Quizá sea cierto que las olas más hermosas son las que llevamos dentro. Olas apasionadas, calmadas, traviesas. Un espectáculo. ¿Sonríes?, si. Dijo la dueña de la frutería. Le habría producido gracia o, tal vez felicidad. Qué manzanas tan ricas sobre todo porque llevan el sello diminuto adherido en ellas, son de la comarca de al lado, unas manzanas realmente gustosas, tanto, que al morderlas se escurre el líquido por entre las comisuras, si una no está atenta.Volvió a sonreír satisfecha al saber que la venta de tan rica fruta era bastante considerable.
El ramo de hortensias aún estaba encima de la mesita, en el porche. De modo que al cabo de un rato y estaban en un jarrón de cristal. Dos manzanas quedaron encima de la encimera. No era especialmente calurosa la tarde porque corría una brisa agradable. De esas brisas que rodean el cuello y el escote y recorren todo. Como los besos. Al arrullo del balancín los músculos del cuerpo se relajaron intensamente, los dedos de los pies jugaron un rato. Llegaron las olas.Las de dentro. Un mecer glorioso. Los parpados eran persianas que habían dejado debajo unos ojos castaños en un sueño profundo. A pesar de alguna incomodidad a primeras horas de la mañana, Había sido en el lugar de reunión de los jueves para hablar de algún libro. Elaborar un análisis. Escribir una reseña.
Esa reseña no tiene argumento dijo alguien.
Un libro puede tener todo lo que haga falta. La crítica es otra cosa. Una historia real o ficticia, es un proyector de imágenes que cada cual elija si es de su gusto o no. El libro llevaba unas tapas lujosas y un buen papel, un papel inmaculado de blanco y resistente. Cosido con hilo rojo. Una joya me atrevería a decir. Aún así se oyó en repetidas ocasiones que la reseña no tenía argumento alguno.
Me crispó. En algún momento de la tarde se hizo un silencio entre tazas de café, algún cigarro humeaba hacia afuera, alguien estuvo de pie en la ventana hasta que lo apuró del todo.
Pero volvamos a las olas. Esas de dentro. Las que realmente confortan.
Hola amiga!
ResponderEliminarLo primero, las olas de adentro, que bonita metáfora, porque sin duda tenemos un mar de emociones en nuestro interior, algunos días más agitado que otros jeje
Lo segundo, me hiciste recordar cuando era niña y durante las vacaciones en casa de mis abuelos disfrutaba de un estante lleno de libros antiguos, con su olor característico. Cada noche me sumergía en las historias de suspenso de Agatha Christie.
Que tengas una linda semana!!
Gracias amiga!
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