Fue como un velo ondeando por la suave brisa que entraba por una de las ventanas: la melena lacia caía sobre los hombros.
Si realmente parece un velo, dijo alguien.
Nadie supo el porqué se hallaba así. (ausente de este mundo).
Probablemente así lo quiso, o por ende se sintió obligada a ello, el caso es que allí estaba tendida sobre la cama con un rostro sosegado(libre, en total ingravidez).
En esos momentos se escuchó la música de un piano, una melodía hermosa.
Era primavera y los pájaros en bandadas circundan el cielo a un lado y otro.
El palpitar de su corazón era pausado, levemente subía y bajaba al respirar. ¿Tiene carmín?. ¿Que?, no, no es carmín sus labios son del color de las cerezas.
¿Le baja una lágrima?.
No, no es una lágrima es un beso.
¿Un beso?.
Si, eso es...
Pasaron los días y todo seguía igual.
Sin despertar, sin probar alimentos.
Pero era como si andara dormida doscientos años.
Guzmán un famoso pintor preguntó si podía entrar en la habitación para inmortalizar semejante belleza.
La familia Hernández había decidido ir el sábado al museo.
Pasaron cuatro horas admirando los cuadros, que en este caso eran de diferentes artistas.
Mamá mira este es hermoso, dijo la hija mayor.
Quedaron por bastante rato observando. Admirando semejante belleza.
"La melena se desbordaba fuera del cuadro. El rostro inmaculado. Las manos delicadas, suaves.
Un cuerpo mayestático. El artista le había pintado dos besos.
Y no, no eran lágrimas son besos.
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