y me encanta imaginar cada línea de tus relatos amiga, siempre es un placer leerte. Que tengas una bonita semana, besitos.
ResponderEliminarBesitos de vuelta y que tengas también una bonita semana.
EliminarBuen relato.
ResponderEliminarLa música me ayuda a sobrevivir en esta vida de ahora.
Espero que lo siga haciendo.
Toro! cuánto tiempo!
EliminarGracias!
un besín