Aplausos


Nada más alentador que un aplauso. Pero cuando se repiten por compromiso la vanidad de aquell@s que los reciben se convierte en un monstruo devastador.


María Gladys Estévez.

miércoles, 11 de agosto de 2021

Silencio sepulcral.

 



Seguramente el contraste de un cielo limpio, azul claro, difiere mucho con el comedor social donde son muchas las personas que esperan por un plato caliente. El patio es inmenso. Aquel grupo de hombres están sentados en el suelo, pienso que el valor y la valentía al enfrentarse a una vida, que en esos momentos no es grata, les lleva a tomar esa postura: con la cabeza gacha esperando limosna. Sin embargo los rayos del Sol iluminan todo el patio en mil destellos que a su vez rocían los rostros tristes. La dignidad no debe perderse nunca. Aunque haya que ir a por alimentos.


Durante unas tres horas no salió ni un vocablo. El silencio abarcaba todo.


Un ejecutivo que se hallaba entre ellos, y en un momento determinado, dijo que el día era espléndido sólo eso, luego el silencio. Le limitaron a observar a las mariposas revoloteando aquí y allá. Incluso entre ellos, en el corto espacio en que estaban separados. Se posaban en sus narices, levemente. Pero no había respuesta solo silencio. Era como una roca inmensa sobre sus espaldas haciendo que estos se hundieran más si cabe en el terrazo.


Si, el día es precioso respondió alguien.


Todos miraron y alguno de ellos con una leve sonrisa, muy pequeña, como si por su incapacidad de ganarse la vida se les hubiera prohíbo un montón de cosas.


Cuando entraron en el comedor se sentaron con el mismo silencio. Esperaron con una falsa tranquilidad por la comida, siquiera se miraban a la cara.


El rancho está muy bueno, dijo uno de ellos, con un trozo de pan en las manos.


Pero nadie miró, nada dijeron.


El ejecutivo asintió mientras devoraba aquel manjar de dioses.


Si, realmente el día está precioso y la comida excelente volvió a decir.


Pero la roca seguía sobre sus espaldas, siquiera podrían pensar lo afortunados que eran.




2 comentarios:

  1. Hola Gladys! Bello y triste cuento que nos hace pensar. Cada vez son más los excluidos por esta sociedad canibal, y además se avergüenzan de ello. Cualquiera podemos acabar en un comedor social. Gracias por sacar un tema tan delicado. Besos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias a ti por venir y comentar.

      Besos de vuelta para ti también.

      Eliminar

Ballade pour Sophie

Ballade pour Sophie

Se habían despedido el mismo día en que se encontraron, solo que, ninguno de ellos lo sabría hasta pasado unos años, en que, l...