Aquel lago tenía dentro pececillos de colores y algunos sapos con ojos redondos y saltones ; las tardes tenían ese peculiar olor a jengibre y caldo verde y pan recién horneado, yo, ensimismada, contemplaba la poza, de puntillas, y las olas iban y venían y los sapos saltaban entre las pequeñas ramas, que, amerizaban, cuando la brisa soplaba desprendiéndolas del viejo nogal. Debí dormir un rato debajo de la pared de piedra que contenía el mar aquel, luego soñé que navegaba con un bar quito chico y recorría aquel mundo de fluidos y de transeúntes.
Blog de María Gladys Estévez. Si supiera dónde se encuentra la verdad tendría otro comportamiento. No entiendo este modo de vivir.
Aplausos
Nada más alentador que un aplauso. Pero cuando se repiten por compromiso la vanidad de aquell@s que los reciben se convierte en un monstruo devastador.
María Gladys Estévez.
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Ballade pour Sophie
Ballade pour Sophie
Se habían despedido el mismo día en que se encontraron, solo que, ninguno de ellos lo sabría hasta pasado unos años, en que, l...
Eterna soñadora tu protagonista en una tarde más que nos describe.
ResponderEliminarUn abrazo.
Otro abrazo para ti, Rafael...
EliminarUn barquito de papel?
ResponderEliminar:)
Ah no pude ver con claridad si realmente era de papel...
Eliminar:)
Si yo soñaba el cielo como un mar al revés, bello soñar el lago, o una pequeña fuente como un piélago, donde echar los barquitos de papel. Un beso, por tanta ternura en tu relato. carlos
ResponderEliminarMuy amable, Carlos
EliminarOtro beso