Mientras duró la cena no hice más que mirar los colores que llenaban el cuenco, sonreí porque el tiempo volvió atrás durante esos minutos. Giró un torbellino en mi cabeza y otra vez estaba ahí la pequeña niña con churretes y cabellos desordenados; castaños, libres de trenzas o tirabuzones. Qué bien poder oler otra vez la hierba que se extendía en todo el prado; brotes con lanzas al cielo, muy verdes. Trigales oteando igual que los soldados haciendo la guardia en los cuarteles próximos a nuestro barrio; qué hermoso poder ver el ramo de perejil que adornaba el rincón del poyo; el potaje preparado en la mesa con mantel de flores y las pequeñas bocas eligiendo qué cucharilla coger; el gran lazo que mi madre llevaba en la parte de atrás de su mandil; a papá cuando llegaba con su chaqueta oliva con cuatro bolsillos. Llegó hasta el olor de la tierra cuando se empapaba de agua cristalina que, caía del cielo arrojada por una diosa que, yo, imaginaba por aquel entonces. Todas las pisadas de mis hermanos recorriendo la casa; abro los ojos y todo ha pasado, el reloj verde con pinceladas amarillas no deja descansar sus manecillas, igual que el tiempo.
Algún día tienes que enseñarme alguna foto tuya de chiquita.
ResponderEliminarBesitos
Claro que sí linda amiga...
EliminarBesitos de vuelta
Bonita escena familiar la que nos dejas.
ResponderEliminarUn abrazo.
Gracias Rafael, un abrazo siempre...
Eliminartu memoria sensitiva refleja tu sensibilidad!!
ResponderEliminarGracias Lao..
EliminarUn abrazo.
El tiempo pasa rápido, pero que lindos esos recuerdos de la niñez y esas imágenes que vuelven.
ResponderEliminarBello comentario, Boris
Eliminarsaludos.
Todo ha pasado.
ResponderEliminarSi.
Y muy rápido.
Demasiado.
Te doy la razón, Toro.
EliminarBesos.
Estos recuerdos nostálgicos reconfortan el alma... Gracias por tus visitas y tus palabras...
ResponderEliminarGracias a ti por comentar...
EliminarMe encanta el título y, sobre todo, cómo opera el mecanismo de la memoria involuntaria a través de, en este caso, los colores de la cena.
ResponderEliminarUn saludo
JM
Cierto, Juan...
EliminarGracias por la visita
Un saludo.
Qué bonita y triste es a la vez la nostalgia, nos devuelve a un tiempo pasado que ya no existe y al cual quisiéramos volver...
ResponderEliminarUn beso.
Gracias Ana..
EliminarOtro beso de vuelta y otro más...
El paso del tiempo es inexorable, querida María, pero el tiempo de nuestros recuerdos podemos pararlo, avanzar o retroceder a nuestro antojo. En ese tiempo, somos como dioses, y tú nos has transportado a un tiempo al que a más de uno nos encanta regresar.
ResponderEliminarHermoso y emotivo relato.
Un abrazo y feliz fin de semana
Muchas gracias María, me alegro que te haya gustado el relato.
EliminarOtro abrazo y feliz fin de semana para ti también.
El tiempo solo descansa cuando no hay reloj, preciosos tus escritos¡¡¡
ResponderEliminarUn beso.
Gracias Amapola Azzul, me alegra que te haya gustado..
EliminarUn beso.
Que paseo bello , por el pasado, nos has regalado!!!!
ResponderEliminarCariños
Gracias amiga linda...
EliminarCariños.
El tiempo pasa pero no los recuerdos y es bello poder escribirlos con tanto amor.
ResponderEliminarHermosa prosa, María; siempre cautivadora.
Un abrazo
Siempre tan cariñosa, Fanny...
EliminarUn abrazo,
Resulta encantador sumergirse en tus letras ,tan llenas de nostalgia,con tantos colores que nos acercan los recuerdos,,gracias María
ResponderEliminarabracitos
Gracias a ti, por pasar y comentar tan lindo,Ramón.
EliminarAbracitos
El color sepia de la saudade: retrotraer el tiempo, para la memoria de los vegetales, su cocina y la manducación. UN abrazo.
ResponderEliminarAsí es, Carlos...
EliminarUn fuerte abrazo.
Que recuerdos tan bellos, gracias
ResponderEliminarGracias a ti.
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