Ella miró el océano que llegaba hasta la balaustrada. Estaba a salvo, porque aquella mano grande cobijaba con ternura la suya. Ni el rugir de la olas con sus lenguas que azotaban, ni las campanadas replicando podían soliviantar su corazón...
Blog de María Gladys Estévez. Si supiera dónde se encuentra la verdad tendría otro comportamiento. No entiendo este modo de vivir.
Aplausos
Nada más alentador que un aplauso. Pero cuando se repiten por compromiso la vanidad de aquell@s que los reciben se convierte en un monstruo devastador.
María Gladys Estévez.
miércoles, 23 de octubre de 2013
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Ballade pour Sophie
Ballade pour Sophie
Se habían despedido el mismo día en que se encontraron, solo que, ninguno de ellos lo sabría hasta pasado unos años, en que, l...
buena combinación: el rugir de las olas y las campanadas......Saludos Aniagua
ResponderEliminarGracias, Lao
EliminarSaludos igualmente
Perfecta descripción.
ResponderEliminarUn abrazo.
Gracias , Rafael...
EliminarUn abrazo
Sentirse protegido...
ResponderEliminarNunca he sabido lo que es.
Besos.
Te abrazo, Toro...
EliminarSon éstos momentos de serenidad los que alejan de uno o una el resto del mundo y sus consecuencias, muy bello Aniagua, un beso
ResponderEliminarGracias, Ramón por tu lindo comentario..
EliminarUn beso.
Muy bello, un beso.
ResponderEliminarGracias Amapola
EliminarUn beso.
Da alegría leerte, abrazos.
ResponderEliminarLa poesía emerge en tus letras.
Muchas gracias, Amapola
EliminarOtro beso.
Tu hiperbreve es una bella metáfora.
ResponderEliminarEs hermoso sentir que alguien está a nuestro lado ante cualquier peligro.
Un abrazo
Gracias, María José
EliminarUn abrazo