Una se detiene a contemplar objetos, por ejemplo los que hay en la mesa. Es como contemplar un paraje, resulta curioso. Hay un porta lápices que lleva una rosa de papel entre ellos. Lleva ahí mucho tiempo, pero el color no se ha alterado. Hay una taza justo al lado, es blanca y tiene la marca del carmín. Probablemente alguien ha tomado café.
Al lado del ordenador hay una cajita con clips, gomas, grapas. Como si en verdad durmieran y vivieran ahí.
Ahora se escucha el ruido de motor de un coche que pasa por la avenida, aún es temprano, más tarde le seguirán muchos más.
El café que hay enfrente ya está abierto. El aroma se cuela por la ventana y aromatiza el área donde me encuentro. Encima del café hay viviendas, y escucho la música de un violín: serena, sublime, sensible.
Hay voces lejanas, y se escuchan pasos en la acera. El estanco tiene las luces encendidas y alguien a subido la reja.
La inmortalidad de las cosas, de las imágenes.
Es un concierto de piano solo...
La sencillez en todo su esplendor.
ResponderEliminarMe encanta cómo lo ves.
Gracias...
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