O, tal vez entre ese oasis: marmóreos susurros de búhos que
postrados quedan.
Donde hubo un lago azul perpetrado de garras mayestáticas,
el tornado se ha tomado de la mano lo prestado.
¡A la carga navíos!, id a lo robado, lo mancillado.
Como púrpura tarde lo cometido es errado.
Un sin fin de palomas que pican el desgastado umbral,
unas ciegas, otras, sordas. Un relámpago tintinea un puñado de campanillas.
El gran mundo verde se ha vuelto a secar: veredas, montañas, una dama negra y leña sin fuego que arda al ocaso.
Postrada con mis manos a lo largo de este continente mío,
como un gran gorila enfurecido me resisto al desaparecer de las palabras.
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